El equipo económico con el ministro de Economía, Luis Caputo, a la cabeza y el propio presidente Javier Milei fue anunciando en las últimas dos semanas, de una manera bastante poco convencional, las diferentes medidas que componen la denominada Fase 2, resumidas en el concepto de emisión cero. Se trató de la eliminación de los pasivos remunerados que migraron al Tesoro con las nuevas LeFi, la recompra de los puts y la decisión de dejar de emitir para comprar los dólares de los exportadores, una última medida que avanza con timing incierto.
Esos anuncios, si bien generaron reacciones mixtas en el mercado, definitivamente contuvieron la presión cambiaria aun cuando no se produjo una marcada reducción de la brecha: sí dejó de aumentar. A eso se le sumó una fuerte señal de desarme del cepo, con flexibilizaciones para distintos universos de individuos y, sobre todo, para los importadores con el objetivo fijo de rematar la inflación lo antes que se pueda. Toda esa munición, sin embargo, no parece por el momento haber hecho mayor diferencia.
Aunque el escenario no empeoró en las últimas dos semanas, ya que el riesgo país había picado en punta antes del lanzamiento de la fase 2, lo mismo que el dólar, lo cierto es que lejos está de percibirse una mejora. Para los analistas, no queda otra definición que la de la economía en un estado de “wait & see”. No se advierte que en esta instancia quede mucho más por hacer y que, en definitiva, lo que hace falta ahora es tiempo para ver si la escasez de pesos ofrece los resultados esperado mientras se busca una mayor oferta de dólares.
El entorno de los últimos meses para los países emergentes, apuntan también los asesores financieros de grandes inversores institucionales, tampoco contribuyó a potenciar el impacto de las decisiones implementadas.
“Los activos argentinos tuvieron un día difícil producto del viento cruzado externo. El ajuste en los mercados del norte repercutió en acciones y bonos”, destacaron en Delphos Investments, donde remarcaron que a pesar de eso, los dólares financieros que se mantienen con escasa volatilidad por debajo de los $1.340, lo mismo que el riesgo país sigue oscilando por debajo de los 1.600 puntos.
“Los anuncios positivos de flexibilización del cepo no pudieron reflejarse en las cotizaciones dado el mal clima financiero externo. La mejora en los activos argentinos derivada de las mejoras en los fundamentals macro sigue demorada por un contexto financiero adverso para activos emergentes con caída de los precios de los commodities”, opinaron en Delphos. Es una visión optimista según la cual existe una mejora por producirse.
Algo más cautos, aunque también con el efecto tiempo como una variable central, desde 1816 arriesgan que ya no pueden anticiparse nuevos factores que induzcan esa mejora sino que, eventualmente, es necesario esperar a ver los resultados de la fase 2 del plan de Caputo, si es que se dan en el sentido esperado por el ministro.
“No quedan medidas obvias como drivers positivos en el corto plazo. Habrá que esperar que el tiempo pase y se vean los efectos sobre la inflación de las últimas medidas. Mientras más rápido se desacelere el IPC, más moderado será el atraso cambiario del tipo de cambio importador, que se atrasará algo más en los próximos meses si se confirma la baja del impuesto PAIS”, se lee en el informe. La baja de ese impuesto, al mismo tiempo, debería redundar en una caída de la inflación. En cualquier caso, los analistas de la firma dejaron en su último informe, además, varias conclusiones importantes:
- Es viable el peso como “moneda deflacionaria” en la Argentina, mucho más que en otras economías de la región, dado el bajísimo nivel de crédito en pesos y el muy alto stock en dólares, no en manos del Banco Central, sino en el colchón.
- Además de la recaudación por única vez que implicará el blanqueo, la medida contribuiría a movilizar esos stocks de dólares.
- La dinamización de la economía en los próximos meses aparece como una condición imprescindible para que se plasmen las objetivos que busca alcanzar el plan de Caputo.