El ex ministro de Economía Martín Guzmán participó de la conferencia Crisis de deuda en el Sur Global, realizada este miércoles en el Vaticano. El encuentro fue co-organizado por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales (PASS) y Columbia University Initiative for Policy Dialogue (IPD) y contó con la presencia del Papa Francisco.
Participaron además referentes del Tesoro de Estados Unidos, representantes del Fondo Monetario Internacional, el presidente del Club de París, Emmanuel Moulin, la presidente del Banco Europeo de Inversiones, Nadia Calvino y ministros de diferentes países, como Brasil, España, Francia, entre otros.
En presencia de los organismos internacionales, tanto el papa como Martín Guzmán tuvieron discursos críticos hacia los desequilibrios en relación a las deudas externas y ambos pidieron que en el mundo haya un sistema de reestructuración de deuda eficiente y actualizado.
El Papa pidió que se ponga en marcha “una nueva arquitectura financiera internacional” que sea “audaz y creativa” para “tratar de romper el círculo financiamiento-deuda” y ayudar así a los países menos desarrollados. Además, advirtió que “ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad humana”.
A su turno, Guzmán apuntó contra la falta de un sistema para reestructurar deudas insostenibles. “No existe algo así en el mundo porque nunca lo construimos. Construir un sistema para la resolución de la crisis de deuda es una tarea pendiente para la humanidad”, comentó durante su exposición, donde compartió espacio con el premio Nobel de Economía y su mentor, Joseph Stiglitz.
“Necesitamos algún tipo de mecanismo que permita a los países respirar y recuperarse, salir de la situación en la que están; uno que también proporcione un mejor trato a los contribuyentes en comparación con los propietarios de capital privado”, señaló.
Para Guzmán, el sistema debería tener principios básicos. “El primero y más importante, es la sostenibilidad. Hay países que no restauran su sostenibilidad en términos de su capacidad para recuperarse y dependen de la buena suerte para salir de donde están”, remarcó el economista.
“Necesitamos algún tipo de mecanismo que permita a los países respirar y recuperarse”
El segundo punto señalado por el ex ministro es el de minimizar la litigiosidad. “Es costoso, es disruptivo, es más incertidumbre. Pero nuevamente, está condicionado a tener procesos que sean efectivos para restaurar la sostenibilidad”, insistió.
“El tercer principio básico es que el proceso en sí, más las reglas que se promulgan en el momento, fomenten el desarrollo de mercados de capital locales. Deberíamos querer que los países sean capaces de obtener financiamiento en su propia moneda y evitar la volatilidad que los descalces de moneda provocan. En el muy corto plazo, hay que cambiar la estructura de incentivos para lograr estos objetivos”, agregó.
Tasas y DEG
En otro punto, Guzmán se refirió a la importancia de la reducción de la tasa compensatoria para las deudas en default pendientes de un juicio, que hoy es del 9%. “Esa tasa se estableció en 1981, cuando el índice de inflación en Estados Unidos era del 8,9%. ¿Por qué nunca se cambió? Tal vez estamos en un momento en el que algo debería suceder. Y también la legislación que asegure que los acreedores públicos, que son en última instancia los contribuyentes, sean tratados de manera justa y no se vean en desventaja con respecto a los acreedores privados”, protestó.
“Como los que deberían pagar, no pagan, el Estado termina poniendo la carga sobre la clase media, sobre los más vulnerables, y sobre las pequeñas y medianas empresas”
Asimismo, Guzmán mencionó que el mundo se debe una discusión importante sobre los Derechos Especiales de Giro (DEG). “Esperamos poder producir más conocimiento sobre los DEG”.
Tributación internacional
Cerrando su discurso, Guzmán opinó frente a los presentes que “es necesario hacer algo sobre la tributación internacional” y calificó de “tóxico” al problema de los paraísos fiscales, que “permite que los ricos y las corporaciones multinacionales paguen muy pocos impuestos”.
“Como los que deberían pagar, no pagan, el Estado termina poniendo la carga sobre la clase media, sobre los más vulnerables, y sobre las pequeñas y medianas empresas. Cientos de millones de personas en todo el mundo, se frustran y se enojan con el Estado”, continuó.
“Eso es en parte la consecuencia de la arquitectura económica global que tenemos. Así que necesitamos abordar el problema en la Pontificia Academia de Ciencias Sociales”, cerró Guzmán.