La broma ya no es nueva, pero los analistas la sigue repitiendo: la soja es peronista. El precio internacional del principal producto de exportación de la Argentina está repitiendo en el comienzo del gobierno de Javier Milei la misma caída que tuvo en las gestiones de Fernando De la Rúa y Mauricio Macri, en oposición a los firmes valores que tuvo en los cuatro gobiernos kirchneristas, en particular, el segundo período de CFK.
A comienzos de año, la tonelada de soja en el mercado de Chicago rondaba los USD 480 dólares; en los últimos días tocó los USD 345, un 26% por debajo. Es el precio más bajos de la oleaginosa desde 2006. Y para la economía argentina es la peor noticia en varios frentes. Un cálculo de Aurum Valores lo explica fácil: con los precios de hace un año, se esperaba una cosecha de USD 18.500 millones; con los de esta semana, ese valor cae a USD 14.200 millones.
Esa diferencia implica que ingresarán USD 4.300 millones menos, el equivalente al 38% de lo que el país debe pagar de deuda a privados en 2025. Y eso quita una recaudación en carácter de retenciones por USD 1.400 millones, “una cifra similar a la que el gobierno espera obtener por el blanqueo”, explica Aurum. Así, menos soja implica menos reservas, menos recaudación y, por supuesto, menos actividad económica. Y esa debilidad, por supuesto, deja más lejos el principal objetivo del Gobierno: unificar el tipo de cambio y salir del cepo.
Pero el problema central no está en los 345 dólares por tonelada de esta semana sino en la proyección: a menos que haya un evento climático inesperado, el precio de la soja va a mantenerse en el nivel actual, por lo menos por lo que resta de 2024. ¿Por qué? Por un escenario internacional muy claro: hay mucha oferta por parte de los productores (EEUU, Brasil, la Argentina) y demanda en baja con algo de sobrestock en el principal comprador del mundo (China). Con ese panorama por delante, los precios no tienen otro camino que caer.
Si bien la liquidación se fortaleció en las últimas semanas, se estima que la Argentina tiene 25 millones de toneladas sin vender. Por suerte: si se pusiera ese stock en el mercado en poco tiempo, el precio podría caer aún más.
“Los precios de agosto en torno a los USD 350 por tonelada son bastante similares a los de septiembre de 2018 cuando la relación stock/consumo tocó máximos históricos similares a los que se proyectan este año”, señaló Aurum, recordando la caída en el gobierno de Macri. El análisis de esa relación indica que “en ausencia de eventos climáticos que deterioren la expectativa de cosecha la producción esperada difícilmente se modere”.
En esa línea, se prevé que “las futuras estimaciones del USDA traigan malas noticias para los precios agrícolas. O que se consoliden estas estimaciones de stocks excedentes lo que derivaría en expectativas de precios con pocos cambios en adelante”.
El analista especializado en agronegocios Salvador Vitelli, además de exponer la curiosidad de la “soja peronista” en un solo gráfico, coincide en que viene “un escenario de gran oferta en el mundo, con EEUU que encaminado a una cosecha récord en los últimos años” y buenos desempeños de Brasil y de la Argentina, que dejó atrás la sequía.
“Del lado de la demanda, desde 2021 China estaba mucho más presente con sus compras pero eso se empezó a cortar a partir de 2023, comenzó a retirarse del mercado. Ese mix produce la caída de precios. Mientras China se mantenga retirada del mercado no va a haber un escenario de alza de precios. La tendencia no es favorable para la Argentina”, señaló Vitelli.
Otros analistas, como Carlos Etchepare, coincide en el pronóstico. “El precio de la soja todavía tiene margen para seguir bajando, está dentro de los términos históricos razonables para la situación de oferta y demanda que se está viendo. No podrá recuperarse si no aparece ninguna crisis climática y hoy los pronósticos no están indicando eso” explicó a Canal E. “En el corto plazo no hay ningún indicador que permita alentar esperanzas de una recuperación importante,” consideró Etchepare.
Dos decisiones
Para acelerar las dos decisiones, la del productor a la hora de vender y la del exportador a la de liquidar, entra a jugar el factor de la competitividad. Y allí aparecen las retenciones, la brecha cambiaria y la carga impositiva. Cada vez que se habla de una tonelada que en el mundo cuesta 350 dólares, el productor argentino recibe alrededor de 270.000 pesos.
“El desplome del precio de la soja pega muy duro a las exportaciones agropecuarias en todo el mundo, pero más a la Argentina que tiene un descuento del 33% de derechos de exportación más el tipo de cambio diferencial”, explicó Santiago del Solar, ex jefe de Gabinete del Ministerio de Agroindustria en el gobierno de Macri.
Del Solar pone como ejemplo que un productor brasileño necesita la mitad de soja que su par argentino para comprar la misma máquina cosechadora. “La Argentina podría ser competitiva con los 360 dólares por tonelada si el productor recibiera los 360 dólares. Pero recibe menos de 200. Los derechos de exportación nos sacan de la cancha. Es muy difícil que haya un rebote de la producción agropecuaria con este nivel impositivo”, subrayó.
Ese escenario productivo se enlaza con precios que no van a mejorar: “Hay una oferta muy importante de soja y si no hay una falla en la cosecha de Estados Unidos o de Brasil en el verano sudamericano que viene, aparentemente no habría por qué haber una suba del precio, todo indica como que no sucedería”.