Los halcones dolarizadores atacan de nuevo. Ahora es otra vez Manuel Hinds, ex ministro de Finanzas de El Salvador e impulsor de la dolarización en ese país centroamericano, quien critica fuertemente, en un paper publicado por la Universidad Johns Hopkins, de EEUU, el plan de “dolarización endógena del presidente Javier Milei.
La más reciente exposición de Milei sobre el tema fue el sábado 13 de julio, cuando anunció desde EEUU, donde asistía a una conferencia privada de ejecutivos y celebridades en Idaho, el programa de “emisión cero”, consistente en cerrar “la última canilla” y neutralizar la emisión de pesos derivada de la compra de dólares del superávit comercial. Algo que luego el ministro Luis Caputo explicó más en detalle, también desde EEUU.
En un paper de la Serie “Estudios en Economía Aplicada” que dirige Steve Hanke, otro halcón dolarizador, que tituló “Milei reinventa la máquina de crear pesos sin inflación” y subtituló “Pero esta máquina ya se inventó en la Argentina”, Hinds critica fuertemente ese plan.
“Enfrentados a esta invención –escribe- los lectores se preguntarán, ¿puede ser que el presidente y su ministro digan que emiten pesos para comprar dólares, luego compren esos mismos pesos con los mismos dólares, y esperan reducir así a cero la inflación?”.
¿Para qué, entonces?
Por cierto, prosigue, la operación no aumentará la base monetaria (dinero directamente creado por el BCRA) y por lo tanto no creará nueva inflación. Será, dice “como no hacer nada: los dólares que el sector privado tenía antes de la operación volverán a él, y los pesos que había comprado serán vendidos nuevamente para pagar los dólares que el BCRA le estará vendiendo”.
“Nada cambiará –plantea- entonces, ¿por qué hacerlo?”.
Hinds explica luego el mecanismo inflacionario en una economía cerrada, en la que la emisión de dinero para cubrir el déficit fiscal aumenta la demanda de bienes y servicios más allá de la oferta disponible y genera inflación.
En una economía abierta, explica, cuando el Banco Central emite dinero y la demanda local aumenta, las empresas tienen (además de la posibilidad de aumentar la producción y/o subir los precios) la opción de importar bienes para cubrir la demanda total. Pero ese mecanismo se agota cuando no hay más divisas disponibles, por lo que los precios terminan de todos modos aumentando. Es por eso, prosigue, que la Argentina tuvo siempre alta inflación y escasez o falta de dólares. “En presencia de una creación excesiva de pesos, la falta de dólares lleva a la inflación porque se necesitan para pagar la importación. Sin importaciones, los precios suben”, escribe.
Desde el punto de vista monetario, continúa Hinds, los importadores le venden pesos al Central cuando compran dólares para importar y el exceso de pesos vuelve a la entidad que los creó. Así no aumenta la base monetaria ni aumenta la inflación. Y si el Central vende más dólares que pesos, la circulación de estos caerá, llevando hacia abajo la tasa de inflación.
Felicidad finita
“La población será feliz, porque habrá una reducción de la inflación y un boom de importaciones, y la economía parecerá próspera, a crédito”, dice Hinds. Es lo que le gusta a los gobiernos, pero se trata de una felicidad que no dura, porque el déficit de la balanza de pagos aumenta brutalmente para absorber la inflación, lo cual puede hacerse solamente si el gobierno se sigue endeudando en dólares para pagar por el exceso de importaciones derivado de la emisión de pesos.
Pensar que el FMI le puede prestar a la Argentina más dólares para resolver problemas que acumuló durante tantos años sería concebible solo si el país presenta un programa razonable, no seguir dando vueltas a esta máquina mágica
Es allí donde Hinds llega al nudo de su crítica y afirma que si bien el riesgo de la política de “emisión cero” y “dolarización endógena” parece bajo, aumentará si el gobierno convence a organismos multilaterales como el FMI a prestarle dólares “para mantener baja la inflación” y los gasta para mantener un tipo de cambio artificialmente bajo, hasta quedarse sin dólares. Es lo que pasó muchas veces en la Argentina, dice, y está detrás de la deuda de más de USD 40.000 millones del país con el Fondo.
Según Hinds, en la próxima década la Argentina tiene que pagar USD 16.000 millones solo en concepto de intereses. “Pensar que el FMI le puede prestar a la Argentina más dólares para resolver problemas que acumuló durante tantos años sería concebible solo si el país presenta un programa razonable, no continuar dando vueltas a esta máquina mágica que permitió a tantos gobiernos acumular el desastre en el que el país se encuentra actualmente … con la inflación explotando cuando terminen los desembolsos”.
El “padre” de la dolarización salvadoreña ya le había sugerido a Milei que abandone el peso de inmediato. Ahora, en línea con la reciente crítica de Mauricio Claver Carone, ex presidente del BID y representante de EEUU en el directorio del FMI durante el gobierno de Donald Trump, Hinds –que fue alto funcionario del Banco Mundial- se opone frontalmente a que el Fondo aumente su crédito a la Argentina. En una entrevista, Claver Carone dijo que la política del gobierno de Milei pensando que con Trump va a conseguir más dólares del FMI “es una ilusión, es ilógica y va a llevar al fracaso” porque “las cosas no funcionan de esa manera”.
Hinds por su parte, dice que el Fondo está en alguna medida atrapado en la situación del deudor excesivo (por Argentina) en la que ya cayó en 2018, también influenciado por el entonces ministro de Finanzas, Luis Caputo.
El peor escenario
Pero la alternativa tampoco es buena. Según Hinds, si el gobierno realmente cumple su promesa de llevar a cero la circulación de pesos y dolarizar de hecho la economía, lo hará de modo desordenado e ineficiente, sin un marco institucional adecuado y no le dará al país los beneficios de una dolarización “bien hecha”.
Peor aún, subraya, sería que si debido a esa “dolarización desordenada” los dólares falten y el BCRA termine imprimiendo nuevamente más pesos, pues en tal caso “la tragedia que Milei iba a terminar, se repetirá de un solo saque”. Si eso sucede, subraya, “las consecuencias políticas para la Argentina serían terribles”.
“Es doblemente triste –concluye- que el gobierno, que dice que no hay suficientes dólares en la Argentina para dolarizar formalmente la economía, ahora proponga bajar la inflación con una estrategia basada en convertir a dólares todos los pesos de la base monetaria, en un modo desordenado, a riesgo de volver las cosas a la situación en que estaban cuando Milei llegó a la presidencia, pero peor”.