La ajustada aprobación de la ley Bases en el Senado prácticamente coincidió con los seis primeros meses del gobierno de Javier Milei. El resultado fue finalmente el esperado por el oficialismo, luego de varios meses de marchas y contramarchas. Significó al mismo tiempo el fin de una primera etapa y el arranque de lo que podría considerarse la segunda fase del plan de emergencia. Y presumiblemente el último, en caso de conseguirse los objetivos.
Como bien señaló Alejandro Catterberg, director de Poliarquía, “más importante que lo que se logró es lo que se evitó. De haber sido rechazada la ley Bases, la dinámica económica y política habrían tenido un giro negativo: caída de precios de activos, suba del dólar, desconfianza externa, aumento de la conflictividad interna y radicalización del Gobierno”.
Si bien se trata de un contrafáctico, porque la ley fue aprobada, hay pocas dudas que esa descripción se ajusta muy bien al escenario que habría acontecido en caso de una derrota legislativa.
Aun luego de la buena reacción de los activos argentinos, la sensación en el cierre de la semana fue de alivio, no de euforia. Los bonos AL30 en dólares quedaron en niveles de USD 55, todavía algo lejos de los USD 60 que llegaron a tocar hace un mes. Pasó algo similar con el riesgo país: perforó los 1.400 puntos, pero todavía está lejos de los 1.200 de hace unas pocas semanas.
El 9 de julio será una fecha relevante. Ya se habla que ese día podría volver a convocarse a los gobernadores en Tucumán, una vez sancionada la ley Bases que aún debe ser analizada en Diputados. Pero además del dato político, ese día se pagarán los intereses de los bonos dolarizados y la primera amortización de capital del AL30.
Una medida como señal
El Banco Central emitió una norma que pasó casi desapercibida pero que agiliza la operatoria en moneda extranjera. Dispuso que los dólares que recibe un cliente en una sociedad de Bolsa (ALYC) ya no deben volver a una cuenta bancaria sino que pueden permanecer allí. No cambia mucho el cepo cambiario, pero se van destrabando la telaraña de regulaciones que ponían todo tipo de trabas a las operaciones en dólares.
El objetivo es claro: apostar a la reinversión de esas divisas que recibirán los inversores, por más de USD 1.500 millones en pocas semanas. También vence a fin de julio el primer tramo del Bopreal 2 (que cancela capital en doce cuotas mensuales y consecutivas).
Si esto sucede, al menos parcialmente, la demanda de bonos podría subir significativamente, alentando a un nuevo salto de cotizaciones. El objetivo para el Gobierno es que el riesgo país caiga por debajo de los 1.000 puntos a fin de año, lo que acercaría la posibilidad de recuperar el financiamiento en los mercados de capitales.
A partir de ahora se abre una nueva etapa, aún dentro del plan de emergencia que arrancó el 10 de diciembre pasado. A la primera fase se la puede identificar con estas características: rápido equilibrio fiscal, licuación de los agregados monetarios, significativa reducción de la inflación tras el fogonazo inicial y la sanción de la ley Bases como cierre de esta etapa.
Los bonos se recuperaron tras la aprobación de la ley Bases, pero quedaron aún a mitad de camino. El riesgo país finalizó la semana abajo de 1.400 puntos, pero quedó lejos de los 1.200 de hace un mes. El pago de deuda del 9 de julio, por más de USD 1.500 millones, podría ayudar para que se dé un salto adicional
Habiendo conseguido estos logros, en los próximos meses aparecen desafíos no menores que arrancan ahora y deberían cumplirse para el verano 2025.
El nuevo acuerdo con el FMI aparece como un paso central dentro de esta nueva fase. Ya en junio el Banco Central se comprometió a divulgar la estrategia de política monetaria que llevará adelante, incluyendo metas para los agregados y el futuro de las tasas de interés.
Pero lo más relevante del nuevo acuerdo no pasará por las metas, sino por los desembolsos que esté dispuesto a hacer el organismo. El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, reconoció que en buena medida la apertura del cepo dependerá de esa decisión del FMI, que ya precisa fortalecer las reservas antes de permitir la unificación cambiaria y posterior competencia de monedas (algo que apoyan explícitamente en Washington).
Milei reiteró en la última semana que la salida del cepo está más cerca, debido a que ya quedan pocos pasivos remunerados y restaría resolver los “puts” de los bonos emitidos en la última etapa del Gobierno anterior. Se trata de cláusulas que permitirían vender esos títulos en cualquier momento, generando una fuerte inyección de pesos.
Pero más allá de mantener bajo estricto control la emisión monetaria, parece difícil que se puedan levantar las restricciones cambiarias sin un nivel considerable de reservas en el Central. La decisión del tándem Milei-Caputo es minimizar los riesgos en el caso de una futura apertura cambiaria. Para eso, es necesario seguir reduciendo los agregados monetarios y al mismo tiempo acumular más reservas.
El camino hacia un nuevo acuerdo con el FMI parece allanado, a partir del superávit fiscal que excede las previsiones del organismo y la acumulación de reservas. Pero parece bastante más complicado conseguir un desembolso, sobre todo de la magnitud que pretende el ministro de Economía
No parece fácil lograrlo, sobre todo acercándose las elecciones de Estados Unidos. Para que el FMI apruebe el desembolso, primero debe recibir el visto bueno del Tesoro americano. ¿Estará dispuesta la administración de Joe Biden a darle semejante espaldarazo al Gobierno argentino? ¿O habrá primero que esperar el resultado de las elecciones y la llegada de un nuevo gobierno, que será recién a fines de enero de 2025, quizás Donald Trump?
La reactivación económica también es una pata fundamental de los próximos meses. Mantener la baja de la inflación es clave para que se consolide la recuperación de los ingresos: salarios, jubilaciones y planes sociales, un proceso que ya empezó pero que todavía sucede en cámara lenta.
La economía ya tocó claramente un piso y arrancó la recuperación, pero que todavía es muy tenue. La mejora podría ser en cámara lenta en los próximos meses y consolidarse en el arranque de 2025, a partir del nuevo acuerdo con el Fondo y la salida gradual del cepo cambiario
Por ahora, el “logro” es haber encontrado un piso a la fuerte caída del primer trimestre, pero la mejora se da a cuentagotas. Falta muchísimo en todos los sectores para volver aunque sea al punto de partida de noviembre, último mes de la administración anterior.
El arreglo con el FMI, la consolidación de las reservas y finalmente la salida del cepo son fundamentales para consolidar esa mejora. El Banco Mundial calculó que el PBI caerá este año 3,5%, pero fue mucho más optimista para el 2025, al estimar un salto del 5%.
Mientras tanto, Milei conserva su principal capital político en medio de una economía a la que todavía le cuesta arrancar: su alto nivel de aceptación, que sigue arriba del 55%, el mismo porcentaje que el conseguido en el ballotage.