Desde Nueva York, EEUU - El ex ministro de Economía Domingo Cavallo fue el invitado principal a la ceremonia de “toque de campana” con la que Transportadora de Gas del Sur (TGS), la distribuidora de gas de Marcelo Mindlin y la familia Sielecki, la más importante del país, celebraron los 30 años de cotización en Wall Street.
Mindlin lo reivindicó, destacó sus medidas y también el proceso de privatización de los 90, el mismo que generó TGS y otras tantas empresas. “TGS existe por las reformas de Cavallo, quien se puso al frente de una transformación tremenda en los 90″, le dijo el empresario a Infobae. Cavallo, que estuvo acompañado por su esposa Sonia, viajó también con Carlos Bastos, quien fue su secretario de Energía. “Ambos hicieron una enorme tarea en esos años. Ese programa que llevaron adelante cambió la Argentina para siempre”, destacó el empresario.
El ex ministro habló unos minutos y si bien no hizo referencias concretas al presidente Javier Milei, dio algunas pistas sobre las formas de llevar adelante lo que él considera un proceso exitoso de privatización. La relación entre ambos era muy buena y el mandatario lo destacó muchas veces como su referente, pero parece haberse enrarecido luego de que Cavallo realizara alguna crítica en los posteos mensuales en su blog personal.
Los tiempos cambiaron, claro, y ahora, además, las empresas a privatizar no son tantas y habrá que evaluar el interés del sector privado por ellas, pero así y todo Cavallo dio su receta. Al cierre de su discurso hubo un sostenido aplauso de los presentes.
“Las privatizaciones no deben hacerse para simplemente resolver problemas directos de deuda o acceder al mercado financiero tradicional, sino que se pueda, a través de ese proceso, inducir el desarrollo del mercado de capitales y apuntalar la buena administración” (Domingo Cavallo)
En ese contexto, resaltó que este tipo de procesos no hay que enfocarlos ni con la visión de los banqueros, que suelen querer que sirvan simplemente para cancelar deudas del país, ni con “la visión fiscalista que marca la urgencia de conseguir recursos para tapar los agujeros fiscales”.
“Entonces y también ahora, al tema de las privatizaciones hay que pensarlo de esta manera: que se creen empresas como TGS que accedan al mercado de capitales local y si es posible al internacional, a la bolsa de New York. Así, de esa forma van naciendo grupos empresarios con capacidad de innovación, de buena administración de las empresas, de inversión y crecimiento. Eso es fundamental”, apuntó el cordobés.
“Hoy por hoy también existe ese desafío, con algunas características o condiciones diferentes, pero es muy importante que la visión con la que se hacen las privatizaciones no sea simplemente resolver problemas directos de deuda o acceder al mercado financiero tradicional, sino que se pueda, a través de un proceso de privatizaciones, inducir el desarrollo del mercado de capitales, acceder al mercado de capitales doméstico e internacional y, sobre todo, apuntalar la buena administración”, cerró Cavallo.
Luego del debate de la Ley Bases quedaron “privatizables” Energía Argentina (ENARSA), Intercargo, AySA, Belgrano Cargas, Sociedad Operadora Ferroviaria (SOFSE, Corredores Viales, Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA) y Complejo Carbonífero, Ferroviario, Portuario y Energético a cargo de Yacimientos Carboníferos Río Turbio (YCRT).
Luego del conflicto con los pilotos volvió el interés por privatizar Aerolíneas Argentinas. Incluso entraron al Congreso proyectos en ese sentido.
Cavallo repasó los comienzos del gobierno de Carlos Menem y destacó como éste “tenía la convicción de que las privatizaciones eran un ingrediente clave de la solución de los problemas graves que tenía Argentina”.
Describió el plan que habían desarrollado en la Fundación Mediterránea para que el proceso de privatizaciones sirviera para que los sectores involucrados funcionaran como economías de mercado, con reglas de juego que marcaran la competencia, o que estuvieran bien regulados si iban a ser monopolios, y que sirvieran para atraer capitales que financiaran las inversiones y la transformación de esas empresas.
“En un momento, en 1991, me criticaron por haber paralizado el proceso, pero habíamos decidido que antes de privatizar había que definir muy bien las reglas de juego dentro de las cuales iban a funcionar las nuevas empresas. En muchos casos había que transformar a las grandes empresas monopólicas en unidades de negocio que pudieran ser privatizadas individualmente. Y para eso se necesitaban normas que aprobara el Congreso”, recordó Cavallo. “Entonces, a partir del 93 ya pudimos encarar las privatizaciones de tal forma de que atrajeran capital de riesgo y también capacidad de administración”, aseguró en el NYSE.