La calificadora de riesgo Moody’s dedicó un análisis al desempeño del gobierno de Javier Milei en el que consideró que el plan de consolidación del gobierno “es positivo desde el punto de vista crediticio” y el presidente “respalda las iniciativas para corregir los graves desequilibrios que afectan a la economía argentina”.
Además, sostuvo que la estricta política fiscal del Presupuesto de 2025 “seguirá apoyando la corrección de los graves desequilibrios macroeconómicos”, pero resaltó que la reducción del gasto público continuará enfriando la demanda interna y aliviando las presiones inflacionarias.
La agencia advirtió que “el gobierno enfrenta un dilema político, porque planea eventualmente liberar la economía y pasar a un tipo de cambio oficial determinado por el mercado, pero al hacerlo corre el riesgo de que repunte la inflación tras casi un año de avances logrados”. Asimismo, sostuvo que las presiones externas sobre el precio del dólar y las reservas internacionales son desafíos persistentes. “La probabilidad de un incumplimiento en forma de canje de deuda forzoso sigue siendo alta hasta finales del próximo año”, remarcó la calificadora.
La política fiscal
La consolidación fiscal es la piedra angular del programa de Milei. Desde incluso antes de asumir, el actual Presidente identificó el rojo de las cuentas públicas como uno de los principales problemas de la economía argentina. A partir de ese diagnóstico, el gobierno llevó adelante un notable ajuste del gasto (-28% i.a. real hasta julio), que más que compensó la caída en los ingresos (-5%) y le permitió al sector público nacional obtener un superávit primario en todos los meses -y financiero en los primeros seis-, algo que no sucedía desde 2008, advirtió por su parte un informe local, de Invecq.
El férreo compromiso con el equilibrio fiscal, tanto presente como futuro, señaló la consultora que encabeza el economista Esteban Domecq, ha sido un factor clave en el proceso de desinflación actual -que, de todas formas, parece haber encontrado un límite difícil de perforar en torno al 3,5%-4% mensual-; y también fue importante para el anclaje de expectativas. “Esto le permitió al Tesoro, entre otras cosas, volver a financiarse vía títulos a tasa fija”, destacó el informe.
No se trata de un logro menor, dados los antecedentes. “Cabe recordar que, durante 2023, era casi una utopía: solo el 12% de lo colocado hasta noviembre pasado fueron instrumentos no indexados. En cambio, el 92% del endeudamiento en pesos de mayo-septiembre 2024 se explicó por la colocación de LECAP a tasa fija”, dice un pasaje del informe.
Las Lecaps son letras que capitalizan interés de forma mensual -en base a la TEM de la licitación primaria-, y amortizan el total (el capital más los intereses) al vencimiento. Esto, que podría ser considerado un tecnicismo irrelevante, es importante para el logro del “déficit cero” del gobierno: como se trata de una capitalización, los intereses que se van generando mensualmente no se devengan ni se pagan mes a mes, sino que se suman al capital y se cancelan al final del período. Esto significa que, para las cuentas fiscales, no hay impacto alguno ni en base devengado ni en base caja.
“Desde que volvieron a licitarse en marzo, las Lecaps ya generaron intereses por más de $10 billones -a precios corrientes-, que van junto al capital ‘por debajo de la línea’; es decir, que no aparecen en la partida ‘intereses netos’ del informe mensual de ingresos y gastos del SPNNF. En otras palabras: la trayectoria fiscal hubiera sido -y sería- otra de no ser por las características propias de las Lecaps.
2Si se hiciera un ejercicio hipotético en el cual se devengaran y/o pagaran mensualmente estos intereses, que en realidad se capitalizan, entre marzo y diciembre surgiría un gasto financiero equivalente a 1,2% del PBI. Pero como las licitaciones de LECAP continuarán en los próximos meses, proyectamos que el año terminaría cerrando con una cuenta de intereses hipotética de 1,5% del PBI. Esto significa que, si los instrumentos utilizados en el programa financiero en pesos hubieran sido otros, que no capitalizaran los intereses, el resultado fiscal proyectado para fin de año pasaría de un superávit de 0,4% a un déficit de 1,1% del PBI” (esto es, un vuelco de 1,5% del PBI), observó Invecq, que acompañó ese señalamiento con un gráfico explicativo
Qué puede pasar a futuro
Extendiendo el análisis, el informe subrayó que la dinámica “puede volverse preocupante hacia adelante”. En primer lugar, dado que su colocación ha ido in crescendo, el ejercicio anterior empeora si se extrapola solamente lo acumulado en la última parte de 2024, que promedia el 0,25% del PBI por mes en intereses no devengados.
“De mantenerse este ritmo, la carga por intereses podría trepar a 3% del PBI en un año. Llegado a este punto, es útil hacer un razonamiento muy simple: la cuenta de intereses pagados proyectada para este año estará en la zona de 1,8% del PBI mientras que el año pasado fue de 1,7%. ¿Cómo es posible que luego de haberle transferido buena parte de los pasivos remunerados del BCRA al Tesoro no haya ocurrido un salto en la cuenta de intereses del Tesoro? La explicación está en la particularidad de los intereses capitalizables”, explicaron desde la consultora.
“A su vez, tampoco luce muy consistente con las proyecciones de inflación del gobierno. Si se cumpliera la hipótesis de convergencia y la inflación descendiera al 0%-1% m/m en los próximos meses, ¿por qué las TEM ofrecidas rondan el 4%? Incluso las más largas, por ejemplo, la licitada esta semana, con vencimiento en un año”, se preguntaron los especialistas.
“Si bien es importante garantizar un rendimiento real positivo, las tasas actuales lucen sumamente altas de concretarse el anhelo del equipo económico. La convalidación de estas tasas podría entenderse como una concesión del equipo económico a un gobierno que le cuesta internalizar el sendero de desinflación rápida en los próximos meses”, apuntaron.