La posibilidad de un rebote de la actividad económica con forma de “V” se va diluyendo a medida que pasen los meses. En el Gobierno ya prácticamente no mencionan esta posibilidad y el propio Javier Milei indicó que la posibilidad de un repunte está relacionada con decisiones de inversión por parte de los empresarios. Pero a esto se le suma la visión ya más cauta de quienes sostenían en el arranque de 2024 que el repunte de la economía podría ser muy marcado una vez que se toque el piso, dentro del primer semestre.
Dentro de los más optimistas se encontraba la consultora Econviews, que además en su momento fue citada por el propio Presidente a la hora de defender la idea de un repunte de la economía muy marcado. Eso fue a principios de febrero. Pero un par de meses después reconocen que la historia no sería finamente tan favorable.
“La verdad que la idea de un repunte como V fue un poco optimista. Los salarios cayeron muchos y van a ir recuperando, pero lentamente, lo mismo que el consumo.
Tenemos una política fiscal contractiva, igual que en lo monetario. Y el tipo de cambio más atrasado para combatir la inflación tampoco te ayuda mucho”, explicó ayer Andrés Borenstein, director de Econviews.
El economista, sin embargo, aclaró que no es pesimista. “La economía dejó de caer entre marzo y abril. Pero si bien tocó piso no significa que la recuperación haya comenzado. Es posible -señaló Borenstein- que no veamos una mejora en V, pero tampoco una L”, en relación a la posibilidad de un estancamiento por un tiempo muy prolongado de la actividad y del consumo.
Posiblemente a principios de año había algunos factores que los más optimistas sobre la evolución del ciclo económico no habían calculado adecuadamente. Uno de ellos es que el ajuste del dólar oficial al 2% mensual se mantuvo por más tiempo que el estimado por la mayoría de los analistas. Se trata de una decisión que está ayudando a bajar la inflación más rápido, pero al mismo tiempo afecta la recuperación al ponerle un nuevo escollo a los exportadores.
La prioridad de Javier Milei en los primeros meses de su gestión pasó por lograr una baja de la inflación lo más rápido posible. La política fiscal contractiva, el congelamiento de la base monetaria y el “crawling peg” del dólar oficial al 2% mensual están logrando el objetivo, pero a costa de postergar una salida más rápida de la crisis
Además, la cantidad de dinero se mantiene prácticamente inalterada desde diciembre, lo que significa que la base monetaria sufrió una caída de más de 25% en términos reales en apenas cuatro meses. Eso significa que el proceso de remonetización de la economía demandará más tiempo, ya que el Central está comprometido a no emitir.
Por su parte, desde el IERAL de la Fundación Mediterránea, también consideraron que la mejora será gradual. “A medida que pasan los meses los salarios empezarán a ganarle a la inflación y eso permitirá una recuperación del consumo. Sin embargo, no hay que esperar que este proceso ocurra tan rápido”.
Lo que parece estar bastante claro y hay opiniones muy coincidentes entre la mayoría de los economistas es que el Gobierno privilegió en esta primera etapa la lucha contra la inflación, pero dejando la recuperación de la actividad en un segundo plano.
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que publicó ayer el INDEC reveló que en febrero la caída de la economía fue marginal en relación a enero, apenas 0,2%. Esto marcó una fuerte desaceleración del ritmo del derrumbe luego de tres meses pésimos (de noviembre a enero). Incluso la caída interanual se moderó de 4% en enero a 3,2% en febrero.
Esto sugiere que la actividad ya habría encontrado un piso y economistas como Fernando Marull sugieren que en marzo incluso podría llegar a dar positivo, marcando un primer mes de recuperación. De ocurrir, sería el primer repunte desde agosto pasado.