En un contexto en el que el Gobierno está abriendo cada vez más la economía con el objetivo primordial de seguir bajando la inflación, y a pocos días de que el Indec dé a conocer el índice de precios de septiembre, mes en el que el rubro “prendas de vestir y calzado” suele dar más elevado que el promedio debido al cambio de estación, la Fundación Pro Tejer presentó un exhaustivo informe en el que no sólo muestra cómo los precios del sector acumulan, hasta agosto, subas inferiores al resto de los sectores, sino también que eso no ocurrió producto de las mayores importaciones, sino de la fuerte caída del consumo.
“Muchos afirman que la apertura comercial explica la caída de precios. Se considera que durante el gobierno pasado (2020-2023) la ropa era cara y aumentaba su precio porque la economía estaba cerrada. Pero 2020-2023 fue récord de importaciones, a pesar de la restricción externa, superando la gestión de Macri de mayor apertura comercial relativa. Crecieron las importaciones y aumentaron los precios. Entre enero y agosto de 2024, cayeron las importaciones con caída de precios”, explicó la entidad que dirige Luciano Galfione, en el mencionado informe.
Durante los primeros ocho meses del año, las importaciones de manufacturas textiles fueron de 116.237 toneladas, que representan una caída de 33% respecto de las 174.682 toneladas ingresadas en el mismo período acumulado del año pasado, según datos privados.
En cuanto a la evolución de los precios, el informe detalle que mientras que el rubro “prendas de vestir y calzado” acumulaba, a agosto, un alza de 61% respecto de los precios de diciembre, el promedio del IPC trepó 95% en ese mismo período. En línea con estos datos, y en vistas a la próxima publicación del Indec, desde la Pro Tejer explicaron que si el IPC de septiembre diera 4%, “la ropa debería aumentar más de 20% para alcanzar los aumentos del año del nivel general”. Y la ropa no mostrará ese incremento respecto de agosto.
Si se mide la variación de la serie histórica, se puede observar cómo el rubro prendas de vestir y calzado también se ubicó por debajo del promedio general. La suba acumulada entre diciembre de 2016 y agosto de este año da 5850% de incremento para el sector y 6.783% para el IPC general. Al considerar sólo la gestión de Mauricio Macri, los aumentos fueron de 136% y 183%, respectivamente; mientras que en la de Alberto Fernández, de 1.467% y 1.147%, respectivamente. Fue durante la pos pandemia que los precios de la ropa y el calzado se dispararon mucho más allá que el promedio general, en un contexto de gran escasez de oferta y alta demanda.
La Fundación explicó, una vez más, cómo mide los precios del sector el IPC del Indec y enfatizó que mide el precio de las prendas de venta minorista en locales comerciales, sin discriminar productos nacionales con importados. “Se basa en la estructura de consumo de 2004-05 (20 años atrás) y por eso mide principalmente shoppings, que tiene mayor participación importada”, explicó la entidad que nuclea a la industria textil.
Además, el informe destaca que “la ropa es uno de los sectores con mayor amplitud de precios y esto se explica por su comercialización. El 75% del precio que abona el consumidor final por una remera marca Premium en un shopping está vinculado a costos que no tienen que ver con la producción nacional, la rentabilidad de la industria y marca”. Finalmente, considera que el IPIM (Indice de Precios Mayoristas) resulta un indicador más apropiado para analizar precios de productos textiles y prendas producidas en el país, ya que permite aislar el precio en puerta de fábrica de los costos del comercio minorista.
La contracción del consumo
Frente a lo que muchos creen, que la inflación del sector cedió frente a un aumento de la oferta, los industriales del sector explicaron que la desaceleración de la suba de precios se debe a una fuerte caída del consumo interno, causada por el deterioro del poder adquisitivo. “La caída de las ventas redunda en un aumento del costo unitario, ya que los costos fijos deben prorratearse en menos unidades. Dificultad para sostener empresas en el mediano plazo”, señaló la Fundación en el informe.
De todos modos, la preocupación de la industria textil, y de todos los sectores que producen localmente, es lo que pueda suceder cuando la economía comience a reactivarse y, con ella, también las importaciones. Por ahora, las compras al exterior están contenidas porque el mercado está planchado, pero lo que temen los productores nacionales es que lo importado comience a reemplazar a lo producido internamente en los próximos meses, si es que la demanda empieza a dar señales positivas, de la mano de una recuperación del salario real.
En este contexto, desde Pro Tejer remarcaron que necesitan de una política comercial que defienda una “competencia justa” con los productos importados. Y mencionaron: medidas antidumping y salvaguardas (que hoy están en proceso de revisión); valores criterio; controles físicos en la Aduana; normas técnicas de cuidado de la salud del consumidor; cumplimiento del etiquetado y la Ley de Talles; y medidas para evitar el dumping social. Estas últimas cuatro, precisó la fundación, están “suspendidas, eliminadas o no implementadas”.