El ex presidente de Energía Argentina SA, Agustín Gerez, responsabilizó al Gobierno nacional por la crisis de falta de gas que motivó cortes de suministro en todas las estaciones de GNC y grandes industrias del país. En diálogo con Infobae, el funcionario de la anterior administración sostuvo que el ajuste en la obra pública derivó en un retraso en obras claves que “le costaron a todos los argentinos USD 600 millones” por importación de energía.
Para Gerez, el principal responsable de la crisis que se vivió por estas horas es el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo. “Si sabía que las obras no iban a estar a tiempo podrían haber incorporado el buque regasificador de Bahía Blanca para que el sistema no perdiera presión o importar más GNL a tiempo para fortalecer el anillo Buenos Aires, Rosario y Córdoba que es donde hay más consumo”, apuntó.
El ex presidente de Enarsa dijo que Chirillo “a propósito, o por ignorancia, no dice la verdad” cuando habla de las obras que podrían haberle dado mayor capacidad al Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GNPK), en particular sobre las plantas compresoras, y el retraso en la reversión del Gasoducto Norte. Según resaltó, la finalización de esas obras habría permitido no gastar los USD 600 millones en la compra de cargamentos de combustible líquido y de Gas Natural Licuado (GNL) en las últimas semanas. “Encima tenemos problemas con el abastecimiento”, añadió.
“El GNPK está terminado y operativo desde julio de 2023 con capacidad de 11 millones de metros cúbicos. Una obra que hizo el Gobierno anterior y con la que este celebra el superávit energético. Para duplicar la capacidad de transporte por el ducto habría que terminar las plantas compresoras que nosotros dejamos al 62% de avance de obra”, explicó.
“El plazo previsto era noviembre 2023, y con las adendas se había establecido que el funcionamiento iba a estar en marzo, entendiendo que las obras continuaban conforme lo previsto. Este Gobierno se tomó 90 días mientras decidían si iban a hacer obra pública o no, con la bandera del superávit fiscal. Las plantas compresoras van a estar para finales de junio, por lo que esos tres meses son los que estamos pagando ahora con los faltantes de gas”, apuntó Gerez.
“Nos llevaron a esta situación de estrés extremo que no se vivía desde el año ‘84″
El ex funcionario trazó un paralelismo con la situación del reversal del Gasoducto del Norte, clave para el abastecimiento de fluído en el norte del país. “Esta obra tiene tres tramos. Solo pudimos avanzar hasta la adjudicación por la imposibilidad en un cambio de gestión. El primer tramo se excedió del presupuesto y había que relicitarlo. Los otros dos se licitaron. Pero con esto también se demoraron tres meses”, remarcó.
— ¿Los cortes pueden repetirse en los próximos días?
— El sistema de transporte quedó muy debilitado. Se va a ver una recuperación en los próximos días por el ingreso de los buques de GNL. Entramos en la dinámica de importación que tendría que haberse dado a inicios de mayo. Habrá que esperar para ver qué sucede la próxima ola de frío. Es complejo decirle a la sociedad que en el país con mayores recursos de gas, se está cortando a los industriales generando una caída de la producción y ventas ya afectadas por la recesión.
— ¿De quién es la responsabilidad de que falte gas?
— Del Secretario de Energía, quien tendría que haber planificado mejor e informado al Ministro de Economía las necesidades de importación. Al saber que las plantas no iban a estar operativas para parte del invierno deberían haber incorporado el buque regasificador de Bahía Blanca para potenciar los tramos finales de TGS y que el sistema de gas no perdiera presión. Como segunda medida, importar más GNL durante mayo para fortalecer el anillo de Buenos Aires, Rosario y parte de Córdoba. Más consumo.
— ¿Por qué se retrasó la importación de combustible?
— Con el motivo de mostrar el superávit, uno ficticio, decidieron importar menos cargamentos de gas y acá está una de las consecuencias. Nos llevaron a esta situación de estrés extremo que no se vivía desde el año ‘84. Hoy los 100 industriales más grandes de Córdoba y Rosario no pudieron abrir sus fábricas ni darles trabajo a sus empleados. Tampoco los taxistas pudieron salir a trabajar para darles de comer a sus familias. Todo es producto de la necesidad de anunciar superávit.