El plan de emisión cero, que contempla esencialmente la intervención en el mercado del dólar financiero para contener la brecha cambiaria acaba de superar -al menos por el momento- el primer test tras el shock global que significó la caída de la Bolsa de Tokio. Con las cotizaciones del dólar Bolsa y CCL relativamente estables, el Gobierno ganó una pulseada en el frente que más lo obsesiona: evitar un salto del billete que altere las expectativas inflacionarias e influya negativamente en la formación de precios a pesar del derrumbe del consumo. Todo indica que con un índice de inflación de julio que las consultoras privadas ubican en promedio debajo de 4%, eso no ocurrirá. Sin embargo, también parece hoy poco probable una dinámica inversa para este mes. Es decir, que la inflación se ubique más cerca de 3% que de 4% en agosto. Esto porque al margen de cualquier incertidumbre que pueda crearse en torno a la estabilidad del dólar, este mes también impactará el ajuste dispuesto de tarifas. Ese efecto es, en comparación del peso que tuvieron en el IPC los primeros ajustes tarifarios del año, relativamente marginal pero, en un índice de inflación que apunta a un dígito bajo, todo impacto es determinante.
Es lo que asumen, por caso, en la consultora financiera Criteria, donde prevén que el aumento dispuesto en los servicios públicos para este mes sumará al menos 0,5 puntos porcentuales al IPC, lo que anularía cualquier posibilidad de que se ubique debajo del 3%, con más chances de que finalmente sume un punto más. Eso no quita, según Nicolás Max, director de Asset Management de la firma, que el equipo económico no logre la ansiada convergencia entre la tasa de inflación y la de devaluación a partir del mes próximo.
“Somos optimistas y, aunque no manejamos una proyección tan agresiva de baja de la inflación como la de Caputo, sí creemos que va a ser mucho más baja que lo que pronostica el REM (relevamiento de expectativas del mercado que publica el Banco Central)”, aseguró el experto. Según esas proyecciones, en agosto la inflación se ubicará en 4%. levemente por encima del 3,8% de julio, para volver a empezar con 3 en septiembre y octubre y bajar al 2,5% hacia fin de año. Es una estimación optimista aunque no tan optimista como la del ministro de Economía.
En un encuentro con supermercadistas hace pocas semanas, Caputo aseguró que en septiembre el índice de inflación tendrá un 1 adelante, lo que resulta improbable teniendo en cuenta el dato que se espera para agosto. En cualquier caso, ese anticipo del ministro se correspondería con el anuncio de reducir sustancialmente el impuesto PAIS a partir del mes próximo. Un recorte de 10 puntos porcentuales, tal como prometieron el funcionario y el propio presidente Javier Milei, dejaría espacio para un reacomodamiento de precios hacia la baja. “Podríamos ver índices negativos de inflación mayorista”, aseguraron en Criteria.
Lograr la convergencia de la la inflación con la tasa de devaluación en torno a 2% es un paso central para evitar una suba de la tasa de interés en pesos. Con un IPC en ese rango, la tasa actual quedaría en terreno claramente positivo, lo que a su vez contribuiría al escenario del levantamiento del cepo. Incluso, los analistas no descartan que en el contexto de la eliminación definitiva de los controles cambiarios, el Banco Central deba impulsar un ajuste hacia arriba de la tasa de interés para evitar mayores presiones cambiarias que, a su vez, repercutan negativamente en la inflación y se retome el círculo vicioso de los últimos años.
Existe, de todos modos, una gran diferencia respecto del ciclo hasta 2023: el equilibrio de las cuentas públicas y el cierre de las canillas emisión monetaria. En contrapartida, existe una gran similitud: la falta de reservas en el Banco Central, factor que ya no queda claro si es causa o consecuencia del cepo pero, en cualquier caso, dificulta su eliminación.