No fue lo central del mensaje presidencial pero tampoco pasó inadvertido. Lejos de ello, la presencia no sólo del ministro de Economía, Luis Caputo, tal vez más “natural” en el contexto del anuncio del superávit primario alcanzado en el primer trimestre del año, sino también de su hombre de más estrecha confianza, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, además de las autoridades del Banco Central, Santiago Bausili y Vladimir Werning, también del círculo más cerrado de Caputo a pesar de la declamada independencia de la entidad, causó algo de sorpresa.
Las primeras noticias respecto a su participación en el anuncio dispararon todo tipo de especulaciones respecto a operaciones de financiamiento internacional vinculadas al levantamiento o flexibilización del cepo. A tal punto corrieron estas versiones que bonos y acciones se dispararon en un día de euforia que llegó a marcar subas de 13% para papeles argentinos que cotizan en Wall Street. Ya sobre la hora de la cadena nacional, el Gobierno había desinflado esas expectativas y descartado sorpresas. La presencia de Caputo, Bausili, Quirno y Werning adquirió, entonces, otro significado. El Presidente, se interpretó, ofreció su respaldo a los funcionarios lo cual a la vez puso en evidencia que, más allá de los merecimientos que apuntan en Casa Rosada como motivo de esa escenificación, eventualmente necesitaban ser respaldados.
Es que no sólo el Presidente los sumó a la puesta en escena de su mensaje televisado sino que, durante su alocución, los llenó de elogios. “Patriotas que en vez de huir de las llamas en las que habían dejado a la Argentina, corrieron hacia el fuego en su afán de apagarlo”, fueron palabras, palabras menos el elocuente reconocimiento que les deparó Milei. No dejó margen, con tamaña pomposidad, a dudas respecto del nivel de apoyo con el que cuenta el equipo económico en la implementación de su plan. Tales dudas, en rigor, eran marginales. Rumores que en el Gobierno calificaron de mal intencionados cada vez que se le atribuyó a Mieli algún enojo con Caputo nunca crecieron ni, mucho menos, estuvieron cerca de confirmarse.
Sin embargo, Caputo y su estrategia de licuación son blanco de cada vez mayores críticas de figuras cada vez más relevantes o impensadas, de las que el Presidente buscó blindarlos. Esos cuestionamientos apuntan, particularmente, al ritmo de devaluación del 2%, al que consideran peligroso en el contexto de una inflación que puede bajar a un dígito este mes pero que se sostendría hasta fin de año en un dígito alto. No es lo que intenta instalar el Gobierno, donde aseguran que hacia fin de año se ubicará entre 2% y 3% mensual.
Esa proyección no es compartida por muchos. Por caso, el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, un economista de referencia para Milei, apuntó la dificultad de mantener a la baja la inflación sin dejar a la economía en una “depresión”. También el ex asesor del Presidente, Carlos Rodríguez, sumó en los últimos días filosas críticas y, en las últimas horas, Caputo directamente recibió fuego amigo. Su ex jefe, antecesor en el cargo al frente del Ministerio de Economía, Alfonso Prat Gay, de quien Caputo fue su secretario de Finanzas, posteó ayer en la red social X una filosa observación tras el anuncio del superávit financiero en el primer trimestre del 0,2% que Milei comunicó con épica. “La mitad del ajuste fiscal del primer trimestre es recorte real en jubilaciones. Fin”, escribió, imitando el modismo que solía aplicar antes de asumir en su cargo el vocero presidencial, Manuel Adorni.
Esas objeciones no son nuevas. Desde que Caputo anunció en febrero el resultado del mes anterior es que se repiten las críticas por la insostenibilidad -y también injusticia- de la licuación. Hasta el FMI pidió mejorar la “calidad” del ajuste en reiteradas oportunidades. Otro tanto ocurre con el ritmo de devaluación, sobre el que existían dudas se pudiera mantener hasta marzo. En el mercado, ambos aspectos preocupan cada vez más pero lo concreto es que siguen haciendo la vista gorda. Hasta ahora, siguieron con atención los resultados fiscales sin mirar los medios.