La “bicicleta financiera” o el “carry trade”, como lo denominan en la jerga bursátil, goza de buena salud. En agosto creció de manera significativa la cantidad de inversores que decidieron volcarse a inversiones en pesos para aprovechar la estabilidad del tipo de cambio. El resultado, al menos en lo que va del mes, no los defraudó.
Por supuesto se trata al menos por ahora de apuestas de corto plazo, pero que reflejan al mismo tiempo que convalidan la jugada del ministro de Economía. A mediados del mes pasado, Luis “Toto” Caputo anunció que vendería parte de las reservas acumuladas a partir del 30 de abril para absorber pesos sobrantes. Y lo está cumpliendo.
El resultado no solo es el control de la cantidad de pesos que circulan, sino especialmente la tranquilidad de los distintos tipos de cambio. Tanto el dólar MEP como el contado con liquidación tuvieron leves fluctuaciones a lo largo del mes y se mantienen con cierta comodidad por debajo de los $1.300. El dólar libre se mantiene prácticamente planchado en la zona de 1.350 pesos.
Todo indica, además, que el Central está en condiciones de mantener esta estabilidad. Incluso muchos piensan que en septiembre los distintos dólares financieros podrían tener una caída adicional. El hecho de haber conseguido en agosto un saldo comprador en su intervención cambiaria (cerca de USD 550 millones hasta ahora) también sustenta esa tesis.
Por un lado se espera un significativo ingreso de divisas por el blanqueo, pero además están aquellos que quieren sumarse al Régimen Especial de Bienes Personales (REIBP), que permite pagar cinco años consecutivos a una alícuota del 0,45% anual. Esto implicaría que muchos salgan a vender dólares para poder cumplir con este pago en pesos.
Ante el escenario de tranquilidad cambiaria, las apuestas por opciones de corto plazo en pesos están a la orden del día. Una de las apuestas favoritas son las Lecap (letras de capitalización que emite el Tesoro), ya sea de manera directa o a través de fondos comunes que invierten en estos instrumentos a distintos plazos.
Se verifica una fuerte demanda en el mercado por activos en pesos. Pero por ahora se trata de una mayor demanda de activos en moneda local motivado por la estabilidad cambiaria, o incluso la caída que tuvieron los dólares financieros luego de los anuncios de mediados de julio. Por ahora, todo indica que este escenario podría sostenerse al menos por un tiempo más
Para las más cortas, con vencimiento en septiembre, el rendimiento llega al 44% anual. Se trata de una tasa todavía algo negativa en relación a la inflación, pero que es suficiente como para dar un interesante rendimiento en moneda dura, que al final del día es el parámetro que miran muchos inversores.
No es la única alternativa. También creció el interés por los bonos CER, es decir que ajustan de acuerdo al índice de inflación minorista. El último índice divulgado por el Indec, que arrojó 4% en julio, desató más demanda por estos instrumentos porque el dato terminó siendo algo mayor al esperado. Y la perspectiva es que será difícil que agosto perfore ese nivel.
Pero además son títulos que presentan tasas de interés positivas, es decir que le ganan a la inflación, lo cual los vuelve aún más interesantes. A medida que se alargan los plazos los premios son mayores. Claro que los más demandados son los más cortos, que rinden menos de 2% anual por encima del índice.
Otras opciones todavía más conservadoras son los plazos fijos que ofrecen los bancos o las cuentas remuneradas de las fintech. A pesar de cierto incremento en las últimas semanas, ningún banco paga arriba del 38% ó 39% anual. Y muchos de primera línea siguen abajo del 35%. En el caso de las fintech, la mayoría también paga debajo del 40%, con algunas pocas excepciones.
Es difícil leer este comportamiento de los inversores como una demanda genuina por instrumentos en pesos, sino que todo sigue supeditado a la posibilidad del Gobierno de mantener la tranquilidad cambiaria. Incluso la posibilidad que los dólares financieros caigan otro escalón adicional en septiembre.
Como siempre se trata de un juego algo peligroso. Si los tipos de cambio llegaran a pegar un salto, como sucedió a principios de julio, rápidamente esto provocaría un rápido desarme de posiciones en activos en moneda local. Pero por ahora todo indica que la paz cambiaria tiene algo más de recorrido por delante, aún a costa de debilitar al Banco Central por la venta de reservas.