El Gobierno celebró que en julio el índice Ripte, que es una de las mediciones que realiza el Estado para registrar cuál es la variación salarial, avanzó a un ritmo más rápido que la inflación de ese mes. El último dato publicado por la Secretaría de Trabajo dio cuenta de un crecimiento nominal de 6,6%, por encima del 4% que había mostrado el IPC de ese mes.
Según destacaron desde el equipo económico, se trataría del quinto mes consecutivo en que el Ripte avanza más rápido que el ritmo inflacionario. La mejora en términos reales de julio habría sido, así, de 2,5 por ciento. En junio había sido 6,1% (contra 4,6% del IPC), en mayo 7,3% (contra 4,2% de la inflación), en abril 16,1% (en comparación con el 8,8% que informó el Indec) y en marzo 14% versus 11% de suba general de precios. En diciembre, enero y febrero el Ripte había tenido caídas marcadas frente al IPC.
No es la única manera que tiene el Estado para medir la variación de los salarios, incluso para algunos analistas es el indicador menos representativo de los tres que, tipicamente, suelen mirarse para evaluar la evolución de los ingresos. En el caso del Ripte, mide la variación de los ingresos “estables” de la economía, es decir aquellos asalariados que hayan tenido continuidad en su puesto de trabajo en los últimos 13 meses.
Según destacaron desde el equipo económico, se trataría del quinto mes consecutivo en que el Ripte avanza más rápido que el ritmo inflacionario. La mejora en términos reales de julio habría sido, así, de 2,5 por ciento.
La propia Secretaría de Trabajo aclara en la publicación de ese indicador que “no refleja necesariamente la evolución de los salarios del empleo registrado privado”. “Este indicador fue elaborado como un insumo para determinar la movilidad jubilatoria (uno de los dos indicadores salariales que utiliza el índice de movilidad) pero no necesariamente refleja el comportamiento de los salarios correspondientes al empleo asalariado registrado del sector privado”, aclararon.
Se trata de un muestreo menos amplio que el índice de salarios que publica –también con frecuencia mensual– Indec. En ese informe el organismo estadístico desagrega al mercado laboral entre formal privado y público, por un lado, e informales por otro.
El último informe del organismo estadístico reflejó, también, una tendencia de recuperación del poder de compra de los ingresos tras el golpazo de diciembre, enero y febrero. El salario promedio de los trabajadores tuvo un incremento del 6,2% en junio, con lo que superó por 1,6 puntos porcentuales a la inflación de ese mes. El ingreso medio de los trabajadores finalizó el primer semestre del año con una variación del 84,3 por ciento. En ese mismo período, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró un alza del 79,8 por ciento.
Al observar la película interanual, es decir entre junio de 2023 y junio de este año, la brecha entre la velocidad a la que avanzaron los salarios y a la que lo hizo la inflación es aún más grande: los ingresos laborales tuvieron un aumento nominal promedio del 216,3%, mientras que la inflación fue del 271,5% en ese mismo período. Esto implica que en el transcurso de los últimos doce meses los ingresos de los trabajadores perdieron por 55,2 puntos porcentuales contra el IPC.
Al interior del universo del mercado laboral se observan distintas realidades. La peor parte se la llevaron el último año los asalariados informales, que tuvieron un incremento nominal interanual del 159,3% en junio. Ante una inflación de ese período de 271,5%, la conclusión es que en el último año los trabajadores informales perdieron por 112,2 puntos contra el IPC. Los especialistas suelen hacer un asterisco sobre el segmento informal: que el muestreo oficial suele tener unos cinco meses de rezago, por lo que es posible que los datos de junio correspondan a una “foto” de ingresos de una etapa más temprana del año.
El Ripte no es la única manera que tiene el Estado para medir la variación de los salarios, incluso para algunos analistas es el indicador menos representativo de los tres que, tipicamente, suelen mirarse para evaluar la evolución de los ingresos
Una tercera forma de medir la evolución salarial es a través del informe del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) que también realiza la cartera laboral mensualmente y que contempla trabajadores formales públicos y privados. Además de medir la cantidad de puestos de trabajo, ese reporte aborda cuáles son es el nivel de salario real en el sector asalariado privado, que según Trabajo hacia julio lograron “recuperar casi la totalidad del poder adquisitivo perdido desde diciembre de 2023″. En el peor momento de esa secuencia, llegaron a caer 11,4% en diciembre tras la devaluación y en julio la diferencia respecto a noviembre sería de 0,3 por ciento.
La recuperación del poder de compra del salario se da en un contexto de deterioro de los indicadores laborales. Ese mismo muestreo de la Secretaría de Trabajo indicaba hace algunos días que la cantidad de empleados asalariados en el sector privado completaron en junio pasado 10 meses consecutivos de caída y que desde el cambio de Gobierno, según la información disponible, se perdieron 136.000 puestos de trabajo en este segmento del mercado laboral. Este jueves el Indec dará a conocer la tasa de desempleo del segundo trimestre del año. En el primero fue de 7,7%, un incremento respecto al 5,7% del cierre de 2023 y el 6,9% del mismo trimestre del año anterior.
Un informe del economista Nadín Argañaraz, alejando algo más el zoom sobre el estado del mercado laboral, observó cuáles fueron los modos de empleo que más crecieron en los últimos tres años: “Crecieron el Monotributo Social (59,1%), Monotributo (29,3%), Autónomos (6,1%), Asalariados Privados (5,6%), Asalariados Públicos (5,0%) y Asalariados de casas particulares (-4,3%). Esto implica que los asalariados privados explican el 27,0% del aumento, los dos monotributos el 59,2% y los asalariados públicos el 13,6%”, indicó.