Tras la decisión de avanzar no sólo en el ajuste de tarifas sino, sobre todo, en la quita de subsidios a la energía en septiembre, el Gobierno aspira a llegar a fin de año con un nivel mínimo de cobertura del costo del servicio a cargo del Estado. En contrapartida, aspira a que los usuarios afronten casi la totalidad del precio de sus consumos. Si bien avanzó en ese objetivo desde principios de año, el proceso está todavía a mitad de camino: en gas y electricidad, antes del aumento de septiembre, hoy los usuarios cubren mediante el pago de tarifas menos de 40% del costo real. Salvo en el servicio de agua, en el que ya los usuarios pagan el 100%, el proceso de ajuste de tarifas viene con marchas y contramarchas aunque el foco en la reducción de subsidios se mantiene.
De tal manera que, de mantenerse constantes las condiciones hasta fin de año, la demanda —tanto la de los hogares como la industrial— terminará pagando a fin de año el 81% del costo de la electricidad y el 82% del gas natural. Eso es lo que estimó en un informe Gustavo Lopetegui, el ex secretario de Energía de la gestión de Mauricio Macri. El ex funcionario analizó el impacto de los ajustes realizados durante los primeros seis meses del año y advirtió que, si no existiera ningún factor que altere las previsiones, se llegaría a ese objetivo sin necesidad de nuevos aumentos, en términos reales.
“Para que esta proyección se sostenga, será crucial que el Gobierno siga ajustando el dólar sólo 2% mensual y que evite una devaluación”, apuntó el informe. Es un salto en el tipo de cambio impacta sobre los costos de producción y generación, lo que obligaría a nuevos aumentos por ahora no previstos.
En el caso de la electricidad, la demanda residencial pagaba, en promedio, solo el 22% del costo total en enero de 2024. Con los aumentos tarifarios aplicados en febrero ese porcentaje se elevó al 61%, cayó al 40% en mayo y luego del último ajuste, el porcentaje que paga la demanda trepa al 70% tras el último ajuste. Así, en noviembre, según el ex ministro, a fin de año se alcanzará la mayor cobertura de los últimos años.
Sin embargo, eso podría volver a modificarse en el próximo invierno, en la medida que la Argentina siga importando gas para cubrir la totalidad de la demanda en la temporada de bajas temperaturas.
La energía importada es más cara por lo que el costo monómico -como se mide en el sector- aumenta dado que la energía local no alcanza a abastecer el total de la demanda. En los meses de temperaturas más altas, se produce el efecto inverso ya que el costo promedio de generación de la energía consumida se reduce por la menor dependencia de las importaciones.
De ahí que, aun cuando en el invierno los costos subirán, se prevé que habrá una fuerte reducción respecto de este año y más aún respecto del año pasado ya que el avance de los gasoductos permiten reducir el volumen de gas importado y reemplazarlo por el fluído de Vaca Muerta, a un precio mucho más competitivo. Es lo que destacó Lopetegui en su informe, donde resalta que el pleno funcionamiento de los nuevos gasoductos, tanto los ya construidos como los que están en construcción, ayudarán a disminuir las importaciones de gas. Por ese motivo, el costo promedio del gas y el de la generación de electricidad el año próximo será menor. Como ejemplo, puntualizó que en 2023 el costo de generación de electricidad por mes fue de USD 73 por MWh mientras que este año se redujo a USD 67 y la estimación es que el año próximo podría bajar a USD 64 por MWh si aumenta la capacidad de inyección del Gasoducto Néstor Kirchner y entra el operación la reversión del Gasoducto del Norte para reemplazar gas proveniente de Bolivia.