El derrumbe del precio de la soja abre un nuevo escenario que podría deparar sorpresas para el mercado cambiario, aunque la reacción de los exportadores es todavía incierta. Lo más concreto es que el precio de la principal commodity de exportación de la Argentina bajó ayer hasta los USD 360,5 por tonelada, su valor real más bajo desde 2006, antes de los precios récord que caracterizaron a partir del año siguiente la gestión económica del kirchnerismo. De mantenerse en esos niveles, la caída del precio afectará el flujo de ingreso de divisas y también la recaudación fiscal. Pero lo que es menos claro es si la tendencia bajista, que ayer se acentuó profundamente al perder unos USD 14 en la jornada, impulsará a los productores y exportadores a acelerar las ventas. O todo lo contrario.
Según las cifras del sector, donde advierten que las liquidaciones se han ralentizado, aún está pendiente el ingreso de unos USD 10.000 millones ya que de acuerdo a las estimaciones, al menos dos terceras partes de la cosecha todavía está sin vender.
Si bien los analistas financieros destacan que el inesperado desplome del precio internacional de la soja y maíz desde el pico de julio alimenta el actual nivel de liquidación que, caso contrario, podría ser más bajo, fuentes de la industria cerealera aseguran que el incentivo de los productores a liquidar es bajo. De hecho, el titular de la Cámara Aceitera que agrupa a los exportadores de cereales (CIARA-CEC), Gustavo Idígoras, afirmó públicamente que se le propuso al Gobierno una reducción de 8 puntos a las retenciones para garantizar el ingreso de al menos USD 5.000 millones en los próximos meses, plan que no sedujo al equipo económico.
“Es difícil que haya fuertes ventas, el sector está cómodo financieramente y aun cuando retener los granos no fuera la decisión óptima desde ese punto de vista,es la cobertura que el productor sabe manejar y la que más cómodo lo hace sentir. No tiene hoy necesidad de vender”, explicaron. Agregaron que el único incentivo decisivo sería un cambio en las condiciones de liquidación, es decir, una mejora del tipo de cambio, a través de una modificación de retenciones o un esquema al estilo “dólar soja”. “Eso, al menos por ahora, no está en el menú”, admiten en el sector.
Lo ratifican desde el equipo económico, donde aseguran que no sólo no está bajo estudio el pedido del campo de baja de las retenciones sino que no hay ningún debate respecto de ninguna medida en ese sentido. “No se toca nada. Los términos de intercambio y su impacto en las monedas de la región es algo que monitoreamos todo el tiempo”, afirmó un alto funcionario destacando a la pasada una de cal y otra de arena: si bien sigue cayendo el precio de la soja, al menos se recuperó el real brasileño, cuya cotización también venía cayendo, lo cual representaba una complicación más en el panorama cambiario y económico en general
“El equipo económico hizo una buena tarea en contarle al mercado que no va haber pesos pero todavía no termina de explicarle cómo va a hacer para que haya dólares”, opinó Juan Pablo Ronderos, socio de la consultpra MAP, en cuyo último informe se destaca que, si bien el volumen de generación de divisas es alto, el balance cambiario cerrará el año con un déficit de al menos unos USD 1.200 millones.
“Todavía tiene tiempo para hacerlo pero no la tiene fácil Si vemos el balance cambiario, las cuentas no terminan de cerrar aunque el saldo comercial sea positivo son muchos los usos que hay que darle. Al final del día, todavía hay que despejar esa incertidumbre, en la que tanto el mercado financiero como la economía real está poniendo el acento porque sin eso, se retrasa la salida del cepo o se sale con más riesgo”, opinó Ronderos.