La multinacional argentina Techint le dio el jueves formato académico a la advertencia que la semana pasada había hecho su presidente, Paolo Rocca, en un foro de la industria siderúrgica latinoamericana.
Rocca había afirmado ante el Congreso del Acero Brasil, en San Pablo, que competir con China se volvió “sustancialmente imposible” debido a la “absoluta asimetría” de las relaciones económicas y comerciales entre las economías de la región y el gigante asiático.
“Durante los últimos 30 años, el surgimiento de China como potencia industrial global dominante, con la ambición de ampliar su área de influencia comercial, política y militar, ha contribuido sustancialmente a la primarización de nuestras economías”, dijo el líder de Techint.
No se trata, aclaró, de una competencia leal. “China -aseguró- no es una democracia, es un país con un sistema de gobierno autoritario y centralizado, que tiene la capacidad de asignar recursos a diferentes sectores de la economía en base a decisiones de conveniencia táctica y estratégica”.
Al respecto, citó un estudio de la Comisión Europea que enumera “anomalías que hacen que el sistema económico chino esté impulsado, en gran medida, por la intervención del Estado y del Partido Comunista Chino”, como ser amplia presencia de empresas estatales, simbiosis entre el Estado y el Partido, influencia del Estado y de las empresas estatales en las compras, distorsiones financieras, violaciones a la propiedad intelectual, restricciones a la propiedad de la tierra, ausencia de sindicatos independientes, reforzada con límites a la movilidad de las personas, y costo subsidiado de la energía, entre otras cuestiones.
“La aparente complementariedad entre una economía que necesita materias primas y quiere exportar productos manufacturados y nuestros países, con grandes recursos naturales (agrícolas y minerales) es absolutamente asimétrica. China gana y Brasil pierde”, le dijo Rocca a sus pares brasileños. “Las importaciones chinas ayudan a controlar la inflación en nuestros países, pero tienen un impacto negativo en nuestros sectores industriales; y tienen efectos aún peores sobre la inversión y el crecimiento”, subrayó.
Un documento interno de Techint que circuló en aquel encuentro, tiene un título aún más explícito: “La amenaza china para la sustentabilidad del sector siderúrgico de América Latina”. Allí precisa que la capacidad de producción de acero de China aumentó 690% desde el año 2000, hasta superar los 1.000 millones de toneladas anuales (y pasar del 15 al 54% del total mundial). En igual lapso, la producción siderúrgica latinoamericana aumentó 4 por ciento.
“El exceso de capacidad siderúrgica en el mundo, persistente y estructural, se debe a factores ajenos al mercado. Está impulsado por intervenciones gubernamentales, principalmente de China, que distorsionan el comercio y las inversiones globales, perjudicando la competencia y fomentando prácticas desleales (…) mediante la presencia de empresas estatales productoras de acero, medidas de apoyo estatal y otras prácticas que impulsaron inversiones y préstamos masivos e irracionales en el sector del acero (…) Todo ello llevó a la práctica generalizada de China de exportar productos siderúrgicos al resto del mundo en volúmenes significativos a precios basados en costos distorsionados por la injerencia estatal, lo que constituye comercio desleal”, dice el documento.
En el evento de ayer, al que convocó a expertos e investigadores, la advertencia de Techint se multilateralizó y tomó vuelo académico.
De la edición número 29 del “Seminario Internacional” organizado por el grupo participaron Richard Baldwin, quien fuera economista senior del Consejo Económico de la Casa Blanca y es actualmente profesor del prestigioso postgrado del Instituto de Desarrollo Gerencial de Lausana (Suiza), que habló de la fragmentación geopolítica en el comercio y las inversiones internacionales; Aaron Friedberg, profesor de la Universidad de Princeton (EEUU) , que se refirió al “pasado, presente y futuro” de las relaciones de China y EEUU; Margaret Myers, investigadora y sinóloga del “Diálogo Interamericano”, que expuso sobre los impactos y desafíos de la presencia china en América Latina, y el exministro de Producción y fundador de la consultora Abeceb, Dante Sica, que apuntó a los efectos sobre la Argentina. El moderador, al turno de preguntas y respuestas, fue Gerardo della Paolera, director de la Fundación Bunge & Born y profesor de la Universidad Torcuato di Tella (UTDT).
En la apertura del seminario, formalmente titulado“China y la reconfiguración del comercio y las inversiones internacionales“, Guillermo Hang, director del histórico ”Boletín Informativo” del grupo, dijo que en su relación con las economías en desarrollo y con América Latina, China está repitiendo el patrón centro-periferia que criticaba la Cepal y condenando a sus socios comerciales a la primarización de sus economías. Y lo hace, dijo, violando las normas del comercio internacional.
Richard Baldwin precisó cómo, en las últimas décadas, China se adueñó de las cadenas de valor industriales del mundo, al punto que hoy representa el 35% de la producción manufacturera mundial y supera por sí sola la producción conjunta de las 9 economías industriales que le siguen (ver gráfico, arriba).
Para Baldwin, no hay vuelta atrás: donde se posicionó China ya no hay lugar para el crecimiento de otras economías basadas en la exportación de valor agregado industrial. Lo que queda, afirmó, es la posibilidad de crecer a partir de la exportación de servicios a partir de una economía mundial cada vez más digitalizada.
A su turno, Friedberg enfatizó que pese a adherir a la OMC, China nunca dejó de lado su objetivo central: aumentar su poder y lograr hegemonía mundial preservando en todo momento el control en manos del Partido Comunista Chino. Y adelantó que en su próximo número la revista Foreign Affairs publicará una propuesta suya de creación de una “Defensa Colectiva” por parte de economías avanzadas y emergentes para salvaguardar sus industrias haciendo que China respete las normas del comercio internacional.
A diferencia de Baldwin, Myers señaló que si bien las exportaciones pueden no ser la principal fuente de crecimiento de China, son un “componente crítico” de su estrategia de expansión económica. Además, recordó un discurso de Xi Jinping al que asistió realizando estudios en China, en el que el actual presidente chino apuntó a dos cuestiones centrales: la inevitable rivalidad con EEUU a la que llevaría su crecimiento económico y su irrupción a lo grande en la escena internacional, y cómo hacer para que China logre -en el futuro- evitar la “trampa de los ingresos medios” que truncó el desarrollo de muchas economías en desarrollo y de la mayoría de las naciones latinoamericanas.
En América Latina, señaló Myers, China busca “descargar” parte de su sobrecapacidad productiva (respecto de su propia capacidad de absorción doméstica) y llevar a cabo estrategias de intervención económica, sea a través de crédito, adquisición de empresas ya existentes o inversión en nuevos proyectos, cada vez más selectivas. De hecho, un gráfico de un informe de Myers muestra, por caso, que en países como la Argentina, Bolivia, Guyana, Perú, y Surinam entre dos tercios y hasta 90 de sus inversiones son en actividades extractivas (ver arriba), aunque en pocos casos se trata de un aporte significativo en relación al tamaño de las respectivas economías. En el caso de la Argentina, precisa el gráfico, la inversión china equivale a apenas el 0,2% del PBI del país.
Algo parecido señaló Dante Sica, de Abeceb, que en presentación mostró como desde el punto de vista de la presencia económica externa, hay “por ahora, dos latinoaméricas”: con la Central y del Norte todavía más influídas por la presencia de EEUU, mientras que en Sudamérica China ganó una presencia externa dominante. Coincidiendo en parte con la lectura de Myers, el también exministro de Producción (lo fue durante el gobierno de Mauricio Macri) dijo que así como en Brasil y México, el gigante asiático privilegia las inversiones en industria e infraestructura (respecto de lo cual dio como ejemplo el anuncio de una importante inversión de Cofco, el trader de granos y alimentos chino, en el puerto de Santos, Brasil, para “sacar la soja sudamericana”. en la Argentina y Perú se concentra en cambio en las actividades extractivas.