Las palabras del presidente Javier Milei en Praga, en las que consideró que estaba “reescribiendo gran parte de la teoría económica” con su gestión lo que podría volverlo un candidato a recibir el Premio Nobel de Economía junto a su jefe de asesores, Demian Reidel, dispararon múltiples análisis y comentarios entre los economistas. Y no faltaron críticas de diversa índole. Más allá de la conveniencia de estar haciendo disertaciones en el exterior sobre cuestiones extremadamente técnicas y teóricas mientras en el país se discuten tópicos más urgentes y concretos, varios de sus colegas reprocharon a Milei haberse corrido del paradigma de la escuela austríaca, un alineamiento del cual el Presidente suele enorgullecerse.
Tras recibir el premio del Instituto Liberal de República Checa “por contribuir a la proliferación del pensamiento liberal y hacer realidad las ideas de la libertad, propiedad privada, competencia y Estado de derecho”, Milei trazó un análisis en el que se refirió a cómo cada empresa, con la idea de la “destrucción creativa”, crea su propio monopolio y está todo el tiempo tratando de capturar rendimientos crecientes, hacer innovaciones y se genera el mencionado proceso de “destrucción creativa”, que es lo que permite ver el fuerte crecimiento.
“Milei nunca escribió nada académico original y ahora avisa que va a reescribir la ciencia económica, y al nivel del premio Nobel. Está simplemente divagando” (Carlos Rodríguez)
“Este tipo de cuestiones son importantes, medulares, a punto tal que con mi jefe de asesores, el doctor Demian Reidel, estamos reescribiendo gran parte de la teoría económica para poder derivar optimalidad de Pareto, tanto estático como intertemporal, teniendo funciones de producción no convexas”, explicó Milei en el Palacio Zofín durante la ceremonia. Además, agregó: “Es decir que si me termina de salir bien, probablemente me den el Nobel de Economía junto a Demian. Eso es parte de otra historia, porque desaparecería el conflicto entre la fábrica de alfileres y la mano invisible.”
El Óptimo de Pareto es un concepto económico basado en criterios de utilidad. Así, en términos microeconómicos, es cuando alguien o algo no puede mejorar su situación sin perjudicar a otro. Ese punto óptimo es lo que se conoce en la economía como el Óptimo, o eficiencia u optimalidad, de Pareto. Pero hay economistas que destacan que no tiene lugar en el marco teórico que abraza el Presidente.
“Me llama la atención cuando Milei mezcla la mano invisible con los alfileres de Adam Smith. Me parece que el estrés de la presidencia le está afectando” (Roberto Cachanosky)
“Cuando menciona a Pareto habla de dinámica y estática, pero para la Escuela Austríaca, a la que dice pertenecer, el análisis de Pareto puede ser nada más que estático, nunca dinámico. Y después otra cosa que me llama la atención es cuando mezcla la mano invisible con los alfileres de Adam Smith. Cuando habla de la fábrica de alfileres Smith lo hace en referencia a la división del trabajo y después, cuando se refiere a la mano invisible, hace su famosa cita en la que dice que no espera de la benevolencia del cervecero, del carnicero y del panadero para la cena de esta noche, sino el interés de éstos que le venden esos productos porque lo necesitan. No es por benevolencia, es por trabajo, por interés. No sé por qué mezcla las dos cosas, me parece que el estrés de la presidencia le está afectando”, dijo el economista Roberto Cachanosky.
En tren de simplificar una cuestión extremadamente compleja y técnica, Cachanosky señaló: “El Óptimo de Pareto dice que se puede mejorar la situación de una persona sin perjudicar a otra, siempre dada una determinada cantidad de recursos. Una vez alcanzada esa situación, cualquier cambio perjudica a otra persona. ¿Qué dice la escuela austríaca de economía? Que en la vida real no es posible conocer todas las preferencias individuales ni calcular de manera centralizada una asignación óptima de recursos, porque la gente valora los bienes de diferente manera y, además, esa valoración cambia”.
En la misma línea, el economista Diego Giacomini, quien en el pasado fue coautor de un libro con el Presidente y su principal socio intelectual, aseguró que los comentarios de Milei se alejan del marco teórico al que siempre refiere: “Es increíble que un economista que dice adherir a la escuela austríaca investigue sobre el Óptimo de Pareto. El paradigma de la escuela austríaca concibe la economía como un fenómeno dinámico, de cambios permanentes, en la que el tiempo es la variable crucial. Para esa posición, el Óptimo de Pareto no existe porque solo puede darse en otro marco teórico, el de la economía neoclásica”.
Sin ahorrar ironía, Giacomini también opinó sobre la referencia de Milei al Premio Nobel: “No me sorprendería que Milei fuese un candidato al Premio Nobel, ya que uno de los últimos ganadores fue Ben Bernanke, que en la Reserva Federal de EEUU implementó las recomendaciones de Milton Friedman después de la crisis de Lehman Brothers. Eso no fue otra cosa que una expansión brutal de la base monetaria y una manipulación de las tasas de interés que las dejó en un nivel negativo en términos reales. Es justamente lo que está haciendo Milei”.
Esas medidas “están en las antípodas de la escuela austríaca, ya que lo que hace es amplificar el ciclo de ‘boom & boost’, que trae emisión monetaria artificial y creación de crédito irreal que luego da lugar a crisis endógenas deflacionarias”
“Es increíble que un economista que dice adherir a la escuela austríaca investigue sobre el Óptimo de Pareto. Para esa posición, el Óptimo de Pareto no existe porque solo puede darse en otro marco teórico, el de la economía neoclásica” (Giacomini)
Otras opiniones fueron aún más críticas. “Milei nunca escribió nada académico original y ahora avisa que va a reescribir la ciencia económica, y al nivel del premio Nobel. Está simplemente divagando. No merece más comentarios”, dijo Carlos Rodríguez, ex asesor del Presidente durante la campaña presidencial del año pasado y uno de sus mayores críticos por estas horas.
“Hablo de Pareto y de las curvas convexas, cuestiones muy técnicas de las que no dio detalles de cómo las aplicaría. Dijo que podría ganar el Nobel con Reidel, con quien aseguró estar reescribiendo gran parte de la teoría económica. La verdad, no se sabe qué es lo que están haciendo en ese sentido. Hasta ahora no hay nada que no sea un ajuste clásico que aún no sabemos su real alcance y tampoco cómo va a terminar”, destacó un economista ortodoxo que pidió anonimato. “Me parece que la gente lo votó para que gane la batalla contra la inflación, no el Premio Nobel”, dijo, en la misma línea, un colega de la otra vereda del pensamiento económico, que tampoco quiso explayarse ni participar del debate.
“El profesor de Microeconomía II no advierte que precisamente si las funciones no son convexas y tenés especialización inframarginal todo el edificio austríaco se desmorona”, tuiteó Eduardo Crespo, doctor en Economía y profesor de la Universidad Federal de Rio de Janeiro y de la Universidad Nacional de Moreno (UNM).
Y luego amplió: “Si los retornos son siempre marginalmente decrecientes (como en la típica micro marginalista), la especialización no tiene sentido. Sin embargo, como argumentaba Adam Smith (erróneamente asociado a veces con el marginalismo), la especialización suele ser muy ventajosa. No es una paradoja cuya resolución merezca el Nobel como piensa Milei, simplemente el marginalismo y las curvas convexas no son generales”.
“Es increíble que sigan defendiendo como algo totalmente general un enfoque incompatible con la fábrica de alfileres o peor, que puedan imaginar que algo compatible pueda merecer un Nobel, en fin”, afirmó Crespo, haciendo alusión a la metáfora de Adam Smith.
Crespo opinó además sobre las razones por las que Milei se mete de lleno con debates teóricos. “Es increíble que un Presidente se dedique a hablar de estos asuntos”, señaló.
En ese mismo sentido, Giacomini se preguntó: “¿Qué hace Milei haciendo mala investigación de teoría económica si le pagamos entre todos para que esté en la Argentina y se dedique a gestionar su gobierno? Por otra parte, cualquiera que haya hecho un posgrado en alguna universidad de relevancia internacional sabe que no hay investigación seria si no estás dedicado cien por ciento a ello”.