Aun con la resistencia de algunas entidades de menor tamaño, ayer se dio el último paso para ir al programa de “emisión cero” que prometió el Presidente. Incluso en uno de sus libros, Javier Milei aseguraba que la mejor manera de combatir la inflación en la Argentina era contar con un “ancla nominal”, consistente en dejar constante la cantidad de pesos en la economía. Ahora lo que planteaba en la teoría está a un paso de convertirse en realidad.
El objetivo del Gobierno es derrumbar la inflación y conseguirlo de la manera más rápida posible. El índice mayorista arrojó solo 2,7% en junio, según informó ayer el INDEC, y marca el camino para lo que podría suceder con el índice nacional en el futuro próximo.
El vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, indicó en una presentación ante inversores en Nueva York, que esperan una desaceleración fuerte a 3,7% en julio. Pero mucho de eso también dependerá de cómo se comporten los dólares financieros, que ayer rebotaron luego de dos días de caída.
Todavía está por verse si la inflación de julio termina debajo del 4%, porque ya la semana pasada se produjo una aceleración en los precios de los alimentos, especialmente las verduras. La ola de frío polar, pero también el aumento de la brecha cambiaria, provocaron subas que no estaban de todo en los cálculos.
El arreglo por los puts no tiene ningún impacto en lo inmediato. Pero sí elimina un riesgo de emisión monetaria, ya que le daba derecho a los bancos a vender bonos y hacerse de pesos en caso de una caída de la cotización. Obviamente, con ese dinero las entidades inmediatamente buscarían refugio en el dólar o en activos dolarizados.
Otra de las fuentes de emisión que se termina está relacionada con los pasivos remunerados. La semana que viene esa deuda que tiene el Central con los bancos pasa al Tesoro, que emitirá Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) a favor de los bancos. El Gobierno pagará los intereses de estos títulos con superávit fiscal y ya no habrá más emisión monetaria como venía sucediendo hasta ahora.
Por supuesto que el riesgo a que se produzca una corrida no desapareció del todo, en particular en un escenario de levantamiento gradual de las restricciones cambiarias. Aún no hay fecha para que ello suceda, pero la fase tres del plan incluye no sólo esa medida, sino también implementar la competencia de monedas.
El plan de emisión cero es algo que viene dando vueltas en la cabeza de Javier Milei desde los tiempos de la campaña e incluso fue abordado en profundidad en uno de sus libros. La apuesta es bajar mucho más rápido la inflación, pero la duda sigue siendo el impacto en el nivel de actividad
La otra decisión relevante para ir al régimen de emisión cero es salir a rescatar los pesos que se emitieron para la compra de dólares, a través de la venta de las reservas acumuladas por el Banco Central. Así lo anunció el fin de semana el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo. No hubo, sin embargo, aclaraciones sobre el monto que podría utilizarse ni se hizo alusión a la existencia de un compromiso por respetar ciertas pautas de intervención.
El resultado por ahora está por verse. El mero anuncio provocó la baja cercana a 10% tanto de los dólares financieros como del libre en los primeros dos días de la semana. Pero ayer todas las cotizaciones rebotaron. El contado con liquidación terminó con una suba de casi 2% hasta los $1.305.
Con estos condimentos, el Gobierno ahora sí está en condiciones de llevar adelante su política de emisión cero. En la práctica, la base monetaria amplia podría incluso reducirse en los próximos meses, debido a que el Tesoro utilizará el superávit fiscal para cancelar deuda, lo que tendrá un efecto contractivo.
La gran duda del “ancla nominal” tan estricta como la que quiere imponer Milei es cuál terminará siendo el impacto sobre el nivel de actividad. Lo que sí parece claro es que el rebote tras la fuerte caída que sufrió la economía en los primeros meses del año recién podría llegar -y con viento a favor- hacia fin de año o las vacaciones de verano.