El dólar libre se despertó y alcanzó un récord nominal en la última semana. El año pasado los movimientos del tipo de cambio paralelo se trasladaban inmediatamente a precios y las expectativas de nuevas subas presionaban sobre la inflación. El panorama económico ahora es distinto y esa tendencia puede cambiar.
La divisa en el circuito informal arrancó la semana cotizando a $1.180 y el viernes cerró a $1.220, tras haber llegado a un máximo de $1.300 antes del cierre del jueves. De esta manera, la brecha con el dólar oficial mayorista que fija el Banco Central alcanzó el 30,9 por ciento.
En 2023, con cepo mediante, el Banco Central hizo dos devaluaciones: la primera fue en agosto, luego de las PASO, con un salto del 22%. Esto redundó en que la inflación de ese mes ascendiera a dos dígitos (12,4%) y se acelerara aún más en septiembre (12,7%). Con la llegada de Javier Milei al gobierno, se concretó una devaluación del 54%, tras lo cual el Índice de Precios al Consumidor (IPC) llegó a un pico del 25,5 por ciento.
Pero la alta inflación a lo largo del 2023 estuvo en gran medida impulsada por las distintas corridas cambiarias en el dólar libre, e incluso por las subas diarias. Ahora bien, la pregunta es si el aumento del tipo de cambio paralelo de esta semana se trasladará o no a los precios de bienes y servicios.
El análisis de los economistas
En este sentido, el economista Federico Glustein dijo a Infobae: “Hay una diferencia sustancial entre el año pasado y el actual y tiene que ver con la recesión y la fuerte caída del consumo. En este contexto, la traslación completa de la depreciación del peso a precios sería perjudicar aún más la situación comercial, sumado a que todavía el poder adquisitivo no se recuperó, a pesar de que la inflación está desacelerándose. Además, hay una brecha que es menor entre el oficial y el libre, a pesar de que subió en estos días movidos”.
“Creería que si continúa esta senda hacia fin de mes, podría haber un traslado algo mayor. Antes se trasladaba primero porque la inercia inflacionaria permitía hacer el pass through en un elevado porcentaje. En un contexto como el actual, puede demorar más o absorberse una parte y compensarse en meses subsiguientes”, agregó.
La traslación completa de la depreciación del peso a precios sería perjudicar aún más la situación comercial (Glustein)
Por su parte, Rocío Bisang, economista de EcoGo, contó a este medio: “La situación respecto al año pasado es bastante diferente, hoy los precios son relativamente altos en dólares y el desplome en el consumo producto de la baja de los salarios reales, sumado a la caída en el empleo, presionan a la moderación de los precios. Además, en términos generales el Gobierno está mostrando buenos resultados en el plano fiscal –aunque puede estar sujeto a dudas sobre su sostenibilidad– y hay expectativas de que la inflación continúe desacelerándose”.
En la misma línea, desde Invecq, el economista Manuel Cerdan, destacó que “no cree que el alza en la cotización del dólar libre se traslade a precios porque el derrumbe de las ventas/consumo le pone un techo a la suba de precios. Por el momento los dólares venían corriendo muy por detrás de la inflación. Con la suba de estos días recortan un poco la apreciación de los últimos meses. Pero habrá que ver cómo sigue. Si la liquidación repunta, deberían estabilizarse (por el dólar blend)”.
Ya en recesión técnica, las ventas de las pymes cayeron 7,3% interanual en abril (CAME), la recaudación del IVA bajó 8,3% en términos reales, el patentamiento de autos, 5,9% (Acara) y el consumo, 4,5% (CAC).
El economista Gustavo Ber consideró: “No creo por el momento que tenga impacto en la inflación, pero es importante que se calme el ritmo del reacomodamiento para no afectar las expectativas de los agentes económicos. Creo que en la zona de los $1.200 debería tomarse un respiro el dólar libre, equivalente a una brecha del orden del 35%, a fin de evitar una mayor dolarización desde colocaciones en pesos. Es importante monitorear que la brecha no se amplíe demasiado para incentivar las liquidaciones, que vienen demoradas”.
El especialista explicó que cuando la brecha superaba el 100% se generaba un aumento en las importaciones y menores incentivos a los exportadores, lo que derivó en las diferentes versiones del “dólar soja”.