El apretón monetario reforzado que comenzó el Banco Central al restringir al máximo la emisión de pesos es la manera que encontró el Poder Ejecutivo para evitar que la inflación encuentre un piso en torno del 4% mensual y que, de esa forma, pueda acercarse primero al ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial y, más adelante, a un ritmo incluso menor. Si eso sucediera, y el FMI ayudara con desembolsos de dólares, el Gobierno cree que la apertura del cepo cambiario quedaría habilitada.
No son pocas las dudas que sobrevuelan en el mercado, principalmente por el puente de tiempo que requiere ese plan hasta contar con esa asistencia del Fondo Monetario, y además por la chance de que la inflación tenga de todas formas un ritmo inercial que ofrezca resistencia o que le cueste a la actividad económico algo más de recesión, esta última una idea que incluso es sopesada en despachos oficiales.
La fase 2 de política económica que comenzó el lunes pasado representará una “seca” monetaria por el cierre la canilla de emisión de intereses de los pasivos remunerados, que fueron traspasados enteramente al Tesoro. Ese apretón adicional, proyectan en los despachos oficiales, prepará el terreno para una desaceleración mayor del ritmo de precios.
En el equipo económico creen que el principal efecto que tendrá en la macroeconomía las últimas medidas es el de apuntalar una desaceleración mayor de la inflación por debajo de ese 4,2% mensual que tocó en mayo antes de repuntar a 4,6% en junio. Para julio algunas consultoras estiman cerca de 4%, mientras el Banco Central ubica su proyección oficial en 3,7 por ciento.
La fase 2 de política económica que comenzó el lunes pasado representará una “seca” monetaria por el cierre la canilla de emisión de intereses de los pasivos remunerados, que fueron traspasados enteramente al Tesoro
La “convergencia” de la tasa de inflación con la del tipo de cambio oficial asoma como la nueva meta oficial como precondición para liberar el cepo cambiario. El presidente Javier Milei aseguró recientemente que la inflación que esperan que llegue al 2% mensual no es el IPC general, sino que mirarán la inflación núcleo -la que descarta en la medición los precios estacionales y regulados- y la mayorista.
La última tasa mensual núcleo fue en junio de 3,7% según el Indec y el BCRA espera 3,2% para julio; mientras que la última mayorista fue de 2,7%. Una vez que converja al 2% mensual, el Gobierno podría buscar según analistas hacer aún más lento el crawling peg para acercarlo al 1% y, si la inflación acompañara, dejar el tipo de cambio fijo.
En el mercado las lecturas abundan y van desde una segura inflación más leve en los próximos meses y las dudas sobre qué consecuencias tendrá sobre otros aspectos de la macroeconomía. La consultora 1816, por lo pronto, hizo una lectura desde el punto de vista inversor: si esta medida fue leída como positiva por el mercado, ¿hay margen para mostrar otras señales de este tipo?
“Con la decisión del Gobierno de profundizar la política monetaria y la Fase 2 implementada completamente, ya no quedan medidas obvias en el corto plazo que el mercado podría considerar como drivers positivos. Con la increíble marca de seis meses de superávit financiero consecutivos, difícilmente se entusiasmen mucho más los inversores si en julio se llegara a repetir nuevamente el resultado fiscal positivo. Habrá, entonces, que esperar que pase el tiempo y que se vean los efectos sobre la inflación de estas últimas medidas”, mencionó el estudio privado.
“Mientras más rápido se desaceleren los aumentos de los precios al consumidor, más moderado será el atraso cambiario del tipo de cambio importador, que cayó 41% en lo que va del año y se atrasará bastante más en los próximos meses si se confirma la baja del Impuesto PAIS sin suba del mercado spot. Los últimos datos de inflación de alta frecuencia de PriceStats son alentadores: 2,6% mensual en su IPC online que no mide servicios, pero es un buen indicador de la dinámica inflacionaria subyacente”, apuntaron de 1816.
En el equipo económico creen que el principal efecto que tendrá en la macroeconomía las últimas medidas es el de apuntalar una desaceleración mayor de la inflación por debajo del 4,2% mensual que tocó en mayo
Aldo Abram, economista de Libertad y Progreso dijo a Infobae que “la fuerte desaceleración de la inflación que vimos tenía que ver con que era el reflejo de la destrucción del valor del peso por la anterior administración. Y por eso es que vimos un fuerte impacto en diciembre de 25%, pero como después el Gobierno dejó de emitir, dejó de hacer que pierda poder adquisitivo nuestra moneda”.
“El problema es que, desde mayo y junio, dada la percepción de riesgo país y que el Banco Central tuvo que cancelar muchísimas deudas, el peso volvió a perder poder adquisitivo, lo cual lo vimos reflejado como siempre primero en los dólares libres, pero después lo vamos a ver reflejado en nueva inflación. Con lo cual si el Central no aprovecha los instrumentos que hoy tiene -las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI)- para sacar los pesos que están sobrando, va a ser bastante difícil que se cumplen esas proyecciones” de inflación en torno de 2% mensual, dijo el economista.
“Vamos a estar sumando nueva inflación a la que todavía queda por reflejarse del gobierno anterior y ahí se les va a complicar. Ahora los instrumentos los tienen, podrían sacar los pesos que están sobrando hoy y de esa forma recuperar el valor de la moneda, lo cual también tiene una ventaja porque haría bajar los dólares paralelos e incentivaría la venta por parte de los exportadores”, concluyó Abram.
Sebastián Menescaldi, director de EcoGo, por su lado, consideró improbable que el IPC baje hacia ese ritmo. “Tiene que salir todo muy bien para poder llegar a una inflación promedio del 2% mensual el último mes del año, para eso se necesitan conseguir dólares”, dijo en diálogo con este medio.
“Todas las medidas que hicieron últimamente pierden dólares en general y no es que estés mucho mejor con las reservas. Si consiguen dólares, puede llegar a alcanzarse. Ahora, si no consiguen dólares, se va a generar algún riesgo de tener que reacomodar la economía nuevamente, entonces no podrían llegar a ese nivel de inflación. Esa es mi mayor duda más allá del modelo de no emisión de los pesos en el corto plazo”, cerró.
Por su lado, el economista y asesor financiero Federico Domínguez lo vio con mayor optimismo: “La inflación núcleo está en camino al 2%. Para bajar de ese número, se necesita un ancla nominal de tipo de cambio sólida, como un tipo de cambio fijo y hacer colapsar la brecha cambiaria mediante una salida del cepo”.
Tiene que salir todo muy bien para poder llegar a una inflación promedio del 2% mensual al último mes del año, para eso te necesitan conseguir dólares (Menescaldi)
“El Presidente habló de un crawling peg al 2% hasta que la inflación converja a ese nivel. Luego, el crawling bajaría al 1%. Cuando la inflación esté en el 1%, probablemente vayamos a un tipo de cambio fijo, es decir, a una convertibilidad que podría ser la antesala de una futura dolarización”, planteó Domínguez.
“Para alcanzar ese objetivo, se necesita un refuerzo de reservas mediante un acuerdo con el FMI y multilaterales. El resto de las condiciones para levantar el cepo ya se cumplieron. Septiembre es el mes clave a mirar, ya que tenemos la baja del Impuesto PAIS y la inflación núcleo podría estar cerca de converger al 2%”, continuó.
“Otras fuentes de dólares en los próximos meses serán el blanqueo, privatizaciones y un posible Repo. El superávit comercial y RIGI van a seguir impulsando el ingreso de divisas. Esto es clave para garantizar pagos de deuda y la baja del riesgo país. Mientras se mantenga el ancla fiscal, la baja de la inflación y el programa son sólidos”, completo Sebastián Domínguez.