El áspero y por momentos grosero cruce entre la ex presidente y ex vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y el actual mandatario argentino, Javier Milei, terminó, al menos por ahora, con la “clase particular” que el jefe de la Casa Rosada dijo obsequiarle ad honorem a CFK en su discurso de cierre de la Convención del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), en Mendoza.
Allí, el presidente se dirigió en varias oportunidades a su dos veces antecesora, a quien aconsejó asesorarse mejor en economía, amén de echar dudas sobre su condición de abogada.
En un discurso de casi 10.000 palabras, Milei citó tres economistas poco conocidos para el gran público pero héroes de la “Escuela Austríaca” de Economía. El primero, bien avanzada su exposición, fue Richard Cantillon, de quien citó el “efecto Cantillon” que -dijo- “tiene que ver cuáles son los precios que suben primero y cuáles son los que vienen atrás”.
Por ejemplo, señaló, “si ustedes tuvieran una situación de caída en la demanda de dinero (…) no demandan dinero doméstico, ¿qué van a demandar? (…) En principio van y demandan dólares, o sea, hacen un cambio de portafolio, entonces salta el precio del dólar, ¿por qué? Porque es un activo financiero, ese ajusta rápido (…) Una vez que pasó eso sube el precio de los transables, después de los mayoristas, después el de los minoristas y por último el salario. Por eso, cuando Uds tienen un evento de estas características, destruye a los trabajadores”.
Qué determina los precios
En esa secuencia, explicó, “no es que el dólar hace que los precios suban, no; es un indicador temprano (…) y además no siempre puede ser así (…) lo que puede haber pasado es que ustedes aumentan la oferta de dinero y alimentan la demanda de bienes; entonces suben lo que vendrían a ser los precios minoristas, eso presiona sobre los mayoristas, después sobre los salarios y como después no les dan los números si no es competitivo, salta el tipo de cambio (…) Todo depende de donde se generó el exceso de oferta”.
Por eso, cerró la referencia, “señora: es una burrada decir que el tipo de cambio es el que determina el resto de los precios”.
Richard Cantillon fue un economista franco-irlandés de fines del siglo 17 y principios del 18 (ergo, previo a Adam Smith), autor de “Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general”, obra que William Jevons, otro economista clásico, consideró “la cuna de la Economía Política”.
Según el Mises Institute, uno de los centros de irradiación de la Escuela Austríaca, Cantillon fue el primero en demostrar la falsedad de la idea mercantilista según la cual el aumento de la oferta monetaria (entonces vista como la acumulación de oro y plata) aumenta la prosperidad de una economía. El resultado de esas políticas, dicen los austríacos, “es una guerra monetaria mundial en la que se imprime cada moneda en un esfuerzo por implementar una expansión económica mediante una política de empobrecer al vecino, otra idea ampliamente desacreditada”.
Según el Mises, Cantillon fue el primero en desarrollar la teoría del mecanismo precio-especie-flujo que demuestra que un país que recibe una gran cantidad de dinero nuevo termina sufriendo un aumento general de precios.
“Algunos tipos de bienes pueden producirse en el país o importarse de otros países. Como el nuevo dinero hace que los precios nacionales suban, hay una mayor tendencia a comprar bienes importados y, por tanto, el dinero se envía a otros países, de este modo, Cantillon demostró que las industrias nacionales que se benefician y se expanden con el aumento de la oferta de dinero acabarán arruinándose porque su capacidad ampliada dejará de ser rentable frente a la competencia extranjera de bajo precio”, dice la entrada sobre el economista franco-irlandés.
Cuando hay un aumento de dinero que entra en una economía, explicaba Cantillon, “los primeros receptores se benefician, lo gastan según sus preferencias y eso hace que ciertos precios suban. Los vendedores de esos bienes se benefician del nuevo dinero, mientras que otros que sólo se enfrentan a precios más altos se ven perjudicados”
Cuando hay un aumento de dinero que entra en una economía, explicaba Cantillon, “los primeros receptores se benefician, lo gastan según sus preferencias y eso hace que ciertos precios suban. Los vendedores de esos bienes se benefician del nuevo dinero, mientras que otros que sólo se enfrentan a precios más altos se ven perjudicados”. Ese análisis sobre la inyección de dinero fue adoptado y ampliado por Ludwig von Mises y Friedrich Hayek como fundamento de la “teoría austriaca del ciclo económico” a la que adhiere Milei. Además, Murray Rothbard, el anarco-capitalista norteamericano cuya obra “Monopolio y Competencia” transformó la visión del presidente sobre la economía, escribió que Cantillon, por su análisis de las burbujas financieras del Mississippi y del Mar del Sur del siglo 18, debería tener “un lugar de honor entre los economistas”.
Amigo de Adam Smith
Otro histórico de la apodada “ciencia lúgubre” citado en el discurso presidencial fue el más conocido David Hume, un pionero del análisis monetario. Milei lo hizo al criticar la idea de CFK de que los precios internos resultan del precio internacional multiplicado por el tipo de cambio (en el caso argentino, el valor del dólar). El presidente consideró eso “una burrada total” ya que -insistió- “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”.
Hume, quien vivió entre 1711 y 1776, fue en verdad un filósofo escocés, amigo de Adam Smith, partidario de la escuela francesa del laissez faire (dejar hacer) que con apenas 28 años publicó su “Ensayo sobre la Naturaleza Humana”, sirvió como diplomático y escribió relativamente poco sobre economía. Sin embargo, hizo un aporte clave a la teoría monetaria al describir el “mecanismo de flujo metálico-dinero” que equilibra la balanza de pagos y los niveles de precios internacionales.
No importa qué cantidad de dinero haya en un país concreto, señaló Hume, cualquiera sea la cantidad es suficiente para hacer el trabajo del dinero y facilitar el intercambio de bienes, como expuso Milei.
El fundador
El tercer y último autor citado por el presidente en su “clase particular” a Cristina Kirchner fue Carl Gustav Menger, el verdadero “fundador” de la escuela austríaca de Economía. Nacido en la actual Polonia, por entonces parte del imperio Austro-Húngaro, Menger desarrolló en el siglo 19 la “teoría marginalista” de la economía que refutó la teoría “objetiva” del valor que habían desarrollado Smith y también, aunque con otra orientación, Karl Marx.
De hecho, la referencia de Milei apuntó a esa cuestión. Cristina y otros políticos y economistas, dijo, “creen que los precios se generan por un mark-up (margen de remarcación) sobre los costos, o sea, teoría objetiva del valor. Es decir, retrocedieron hasta antes de 1871. Le cuento algo: yo leí a Menger y estoy orgulloso de ser austríaco”.
A su muerte, Menger fue considerado por Joseph Schumpeter (el historiador y economista creador del concepto de “destrucción creativa” que también cautiva a Milei y lo hace un admirador de pioneros como Elon Musk y otros empresarios de la Tecnología), como un verdadero gigante de la economía. “Menger no fue alumno de nadie -escribió el también austríaco Schumpeter- y su teoría del valor, los precios y la distribución es lo mejor que tenemos hasta ahora”.
Corría el año 1921.