El levantamiento del cepo al dólar es uno de los principales anhelos que tiene Javier Milei y uno de los reclamos de los inversores para ingresar a la Argentina, por lo que su persistencia es un tope al crecimiento de la economía. El Gobierno no dejó en claro aún una hoja de ruta para alcanzar ese objetivo, ni mucho menos cuál el esquema cambiario posterior, y los analistas mantienen sus dudas al respecto.
El documento titulado “Ni cepo ni liberalización completa: hacia una regulación prudente de los flujos de capitales”, elaborado por Suramericana Visión, el think tank fundado por el ex ministro de Economía Martín Guzmán, y el centro de investigaciones Fundar, resaltó la necesidad de que existan al menos un conjunto de regulaciones, una especie de “válvulas”, para proteger la economía de eventos que pongan en riesgo la estabilidad.
Los autores del trabajo advirtieron sobre los riesgos de que el gobierno actual avance en una liberación completa del mercado de cambios. “Cuando sea el momento, es probable que se haga mal”, indicaron. Por eso puntualizan que el país tuvo en las últimas dos décadas dos antecedentes de salida del cepo que terminaron en el regreso de las restricciones: la que se dio a partir de 2003 y el de inicios de 2016. El esquema más adecuado, en la visión de los autores, sería más parecido al de la salida de la convertibilidad que al de la gestión de Mauricio Macri.
El documento señala que la Argentina se movió entre posiciones extremas a la hora de plantear el nivel de apertura a los movimientos de capital internacional y a su integración financiera con el resto del mundo. En definitiva, hubo péndulo entre fuertes regulaciones y una liberalización indiscriminada.
El trabajo de Guzmán, Ramiro Tosi (ex secretario de Finanzas), Fernando Morra (ex secretario de Política económica), por el lado de Suramericana y Guido Zack y Pablo de la Vega, por Fundar, repasaron los problemas que trae a la economía ubicarse en cada uno de esos extremos.
“Por un lado, la autarquía financiera daña la inversión porque desincentiva el ingreso de capitales productivos. Por otro lado, la total desregulación de la cuenta financiera externa expone al país a movimientos de capitales abruptos que generan excesiva volatilidad cambiaria”, repasaron. Sin embargo, aseguran que esa disyuntiva “es un falso dilema”.
En concreto, Suramericana y Fundar plantean ir a un esquema que no esté caracterizado por cepos cambiarios ni por una liberalización total, sino por regulaciones que tengan en cuenta los posibles cimbronazos mundiales o los eventos disruptivos locales.
Serían “regulaciones de carácter prudencial, no como un esquema de transición, sino como un régimen permanente, que contribuirían a la estabilidad económica”.
Es en ese marco que proponen un conjunto de “válvulas” para graduar los flujos de liquidez:
- Desalentar los flujos de capitales especulativos de corto plazo. “Encajes por plazo o impuestos desde el 30% para fondos (menores a 30 días) decreciente a un plazo de un año”, ejemplificaron.
- Prevenir eventos disruptivos sobre el mercado de cambios. “Límites cuantitativos no restrictivos sobre el acceso al mercado de cambios en un período. Obligatoriedad de liquidar con plazos amplios (de 90 a 180 días sobre pagos superiores a USD 75.000.000 mensuales). Requisito de conformidad previa para el acceso al mercado de cambios en operaciones por encima de USD 3.000.000 mensuales (con límites específicos para sectores)”, enumeraron.
- Evitar la acumulación de riesgos sistémicos. “Regulación macroprudencial sobre la hoja de balance de diferentes agentes de la economía, incluido el sector público. Obligatoriedad de registración de ingresos y egresos de divisas al mercado local de cambios y de toda operación de endeudamiento de residentes que implique un futuro pago en divisas a no residentes”, detalló el trabajo.
“La pregunta es qué tipo de régimen es razonable para la argentina”, afirmaron desde Fundar y Suramericana. “Encontramos como muy útil el proceso de salida de la convertibilidad. Una estructura regulatoria que permitió entre 2003-2007 un esquema que protegía los flujos de muy corto plazo pero al mismo tiempo facilitaba transacciones. Es cierto que el orden macroeconómico no acompañó ese proceso”, añadieron.
“En síntesis, el país debe diseñar un esquema de regulaciones macroprudenciales y de los flujos de capitales que permita potenciar las posibilidades de desarrollo y la creación de valor a partir de inversiones orientadas a la economía real, en detrimento de las más volátiles inversiones de portafolio que producen apreciaciones del tipo de cambio real y rápidas reversiones que inciden en el crecimiento y la distribución del ingreso”, concluyó el trabajo