El Gobierno festejó una semana financiera brillante, que dejó a muchas variables en su pico desde que asumió Javier Milei y en los mejores niveles prácticamente desde 2018. La baja de la inflación a 3,5% mensual, rompiendo el piso de 4% que no había podido perforar en los últimos cuatro meses fue la “frutilla del postre”.
Pero más allá de la esperada desaceleración inflacionaria, el frente cambiario aportó varios datos positivos. Uno de ellos fue que el Banco Central mantuvo firme la tendencia compradora en el mercado de cambios, algo que pocos analistas esperaban para esta altura del año.
Las compras llegaron a USD 220 millones en el transcurso de las cuatro jornadas hábiles que tuvo esta semana y en lo que va del mes ya acumula por esta vía USD 621 millones. Las reservas brutas también subieron algo más de USD 300 millones, para finalizar en USD 28.632 millones.
De esta forma, la entidad retoma un buen ritmo de compras, todavía por debajo a lo registrado en la primera parte del año pero que resulta promisorio. Sobre todo teniendo en cuenta que es una época en la que se registran pocas exportaciones agropecuarias. Sin embargo, hay otros sectores como energía y minería que están aportando divisas
Los dólares financieros también aceleraron su tendencia a la baja y finalizaron la semana por debajo de los $ 1.200. Incluso el dólar MEP, que es el que consigue la mayor parte de los ahorristas a través de las apps bancarias y las billeteras digitales, quedó en el nivel más bajo de los últimos meses, a $ 1.134.
La consecuencia es que sigue achicándose la brecha entre estos tipos de cambio y el oficial, se acerca a solo el 15%. Se trata de niveles incluso más bajos que los registrados en mayo. Sin embargo, en el equipo económico insisten en que no hay apuro para salir del cepo cambiario.
El panorama favorable se completa con otra fuerte reducción del riesgo país, un reflejo de la mejora continua en las cotizaciones de los bonos, que muestran las mejoras cotizaciones desde la reestructuración de la deuda efectuada por Martín Guzmán a mediados de 2020.
Ya algunos bonos cotizan localmente por arriba de los USD 60, especialmente el Bonar 2030 (rozando ya los USD 64) y el Bonar 2038, que llegó a USD 60,80. Estos precios presentan un gran contraste con los niveles de USD 25 o 30 a los que cotizaban hace apenas un año.
Algunos bonos ya cotizan en el mercado local arriba de los USD 60, más doble de lo que cotizaban a mediados del año pasado. Se trata de una clara señal de la menor desconfianza que despierta la Argentina, aunque todavía hay un largo camino para alejar la posibilidad de un nuevo default en 2025
El riesgo país se sigue desplomando y se acerca a los 1.100 puntos básicos, cayendo casi 500 puntos en menos de tres meses. Adrián Yarde Buller, economista jefe de Facimex, lo reflejaba así: “Los bonos globales cortos ya rinden menos de 20% y los largos en niveles de 15% anual. Todavía falta, pero a fuerza de ordenamiento macro nos acercamos a recuperar el acceso al financiamiento de los mercados”.
Pero a pesar de esta bonanza financiera, los inversores mantienen un abanico de dudas sobre el futuro. Uno de los aspectos más mencionados es que el “viento de cola” de los mercados internacionales se vuelva en contra. Este año los activos argentinos aprovecharon de manera espectacular el mayor apetito por el riesgo a nivel global. Pero nadie garantiza que esto se mantenga de la misma manera hacia adelante.
La situación interna también es mirada con atención. Los vetos aplicados por Javier Milei a la reforma jubilatoria y el financiamiento universitario fueron bien recibidos por los mercados. Sin embargo, aparece en el horizonte la elección legislativa (falta un año) que seguramente agregará volatilidad a medida que se vaya acercando. La mirada está puesta particularmente en la capacidad de regeneración que pueda mostrar el peronismo y en particular el kirchnerismo, es decir el sector más combativo a la actual administración.
En el plano financiero también mete ruido la fuerte apreciación cambiaria, que en pocos meses transformó a la Argentina en un país caro en dólares.
No está claro si es posible sostener el actual tipo de cambio, algo que además va atado a la posibilidad de levantar o no el cepo. En la medida que se mantengan las restricciones y que la apreciación de peso genere más problemas de competitividad puede transformarse en un tema de gran preocupación para la mirada de los inversores.
Pero posiblemente lo que se está mirando más de cerca hoy es la capacidad de la Argentina de pagar la deuda el año próximo, cuando vencen más de USD 10.000 millones con inversores privados.
A juzgar por el comportamiento de los bonos y la caída del riesgo país, lentamente se va imponiendo la idea que el Gobierno sí estará en condiciones de afrontar los futuros pagos y evitar un nuevo default.