Los indicadores económicos continúan reflejando la posibilidad de dos lecturas: una fundada en la tasa de aumento o recuperación y otra en la persistencia de la caída, en particular en lo referente a la industria, el comercio y la construcción, principalmente, pese a hasta que se cumpla el primer año del nuevo gobierno se trata de dos momentos bien diferentes: uno influido por el cambio de reglas de juego desde diciembre 2023 con sinceramiento cambiario, tarifario y drástico recorte del déficit fiscal que fundamenta la desaceleración de la inflación, y otro, el de la presidencia anterior dominado por el “Plan Platita”, abuso de subsidios y aceleración del ritmo de suba de los precios.
El último índice general como el Estimador Mensual de Actividad Económica del Indec (EMAE) correspondiente a julio, es un claro ejemplo de lo anterior: la tasa de variación respecto del año previo mantuvo la caída -con la única excepción en mayo-, y aumento en el cotejo con el mes anterior -la tercera en el año, y la más alta para ese período en 12 meses.
Esa dicotomía eclipsó un fenómeno no menor: los tres sectores que en julio superaron con holgura el nivel de actividad de julio 2023 tienen el común denominador de ser generadores netos de divisas, sea a través de la exportación, como en los casos del Agro (favorecido por la recuperación de las cosechas, luego de una brutal sequía en el ciclo previo), la actividad extractiva de Minas y Canteras, y la producción de Electricidad, Gas y Agua (los dos primeros con aumento de ventas al exterior y en particular sustitución de importaciones).
Por el contrario, los que mantienen signo negativo se caracterizan por ser netos demandantes de divisas por importaciones directas e indirectas, en particular la Industria y las actividades no transables.
“Una medida como esta genera externalidades muy positivas, menos inflación y más reputación, ya que se honran los intereses de la deuda”
Esas diferencias no son menores, no sólo por la necesidad de divisas del Gobierno nacional para afrontar los compromisos externos y revertir la posición neta de reservas negativas en el Banco Central, sino porque la sequía que vuelve a afectar al agro va a limitar la generación de divisas el año próximo. De ahí que Infobae entrevistó a Salvador di Stefano, quien se presenta como “consultor en economía y negocios. Hacemos trabajos de proyecciones económicas, valuaciones de empresas, e indicadores financieros para la toma de decisiones. Inversiones, en el marco de una mirada trasversal entre el individuo y su empresa”, para conocer su mirada sobre el presente y expectativas.
— Gobierno cumplió en tiempo, aunque cambió la forma, con la presentación del Presupuesto 2025 al Congreso ¿Cuál fue la conclusión de su primera lectura?
— Lo más importante es que presentó un déficit fiscal cero. Esto implica que, si hay déficit, se bajarán gastos, y si hay superávit, en una primera etapa se reduce deuda. Si persiste el superávit, se reducirán tributos. Es un cambio de reglas muy beneficioso para el país. Necesitamos orden y previsibilidad, eso te lo va a dar el déficit cero.
Una medida como esta genera externalidades muy positivas, menos inflación y más reputación, ya que se honran los intereses de la deuda.
Esto activará el crecimiento económico y hará más pagable la deuda, ya que bajará la relación deuda/PBI.
La deuda argentina suma USD 403.052 millones, pero de ese total, USD 186.806 es deuda entre agencias del Estado. Por ende, la deuda exigible es de USD 216.246 millones y representa el 37,2% del PBI, según datos del Ministerio de Economía.
— ¿El equipo económico subestimó la partida para el pago de intereses de la deuda, como alertó el exministro Domingo Cavallo?
— Es probable. Los presupuestos son presupuestos, con muchas partidas que generan dudas. Esto pasa con los intereses, también con la recaudación esperada de derechos de exportación.
Lo más importante es lo conceptual, el déficit será cero. La deuda por vencer en 2025 suma USD 9.101 millones de capital y USD 10.358 millones de intereses. Los intereses se pagan con ingresos fiscales, el monto a vencer de capital debería ser fácilmente renovable.
El Gobierno dice que saldrá al mercado de capitales en 2026, pero yo creo que antes va a conseguir fondos a una tasa razonable. Los bonos argentinos tienen espacio para una gran suba.
— ¿Se entusiasmó Economía con la brusca desaceleración de la inflación mayorista en agosto y la proyectó para los precios al consumidor en lo que resta del año y el próximo?
— La inflación es un fenómeno monetario. En la medida que los precios regulados cedan, es muy probable que la inflación siga cediendo. En nuestro caso, vemos para 2025 una inflación del 28% anual. Seguramente este pronóstico será una anécdota, pero está claro que vamos hacia una fuerte baja en el ritmo de aumento de los precios.
“Los empresarios deberán calibrar los flujos de fondos y ser muy cuidadosos con las tasas de financiamiento que tomen”
Los empresarios deberán calibrar los flujos de fondos y ser muy cuidadosos con las tasas de financiamiento que tomen, ya que podrían convalidar tasas de interés muy positivas que les generen perdidas groseras en los estados de resultados.
En los últimos 4 meses del gobierno de Alberto Fernández, la inflación mayorista y minorista fue del 11,6% anual, en los últimos 4 meses de Javier Milei, la inflación minorista promedio fue del 4,2% mensual y la mayorista del 2,8% mensual, un avance impresionante. La inflación en dólares para el período 2024 la estimamos en 70% anual, mientras que para 2025 se ubicaría en menos 1,4 por ciento.
— ¿Qué efectos sobre la economía argentina cabe esperar de la baja de la tasa de interés de la Reserva Federal de los EEUU?
— La baja de tasas de interés en los Estados Unidos hará más amigable el ingreso de fondos al mundo emergente. El riesgo corporativo argentino ya muestra una baja interesante, las obligaciones negociables a plazos de siete años rinden un dígito porcentual anual. Solo falta que acompañe el riesgo país.
Por otro lado, la pendiente de la curva de tasas en Estados Unidos comienza a aplanarse y podría pasar a positiva. Eso nos haría más optimistas a futuro. Estados Unidos podría crecer, la inflación bajaría y las tasas caen. ¿Qué mejor escenario para la Argentina?
— ¿Cuáles cree que son los puntos fuertes del Presupuesto 2025 que ve cumplibles?
— Creo que el Gobierno va a cumplir con el superávit fiscal, la eliminación de subsidios a la energía y combustibles, y el recorte en obra pública se va a consolidar.
— ¿Y los débiles?
— Argentina enfrenta un año de sequía. La campaña 2024/25 puede lograr menos cantidades de granos que las cosechas anteriores. Esto implica menos ingresos fiscales y de dólares al Banco Central. El campo dejará de generar riqueza, esto impactará sobre grandes centros urbanos y afectará sobre el ecosistema agro. Esto implica un fuerte impacto en toda la industria de la maquinaria agrícola, siderúrgica, agronomías, semilleros, construcción y todo lo relacionado al mundo agro.
“La campaña 2024/25 puede lograr menos cantidades de granos que las cosechas anteriores”
Si el Gobierno no procede a tomar recaudos, deberá bajar el gasto para lograr déficit cero y, en algún momento, deberá llevar adelante alguna política de Estado para paliar la crisis del campo, que se transformará en financiera, con alto impacto social, en especial en la zona núcleo y todo el norte argentino. Los bancos tendrán que soportar fuertes incumplimientos y suba de la morosidad.
— Los analistas, y en particular los economistas de las calificadoras de riesgo soberano le dan singular importancia a que el Presupuesto sea votado en tiempo y forma por el Congreso, pese a que en la Argentina de los últimos 40 años la mayoría de las veces se lo trata como “un trámite”, porque regularmente ha sido inconsistente y desvirtuado por la discrecionalidad del poder de turno ¿Usted cómo lo analiza?
— Me parece relevante que todo el arco político vote la ley de leyes, que es el Presupuesto. Las anteriores gestiones despreciaron al presupuesto, creo que es hora de que tenga la jerarquía que se merece. Si pretendemos ser un país serio, debería estar votado antes de fin de año por las dos Cámaras.
— ¿Qué piensa de los recaudos que se toma el Gobierno para levantar todas las restricciones cambiarias?
— El Gobierno heredó reservas negativas por USD 11.000 millones y pasivos monetarios totales por $31,2 billones. Con el paso del tiempo y el impacto del interés compuesto, tenemos pasivos monetarios por $47,7 billones, de los cuales $23 billones son base monetaria y $24,7 billones están compuestos por LEFI y depósitos en el BCRA. Hasta tanto esos pesos no sean demandados por el mercado, las reservas no lograrán estar en positivo y la inflación se instalará en niveles del 0% como dijo el presidente Javier Milei.
Luce poco probable que salgamos del cepo. La inflación del 0% surge de una inflación en pesos del 2,5% mensual y una inflación inducida del 2,2% por la devaluación del peso, más una inflación mundial del 0,3% promedio por mes.
— ¿La acumulación de reservas para llevarlas a terreno neto positivo dejó de ser una preocupación del equipo económico?
— De ninguna manera. Creo que están trabajando en un plan de financiamiento que mostrará resultados en breve, vía la llegada de fondos de organismos financieros internacionales, un nuevo acuerdo con el FMI que puede traer desembolso de fondos, aunque no creo que llegue a los 11 dígitos.
En la medida que nos acerquemos a un índice de riesgo país de 1.000 puntos básicos, llegará el financiamiento voluntario del mercado. No descartemos que algún país europeo acerque algún financiamiento en DEG (la moneda del FMI) para pagarle al Fondo y no sacrificar reservas en dólares.
“En la medida que nos acerquemos a un índice de riesgo país de 1.000 puntos básicos, llegará el financiamiento voluntario del mercado”
— ¿Es necesario acumular reservas y obtener fondos frescos de organismos y bancos internacionales, para poder liberar el mercado de cambios, o esa exigencia desaparece si el Gobierno mantiene una estricta disciplina fiscal y emisión monetaria cero?
— Tenemos que capitalizar el Banco Central, eso se logra con superávit fiscal o con venta extraordinaria de activos en manos del Estado (podríamos comenzar con Aerolíneas Argentinas, ¿verdad?). Cuando tomamos deuda, ingresan dólares en el activo y obligaciones en el pasivo. Si ingresan dólares de la exportación como contrapartida, se emiten pesos, que luego se retiran con venta de dólares alternativos. En resumen, solo se capitaliza el Banco central con el esfuerzo de los argentinos.
— ¿Cómo imagina el día después de la liberación plena del mercado de cambios?
— Como un volver a nacer. Vivimos muchos años con cepo. No obstante, deberíamos festejar que estamos viviendo con superávit fiscal, pero parece que muchos no tienen memoria, se parecen a Dory, el pescadito que se olvida de todo en la película Nemo.
— ¿Qué cabe esperar en lo que resta de 2024 en materia de actividad e inflación?
— La actividad ha comenzado a dar señales de recuperación en un marco de gran dispersión. La inflación se acomoda a la baja, y podríamos terminar el año con una inflación comenzando con el número 2. Sería una gran noticia que bajen los combustibles, señal de que no hay más subsidios y que las empresas toman riesgos.
— ¿Una reflexión final?
— Las empresas se mueven en el mercado espejándose con el desempeño que tenga el Estado. Durante los últimos 13 años estuvimos con gobiernos con déficit fiscal, y en especial el último de Alberto Fernandez, con déficit fiscal, subsidio de energía, combustible, emisión monetaria, alta inflación, tasas de interés negativa contra la inflación y descapitalización del Banco Central. Los empresarios ganaron mucho dinero con este modelo de derroche.
“Con gobiernos ineficientes, los empresarios, haciendo muy poco, ganan dinero”
Actualmente, tenemos un modelo de superávit fiscal, quita de subsidios, sin emisión monetaria, baja inflación y revalorización del peso. Esto implica que el sector privado tiene que ser competitivo, y si no puede serlo, tendrá que replantearse el camino a seguir.
Con gobiernos ineficientes, los empresarios, haciendo muy poco, ganan dinero. Con gobiernos eficientes, los empresarios deberán ser competitivos. No llega un cambio de época, lo que tenemos por delante es una época de cambios permanentes y constantes que van a beneficiar al consumidor.