La decisión de Argentina de llevar su defensa del peso al mercado paralelo está agotando las reservas de divisas del país y minando el más frágil de los activos de su economía: la confianza de los inversores, según consideró Bloomberg en un extenso informe. El 13 de julio, el Gobierno anunció que por primera vez intervendría en el contado con liquidación para apuntalar al peso, extendiendo sus esfuerzos desde el mercado oficial, donde permite que el tipo de cambio se debilite sólo un 2% al mes frente al dólar. Desde entonces, el peso subió alrededor de un 9% frente a la moneda estadounidense en el mercado paralelo.
La medida es una señal de la creciente frustración por la inflación, que actualmente alcanza el 272%. Un peso más débil aumenta el costo de las importaciones y alimenta las alzas de precios. Pero la intervención tiene un alto costo. Las reservas del Banco Central se desplomaron en unos USD 1.900 millones desde el anuncio. Es un dinero que según la agencia internacional las autoridades no pueden permitirse perder, ya que los pagos de los bonos internacionales se dispararán hasta los USD 9.400 millones el año que viene, la mitad de ellos en enero. La publicación menciona que la sociedad de Bolsa Portfolio Personal Inversiones (PPI) estima que las reservas netas eran negativas en USD 6.700 millones al 30 de julio.
Estos movimientos “son viejas recetas para problemas nuevos y no funcionan”, señaló a la agencia internacional Joaquín Almeyra, operador de renta fija de Bulltick LLC en Miami. “Cualquier tipo de intervención genera desconfianza”.
El Gobierno dijo esta semana a los corredores que la reciente caída de las reservas se debía a los pagos de deuda y a las importaciones de combustible, y que sus ahorros comenzarían a aumentar de nuevo en el cuarto trimestre, según fuentes citadas en la nota.
El contado con liquidación cotiza en torno a $1.270 por dólar, frente a $1.405 antes de la intervención. Sin embargo, el tipo de cambio no se fortaleció tanto como el del mercado negro, conocido como dólar blue. La brecha entre contado con liquidación y dólar libre se amplía a cerca del 10 por ciento.
La consiguiente disminución de las reservas está generando preocupación por los pagos de deuda, que se han acumulado en medio de una fuerte recesión, una inflación persistentemente alta y la debilidad de la moneda. Los bonos soberanos de Argentina han tenido una rentabilidad negativa del 1,3% desde el anuncio hasta el 30 de julio, según un índice de Bloomberg.
Aunque Argentina muestra una “alta disposición a pagar su deuda”, escribieron el 24 de julio los estrategas de UBS Alejo Czerwonko y Pedro Quintanilla-Dieck citados por Bloomberg, “la cuestión clave ahora sigue siendo si el país tendrá capacidad de pago”.
La intervención cambiaria es contraria a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), reduciendo las perspectivas de nuevos fondos, escribieron en la misma fecha los analistas de Fitch Ratings Todd Martinez, Shelly Shetty y Mark Brown.
La intervención no solo es cara, sino que también puede resultar inútil a largo plazo, dado que se considera que el peso está sobrevaluado y muchos analistas esperan una devaluación del tipo de cambio oficial. El gobierno de Javier Milei ha descartado acelerar el ritmo de depreciación del peso, que actualmente es del 2% mensual, así como otra fuerte devaluación como la que realizó en diciembre. En todo caso, el mandatario ha dicho que pretende frenar el ritmo de caída al 1% mensual una vez que la inflación subyacente o mayorista alcance el 2%. Los precios mayoristas subieron un 2,7% en junio.
Pero necesitan hacer algo para restablecer la competitividad del peso e impulsar las exportaciones, según Christine Reed, gestora de carteras de deuda en moneda local de mercados emergentes de Ninety One North America Inc. “Así que cualquier programa de intervención cambiaria que se les ocurra antes de una devaluación probablemente es insostenible”, afirmó.
La agencia internacional indicó que la reciente caída de las reservas se debía a los pagos de deuda y a las importaciones de combustible, y que sus ahorros comenzarían a aumentar de nuevo en el cuarto trimestre. Un portavoz del Ministerio de Economía no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios. Un portavoz del Banco Central declinó hacer declaraciones.
El banco central ha intervenido en el mercado comprando bonos soberanos en dólares y vendiéndolos en pesos, drenando la oferta de moneda local y aumentando su valor. El contado con liquidación cotiza en torno a 1.270 pesos por dólar, frente a 1.405 pesos antes de la intervención. Sin embargo, el tipo de cambio no se ha fortalecido tanto como el del mercado negro, conocido como dólar blue.
La agencia internacional mencionó que, según PPI, la intervención en el mercado paralelo costó al Gobierno entre US$231 millones y US$261 millones entre el 15 y el 26 de julio. La consiguiente disminución de las reservas está generando preocupación por los pagos de deuda, que se han acumulado en medio de una fuerte recesión, una inflación persistentemente alta y la debilidad de la moneda. Los bonos soberanos de Argentina han tenido una rentabilidad negativa del 1,3% desde el anuncio hasta el 30 de julio, según un índice de Bloomberg.
Aunque Argentina muestra una “alta disposición a pagar su deuda”, escribieron el 24 de julio los estrategas de UBS Alejo Czerwonko y Pedro Quintanilla-Dieck, “la cuestión clave ahora sigue siendo si el país tendrá capacidad de pago”.
La intervención cambiaria es contraria a las recomendaciones del FMI, reduciendo las perspectivas de nuevos fondos, escribieron en la misma fecha los analistas de Fitch Ratings Todd Martinez, Shelly Shetty y Mark Brown. Argentina tiene un programa de US$44.000 millones con el FMI y es probable que necesite un nuevo acuerdo antes de que aumenten los reembolsos en 2026.
“La intervención no solo es cara, sino que también puede resultar inútil a largo plazo, dado que se considera que el peso está sobrevaluado y muchos analistas esperan una devaluación del tipo de cambio oficial”, dice la publicación.
El gobierno de Javier Milei descartó acelerar el ritmo de depreciación del peso, que actualmente es del 2% mensual, así como otra fuerte devaluación como la que realizó en diciembre.
El gobierno de Javier Milei ha descartado acelerar el ritmo de depreciación del peso —que actualmente es del 2% mensual— así como otra fuerte devaluación como la que realizó en diciembre. En todo caso, el mandatario ha dicho que pretende frenar el ritmo de caída al 1% mensual una vez que la inflación subyacente o mayorista alcance el 2%. Los precios mayoristas subieron un 2,7% en junio.
“Pero necesitan hacer algo para restablecer la competitividad del peso e impulsar las exportaciones, según Christine Reed, gestora de carteras de deuda en moneda local de mercados emergentes de Ninety One North America Inc. ‘Así que cualquier programa de intervención cambiaria que se les ocurra antes de una devaluación probablemente es insostenible’”, concluyó la publicación.