Aunque algunas mediciones muestran indicios de que la recesión habría tocado piso en el segundo trimestre del año, eso no es lo que está ocurriendo en el comercio minorista de pequeñas y medianas empresas (Pymes) que releva mensualmente la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
En julio, informó la entidad, las ventas minoristas pymes cayeron 15,7 anual (esto es, respecto de julio de 2023), acumulando un declive del 17% en los primeros siete meses de 2024 respecto de igual período del año pasado. Pero lo más revelador, para auscultar la coyuntura, es que las ventas medidas de forma “desestacionalizada” (esto es, eliminando los factores que hacen que ciertos meses sean comercialmente más propicios que otros) también cayeron, en este caso un 1,6%, respecto de junio, lo que indica que si bien el ritmo se atenuó, la caída continúa. Esto es, el comercio minorista pyme aún no tocó piso.
“Las pymes están intentando mantenerse a flote en un contexto económico financiero muy complejo”, dice el comunicado de la entidad.
Cabe notar, sin embargo, que el propio gráfico sobre la evolución del índice de ventas minoristas que acompaña el informe de CAME muestra que el índice del nivel de actividad comercial minorista, de 81,6 puntos, muestra una recuperación respecto del 77,6 de la medición de junio. Aún así, sigue siendo todavía 5,5% inferior al índice de ventas de diciembre y 10,5% inferior al de noviembre del año pasado.
No se vende
Los comerciantes relevados señalaron de modo inequívoco que el principal problema en julio fue la falta de ventas. En segundo lugar se ubicaron los altos costos de producción. A raíz de eso, el comercio minorista reclama la reducción de impuestos nacionales, provinciales y municipales “para devolver la rentabilidad al sector”.
“Los planes de financiamiento le devolvieron algo de dinamismo al mercado, pero es poco, porque la gente está menos dispuesta a endeudarse, especialmente si las cuotas conllevan interés, aunque este sea pequeño”, dice el comunicado de CAME, que subraya además que todos los rubros medidos registraron variaciones negativas en la actividad de julio, siendo las más acentuadas en Farmacias (-32,6%) y Perfumerías (-26,4%).
El relevamiento fue realizado entre el jueves 1 y el viernes 2 de agosto entre 1.276 comercios minoristas del país. Sector por sector, el panorama es el siguiente:
Alimentos y bebidas: Las ventas en el rubro de consumo más esencial y que más afecta a los sectores medios y de bajos ingresos más bajaron 20,9% anual en julio, a precios constantes y acumulan una caída de 21,7% en los primeros siete meses del año frente al mismo periodo de 2023. En la comparación intermensual disminuyeron 2,5%. El ramo bebidas fue el más golpeado, donde las ventas se desplomaron.
La gente reguló sus compras, aprovechó ofertas mayoristas, se pasó a segundas y terceras marcas o adaptó sus comidas a platos más económicos y rendidores. En el rubro almacén, fideos, arroz, polenta, fueron productos más buscados que lo habitual
“La gente reguló sus compras, aprovechó ofertas en los mayoristas, se pasó a segundas y terceras marcas, o adaptó sus comidas a platos más económicos y rendidores. En carnes, por ejemplo, hubo una merma fuerte, en todas las variedades (bovina, porcina y aviar). Mientras, en el rubro almacén, fideos, arroz, polenta, fueron productos más buscados que lo habitual”, precisa el informe de CAME.
Bazar, decoración, textiles para el hogar y muebles: El declive en julio fue del 16,1%, siempre a precios constantes, y lleva una caída de 17,5% en los primeros siete meses respecto al mismo periodo de 2023. En relación a junio, el retroceso fue 0,4%.
“Las ventas del sector no repuntan porque los consumidores consideran prescindibles la mayoría de esos productos. Lo poco que salió estuvo más vinculado al rubro textiles para el hogar, especialmente blanquería. En cambio, tuvieron escasa demanda las mueblerías, los locales de decoración y en bazar la venta se orientó a pequeños productos, con compras más de paso que planificadas. Es decir, la gente no salió a comprar, sino que pasó y adquirió”, dice el informe.
Calzado y marroquinería: El descenso fue del 8,8% anual, acumulando una caída de 11,6% en siete meses. Respecto de junio, la caída fue del 0,9%. En calzado, los más afectados fueron aquellos considerados no esenciales o de lujo (zapatos de alta gama, de diseño exclusivo y de moda. Los más prácticos y necesarios, como los zapatos escolares, los de trabajo, y los deportivos básicos y tuvieron más salida, señala el informe.
Farmacia: Como ya se indicó, las ventas retrocedieron 26,4% anual para acumular un retroceso aún más grande, del 29,2%, en los primeros siete meses del año, aunque la caída respecto de junio fue más moderada, de 2,8 por ciento. En particular, se resintió la venta de suplementos y vitaminas no esenciales y la de medicamentos de venta libre para afecciones menores, como analgésicos de laboratorios caros, remedios para el resfrío de marcas premium y artículos y accesorios como termómetros digitales, nebulizadores y humidificadores.
Perfumería: Registró la caída más abrupta, de 32,6% anual a precios constantes, casi idéntica al 32,5% de retroceso interanual acumulado en siete meses. Con niveles de venta previos ya tan deprimidos, el descenso intermensual fue más moderado, del 2,4%, pero sin dar certezas de que la recesión para el rubro haya finalmente tocado piso. “El sector se vio prácticamente paralizado en julio, con poca gente consultando. Productos como perfumes y fragancias salieron muy poco. Los comercios consultados destacaron que cada tanto aparecía una venta fuerte ‘que salvaba el día’. Tampoco fue un buen mes para cosméticos y maquillaje de marcas top”.
En el rubro de Ferretería, materiales eléctricos y de construcción indicaron que la gente está retrasando la compra de artículos más caros, por falta de crédito en las tarjetas o temor a su situación laboral. En el ramo eléctrico se vendieron muchas lámparas de bajo consumo
Ferretería, materiales eléctricos y materiales de la construcción: Las ventas disminuyeron 11,1% en julio, y registra una caída de 19,1% en los primeros siete meses del año comparado al 2023. En el intermensual se midió una suba del 1%. El sector continúa sin mostrar signos de recuperación, manteniéndose gracias a pequeñas obras, reparaciones y algunos cambios de electrodomésticos. Las personas están retrasando decisiones de compra de artículos más caros, por falta de crédito en las tarjetas o por temor a su situación laboral. En el ramo eléctrico se vendieron muchas lámparas de bajo consumo.
Textil e indumentaria: Las ventas cayeron 3,8% anual en julio, a precios constantes, pero aún acumulan un incremento de 3,7% en los primeros siete meses del año, siempre contra el mismo periodo de 2023. En la comparación intermensual, retrocedieron 2,6%. Hubo liquidaciones masivas de productos y mucha estabilidad de precios, pero igual se compró poco. Los comercios que venden con tarjetas concentraron las ventas con ese medio de pago. En algunos casos reportaron hasta 90% de sus operaciones con plásticos. Las mayores ofertas fueron por ventas en efectivo por la necesidad de hacerse de liquidez. En los negocios manifestaron la preocupación sobre qué sucederá con la ropa de la nueva temporada, si no comienza a reactivarse el consumo.
Qué hacer
Al ser consultados sobre qué medidas podrían implementarse a corto plazo para ayudar a las pymes, el 51% apuntó a la reducción de impuestos y 15,5% considera que habría que bajar las tasas municipales. Esto es, dos de cada tres comerciante reclaman alivio fiscal. En tanto, solo 13,1% cree que se necesita “estimular la demanda interna”.
Debido a las dificultades que enfrenta, el 34,3% de los encuestados dijo que debió reducir gastos operativos, 31,8% diversificó sus productos y 10,5% redujo las horas laborales, una respuesta “microeconómica” que, en el agregado y en un contexto recesivo, tiende a retroalimentar el problema.