Al revés de lo sucedido en los primeros meses del nuevo gobierno, ahora el riesgo país va a contramano de la brecha cambiaria. Los anuncios realizados por Luis Caputo el fin de semana provocaron la caída de los dólares financieros, pero los bonos en dólares sufrieron caídas que ayer se profundizaron hasta más de 3%.
En un tipo de caso de “manta corta”: el ministro de Economía tuvo que optar entre frenar la suba de la brecha cambiaria o admitir un salto mayor del riesgo país. Y claramente eligió la primera opción, al anunciar que parte de las reservas acumuladas serán destinadas a retirar pesos del mercado.
La decisión tuvo un impacto inmediato. Los dólares financieros perforaron los $1.300. Y el dólar libre, que había llegado a $1.500 el viernes, también retrocedió para finalizar la rueda de ayer a $1.405.
Usar parte de las reservas para retirar pesos del mercado implica obviamente aumentar la oferta de divisas, generando un automático retroceso en las cotizaciones. El ministro aseguró el objetivo en principio era usar para ello los USD 220 millones acumulados en las dos primeras semanas de julio.
Pero la contrapartida es un mayor debilitamiento en el nivel de reservas del Central, que se vería forzado a “desacumular” una porción de lo que compró en los últimos meses. Esto aumenta la tensión de los inversores y el propio Gobierno reconoció que volvió a tener reservas netas negativas luego de los últimos pagos de bonos y el desembolso de al FMI el lunes por USD 650 millones.
La preocupación no pasa tanto por el poder de fuego que pueda tener el BCRA para salir a frenar el dólar, sino por la capacidad de pago de la Argentina de cara al 2025. El año que viene los vencimientos de deuda se aproximan a los USD 10.000 millones y sin reservas en el Central es difícil poder enfrentarlos exitosamente.
La suba del riesgo país por encima de los 1.600 puntos básicos refleja justamente esa preocupación. Los Bonar 2030 en dólares sufrieron ayer fuertes caídas y volvieron a cotizar por debajo de los USD 50 después de varios meses. Si la Argentina no puede pagar el año próximo serían los más perjudicados, porque la caída de precios resultaría mucho mayor que la del resto de los títulos. Por eso el mercado los castigó más que al resto.
Caputo tuvo que optar y se la jugó por frenar la suba del dólar y achicar la brecha cambiaria. A juzgar por la reacción de las cotizaciones de los distintos tipos de cambio, el resultado en estos dos primeros días posteriores a los anuncios fue positivo.
Sin embargo, no es suficiente. El objetivo que tiene en mente el ministro de Economía es que la cotización de los dólares financieros se acerque lo más posible a los $ 1.100, pero ello requeriría de una caída adicional cercana al 15% en relación a los precios actuales.
Para bajar los dólares financieros, el ministro de Economía tuvo que anunciar que comenzará a usar reservas del Central con el objetivo de absorber pesos excedentes en el mercado. Pero la decisión es preocupante para los bonistas, ya que aumentan las dudas sobre la capacidad de pago del Gobierno en 2025
Para eso no alcanza con los anuncios vinculados a una mayor oferta de dólares a través de la venta de parte de las reservas. Al mismo tiempo, también se avanza rápidamente con el objetivo de “emisión cero”, cerrando todos los grifos que generan emisión monetaria.
Uno de ellos es justamente la compra de dólares (con la contrapartida de expansión monetaria), pero además el BCRA lanzó la recompra de los “puts” de los bonos en pesos. Esto implicaría eliminar otra fuente potencial de emisión. El superávit fiscal y la eliminación de pasivos remunerados del BCRA también cancelan canillas de expansión de dinero.
El objetivo detrás de reducir a niveles mínimos la brecha cambiaria (venía del 55% la semana pasada y ahora quedó en 35%) está a su vez relacionado con el plan de eliminar de manera gradual el cepo. En la medida que la distancia entre el dólar oficial y los financieros se achique, la liberación de los controles y unificación cambiaria resultaría menos traumática.
Con esta lógica, tiene sentido concentrarse primero en llevar la brecha a niveles mínimos para luego apostar a una reducción del riesgo país, a partir de la competencia de monedas y la reducción de restricciones cambiarias.