Javier Milei eligió la cadena nacional para festejar el logro de haber terminado el primer trimestre con superávit fiscal, incluyendo tanto el resultado primario como los intereses de la deuda. Los mercados siguieron festejando este logro, que quiebra los rojos fiscales recurrentes que se acentuaron en los últimos años. Pero el futuro luce mucho más desafiante y los analistas coinciden en que no será sencillo sostener semejante resultado a medida que avance el 2024.
El superávit fue posible a partir del funcionamiento a toda marcha de la licuadora, en un contexto de alta inflación con gastos del Estado casi congelados, en particular en el caso de las jubilaciones y los salarios del sector público. Pero ese efecto fue de corto plazo y será imposible mantenerlo en el tiempo por dos razones: la inflación está bajando y al mismo tiempo los ingresos empezaron su recuperación.
Un análisis del resultado fiscal del primer trimestre arroja con bastante claridad cómo se consiguió el superávit. El pago de jubilaciones pasaron de representar el 1% del PBI al 0,7%. Los gastos de capital se desplomaron de 0,3% a 0% (obra pública) y “otros gastos corrientes de 0,1% a 0%. Además, el impuesto PAIS pasó de 0,2% a 0,4% del Producto, según describió el economista Fernando Marull.
Los datos preliminares de marzo ya muestran que las jubilaciones empezaron a ganar terreno en términos reales. Y lo mismo sucedió con los salarios del sector público, que según el INDEC ya habían subido 15,1%, por encima de la inflación de ese mes (13,2%).
“La tendencia es que el déficit se acelere en la segunda parte del año. Hay cuestiones estacionales, y también porque se suelen patear pagos que se terminan realizando hacia finales del año”, advierte un informe publicado por Eseade. “Casi la mitad del ajuste fue producto de licuar las jubilaciones -agrega la institución- y ese ajuste reducirá drásticamente su velocidad con la nueva fórmula jubilatoria. El FMI ya venía advirtiendo al respecto y ya comenzará a aplicarse la nueva fórmula jubilatoria. Esto quiere decir que alguna nueva estrategia deberá aparecer para no abandonar el sendero fiscal. Esperemos las novedades lleguen más pronto que tarde (¿quizás después de la Ley Bases?)”.
Esfuerzo enorme, pero insostenible
Iván Cachanosky, director de Eseade, planteo el horizonte fiscal en estos términos: “El esfuerzo que está haciendo el Gobierno es enorme, pero no veo posible que se sostenga el superávit fiscal financiero. Estaría muy bien si el año termina con un rojo fiscal de 2% del PBI, contra un negativo de más del 5% en 2023″.
El alto superávit financiero del primer trimestre representa un fuerte compromiso hacia adelante. El Gobierno promete mantener el buen resultado de las cuentas públicas cueste lo que cueste, pero el esfuerzo será cuesta arriba. De hecho, el buen resultado de las cuentas fue de mayor a menor entre enero y marzo
El Banco Central se mostró más optimista. El vicepresidente de la entidad, Vladimir Werning presentó en reuniones con inversores en Washington (una organizada por Bank of America y la otra por Morgan Stanley) la visión de la entidad sobre la evolución de la economía y los números fiscales.
El funcionario utilizó una frase ya conocida y que es música para los oídos de los inversores para referirse al ajuste fiscal que se puso al hombro el Presidente: “Se hará cueste lo que cueste”, señaló. La expresión remite a una similar utilizada por Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo en plena crisis de deuda de la región en 2012. Utilizó esas mismas palabras para asegurar que el rescate de bonos para evitar un derrumbe sería ilimitado y consiguió el objetivo de calmar a los mercados en un momento dramático.
Que el Banco Central lo reafirme en una reunión con grandes inversores y organizada por importantes bancos internacionales no es algo menor. Como tampoco lo es que el Presidente se haya referido en términos parecidos por cadena nacional. Se trata de un compromiso muy fuerte y a su vez una gran exigencia. Si no fuera posible cumplir a rajatabla con esa promesa de equilibrio fiscal a toda costa, el esfuerzo para no generar un desbande en los mercados deberá ser considerable.
La fuerte reducción de la inflación es uno de los datos más relevantes de abril. La canasta básica prácticamente no aumentó en las últimas dos semanas y muchos rubros muestran deflación. El indice mensual daría por debajo del 8% y la núcleo podría estar cerca del 5%
Por lo pronto, la deuda argentina sigue muy firme y el riesgo país se mantuvo cerca de los 1.200 puntos básicos, aún en una semana bastante convulsionada en los mercados y especialmente para los activos de países emergentes.
Baja de la inflación y ancla fiscal
Consultatio Financial Services también alertó a su clientela sobre las dificultades de sostener la licuación para bajar el gasto. “El progreso que se está viendo en materia de baja de la inflación no solo amenaza el ancla fiscal. También tiene implicancias sobre el frente financiero y monetario, como pudimos constatar esta semana. A partir de la difusión de indicadores de alta frecuencia que señalaban una caída fuerte de la inflación, las tasas reales empezaron a subir”.
La gran pregunta es cómo se las piensa ingeniar el Gobierno para mantener el superávit fiscal cuando desaparecen muchos de los efectos que fueron claves para este logro en el primer trimestre.
La fuerte desaceleración de los precios es un desafío adicional. En los últimos años los gobiernos lograban recaudación excepcional por el impuesto inflacionario. A medida que los valores de los productos suben, también lo hacen los gravámenes asociados, lo que implica un ingreso fuera de los presupuestos aprobados por el Congreso.
Una de las grandes incógnitas es cómo reemplazará el Gobierno el “efecto licuadora” que permitió mejorar fuertemente las cuentas públicas en el primer trimestre. La reducción del gasto posiblemente no alcance y será necesario que la economía se empiece a recuperar lo más rápido posible para mejorar los ingresos
Ahora la situación es exactamente la inversa. Como la inflación se viene desacelerando muy rápido, implicará que los ingresos también aumentan menos de lo previsto y crece el desafío para el Gobierno de lograr que las cuentas públicas cierren a como dé lugar.
Por supuesto que el equipo económico no se quedará de brazos cruzados. Por lo pronto, el paquete fiscal que será tratado mañana en el Congreso incluye varios cambios que impactarían positivamente en la recaudación. El nuevo esquema de Ganancias, con pisos menores a los actuales, significa más ingresos para el Estado nacional pero también para las provincias.
Blanqueo, moratoria y arcas del Estado
Además, tanto el blanqueo, como la moratoria y la posibilidad de pagar cinco años juntos de Bienes Personales también ayudarán a engrosar las arcas del Estado aunque en este caso por única vez.
El impuesto PAIS seguirá en aumento, ante la flexibilización que se le dio a las Pymes para poder importar pagando a 30 días y ya no a cuatro meses en cuotas. Este tributo ya representa el 13% de la recaudación y seguirá en aumento en los próximos meses. El problema es que se trata de un impuesto transitorio, que debería desaparecer no más allá de fin de año, que es cuando se espera que liberen el cepo y se unifique el mercado cambiario.
En definitiva, una de las grandes apuestas es que la economía recupere con fuerza y que ese incremento de la actividad aumente la recaudación. Pero nadie asegura que esa reactivación se produzca con la rapidez que precisa el Gobierno. Por ahora, los salarios y jubilaciones dejaron de perder contra la inflación, pero la mejora del consumo se irá dando con cierta lentitud. Todo indica que el segundo semestre será mejor que el primero, sobre todo si se sostiene la desaceleración de precios, que en muchos productos ya está dando lugar a deflación.
El FMI se mostró optimista y calculó que la economía podría crecer arriba de 5% el año que viene. Esa proyección sugiere que la actividad y la demanda interna ya estarían muy cerca de haber encontrado un piso y que en los próximos meses estaría en condiciones de arrancar una recuperación, especialmente a partir de la caída de la inflación.
Milei cree que este escenario le permitirá una victoria en las elecciones legislativas, a la que aspira presentarse junto al PRO. En ese escenario, la posibilidad de meter más reformas que aceleren el cambio resultaría mucho más factible. Pero proyectar lo que pueda pasar en octubre de 2025 aún suena a ciencia ficción.