Aunque aumentará la presión sobre el mercado de cambios oficial, la flexibilización del cepo dispuesta por el Banco Central tendría, en contrapartida, el efecto inverso en los mercados paralelos del dólar, particularmente en el contado con liquidación. Concretamente, la decisión de acortar los plazos de acceso al mercado oficial para los importadores, que hasta ahora lo hacían en cuatro cuotas hasta 120 días, lo que se redujo a sólo dos con un plazo máximo de 90 días, tendrá un doble impacto: el más directo, sobre la brecha cambiaria y con ello, de manera indirecta, sobre la inflación. Esto porque reducirá para los importadores el costo financiero ya sea de por el calendario impuesto para pagar con dólares al tipo de cambio oficial o por la mayor carga que suponía para aquellos que optaban, dada la brecha relativamente reducida, por cursar pagos a través del contado con liquidación.
El propio BCRA informó hace pocos días que durante el primer semestre el pago de importaciones a través del dólar financiero ascendió a los USD 9.600 millones. Esa demanda de divisas en el segmento financiero se vería reducida en la medida en que acceder al mercado oficial se vuelve más atractivo. Combinado con la intervención del BCRA en el dólar financiero con la venta de al menos parte de los dólares obtenidos por la compra a los exportadores, las cotizaciones financieras tendrán un fuerte incentivo a la baja.
“Entramos en un trimestre en el que el BCRA espera un saldo vendedor en torno a los USD 3.000 millones. Abrir la canilla de las importaciones significa menos dólares en las reservas, aunque también puede generar menor brecha en el corto plazo” (Claudio Caprarulo)
La contracara de la reducción de la brecha, que podría volver a niveles incluso inferiores a 10% para los importadores -al menos mientras no se reduzca el impuesto PAIS, sobre el que pesa la promesa de un recorte de 10 puntos, es que será el mercado oficial el que sentirá mayor presión. La mayor demanda por dólares oficiales coincidirá con un período en el que la estacionalidad del ingreso de divisas no contribuye a incrementar la disponibilidad.
“Entramos en un trimestre en el que el BCRA espera un saldo vendedor en torno a los USD 3.000 millones. Abrir la canilla de las importaciones para que se paguen en dos cuotas significa menos dólares en las reservas, aunque también puede generar menor brecha en el corto plazo. Pero vas a tener menos dólares de cara a 2025 con fuertes pagos de deuda”, opinó el director de Analytica, Claudio Caprarulo, quien consideró que con la flexibilización, el Gobierno buscó enviar un contundente mensaje respecto del desarme del cepo.
“El Gobierno quiere mostrar que tiene la intención de salir del cepo para dar una señal a los mercados de que no abandonó ese objetivo. En eso consisten los últimos anuncios de política monetaria y cambiaria. La interrogante es cuándo van a poder salir”, agregó.
Lo mismo advirtió el economista Fernando Marull, quien aclaró que aquellos importadores que hoy operan en el contado con liquidación, tendrán que esperar tres meses para volver al mercado oficial y, a partir de ahí, otros tres meses más para normalizar definitivamente sus pagos dado el esquema actual de dos cuotas a 60 y 90 días. “Mirá si el CCL se cae”, advirtió, en alusión a la mucha menor demanda que puede empezar a registrarse en ese mercado a partir del mes que viene.
Lo cierto es que la manta sigue siendo más que corta: aun con superávit fiscal, la capacidad del Gobierno de acumular dólares suficientes para garantizar los pagos de la deuda y salir del cepo sin un salto inflacionario parece una trampa imposible de desarmar. De ahí que, en tren de priorizar, el Gobierno se fijó como objetivo bajar la inflación a cero y, a partir de ahí, eventualmente, avanzar en la “eliminación total” de las restricciones, tal como destacó ayer el Banco Central en el comunicado de las últimas medidas.