La posibilidad que abrió y ejecutó la semana pasada el Banco Central para permitir el giro de dividendos y utilidades al exterior reconfiguró las expectativas del mercado sobre el levantamiento del cepo cambiario. Si bien la medida a apunta a descomprimir la demanda reprimida de dólares precisamente para evitar que eventualmente presione sobre el tipo de cambio una vez eliminados los controles, lo cierto es que en vez leerlo como un paso más en el camino de la salida de las restricciones cambiarias, el mercado interpretó el proceso en marcha como la clara señal de que ese camino será largo y su recorrido lento.
Eso es lo que se desprende, señalan los analistas, del tipo de cambio que convalidaron el jueves pasado las empresas para poder transferir las ganancias a sus accionistas. El mecanismo que lo permite es, tal como definió el BCRA, vía la suscripción del bono para importadores, Bopreal, del que se realizó en la semana una nueva licitación.
En la operación, el BCRA colocó USD 1.709 millones de la Serie 3 de los Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal) y aclaró que “en esta licitación se habilitó por primera vez la participación a personas jurídicas que quisieran distribuir utilidades y/o dividendos a accionistas no residentes, concepto que precisaba de la conformidad previa del BCRA para el acceso al Mercado Libre de Cambios (MLC) desde septiembre de 2019″. De acuerdo al comunicado que difundió, se recibieron posturas por USD 69 millones de empresas con deudas por importaciones y USD 1.640 millones para giro de utilidades.
Hay una gran ansiedad por girar dividendos después de más de cuatro años y por eso las compañías están dispuestas a convalidar un alto precio
En ese último caso, la suscripción del bono debe afrontar un tipo de cambio al que se le aplica el Impuesto PAIS de 17.5%, lo mismo que a las importaciones. Así, de la operación surgió un tipo de cambio implícito de $1.335, valor 27% superior a la cotización del contado con liquidación (CCL).
Caro, pero con demanda
Con todo, la demanda fue alta y prácticamente agotó el total previsto de emisión, del que restan apenas USD 95 millones que se colocarán la próxima semana. De acuerdo a los expertos, ambas variables indican que existe una fuerte ansiedad por girar dividendos después de más de cuatro años a tal punto que las compañías están dispuestas a convalidar un alto precio. Detrás de la aceptación de ese precio se escondería la presunción de que el cepo está lejos de ser eliminado en el corto plazo por lo cual la posibilidad disponible, aún a mayor costo, es la mejor opción.
“Tranquilidad, falta para liberar el cepo”, opinó Pedro Siaba Serrate, tras destacar el tipo de cambio convalidado por la demanda reprimida para girar utilidades. Con una mirada más técnica, Gabriel Caamaño también apuntó en el mismo sentido al analizar los resultados de la operación y, junto con su colega, Juan Manuel Truffa, consideraron desde una perspectiva más general que la prioridad del Gobierno se centra en bajar la inflación más que en salir del cepo.
“La mayor parte de la comunicación del gobierno se concentra en señalar que no se va a flexibilizar ni el ancla de corto plazo, la cambiaria, ni la de mediano-largo plazo, la fiscal. Al mismo tiempo que en los dichos y en los hechos se encarga de dejar bien en claro que el principal objetivo es bajar la inflación, relegando en prioridades a la salida del cepo y las correcciones de precios relativos, que ahora aparecen subordinadas a este”, destacaron en su informe semanal. “El resultado lógico de dicha combinación es que el mercado ajuste las expectativas de tasa y tipo de cambio y, en todo caso, retrase las de salida del cepo”.
Decisión gubernamental que el mercado da como un hecho.