Durante 2023 las pequeñas y medianas empresas (pymes) del sector industrial exportaron en forma conjunta USD 3.996 millones, acusó una disminución de 7,3% respecto del monto de 2022 (USD 421 millones menos), como consecuencia de la pérdida de oportunidades que dejó fuera de mercado a 10,3% de las firmas que habían el año anterior.
Según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), 5.703 pymes nacionales exportaron sus productos durante el 2022. Un año más tarde, el número se redujo a 5.118, tras el abandono de ese nicho de 585 firmas en términos netos (entre altas y bajas).
Para Gustavo Reyes, economista del Ieral (Fundación Mediterránea), no es llamativo que haya caído la cantidad de empresas exportadoras en 2023. “El comercio exterior fue muy complicado para todo el mundo el año pasado. El volumen de comercialización se estancó en el planeta entero debido a las guerras y dentro de Argentina pasaron muchas cosas que agravaron aún más la situación”, sintetizó.
“Los precios promedios de las exportaciones cayeron para Argentina y hubo un sistema cambiario muy errático. Con todo eso, no es de extrañar que a las exportaciones no les haya ido bien. Obviamente a nivel general afectó la sequía, pero cuando hablamos de pymes, donde más énfasis hay que hacer para entender el retiro de las empresas del mercado externo es en el tema cambiario”, contó Reyes.
El economista Daniel Garro, director de Value International Group, dijo a Infobae que “El hecho de que hayan caído las pymes exportadoras se debe a que son las que menos espalda tienen para aguantar un tipo de cambio atrasado, retenciones, cargas impositivas altas, aumento de tarifas, y estructuras laborales ineficientes, principalmente. Todos factores que determinaron que no resultara rentable exportar para una determinada escala de producción”.
Qué esperar
Como punto de partida, los economistas destacan que será clave que la economía se estabilice, tras el reacomodamiento de precios relativos: tipo de cambio, tarifas, salarios e impuestos que dispuso el nuevo gobierno.
Desde la consultora LCG destacaron que hay una íntima relación entre el tipo de cambio y la competitividad de las empresas exportadoras.
“El nivel de competitividad cambiaria es muy relevante para intentar conjeturar si hay presiones sobre las cuentas externas. Sabemos que Argentina necesita dólares para su robustez económica, y esos dólares provienen esencialmente del saldo comercial exterior. Ese saldo por supuesto depende, en parte, de cuestiones coyunturales que hacen a los márgenes de rentabilidad de los sectores que exportan o compiten con importaciones. Y en esos márgenes influyen todos los precios de lo que se vende y lo que se compra. Si el margen de una empresa exportadora es muy exiguo o negativo, tarde o temprano dejará de producir y de exportar”, precisó en un informe sobre su análisis del comercio exterior.
El nivel de competitividad cambiaria es muy relevante para intentar conjeturar si hay presiones sobre las cuentas externas (LCG)
“Los márgenes dependen de cada empresa, de cuál es su matriz de producción y de su estructura de costos, cada uno de los cuales tiene su evolución y estará más o menos atada al tipo de cambio y a los impuestos. Pero más allá de esto, los economistas tenemos algunos indicadores a disposición para poder resumir la competitividad de toda la economía. Uno de esos indicadores es el tipo de cambio real, que es el tipo de cambio (contra el dólar o cualquier moneda o canasta de monedas) ajustado por los precios locales y externos. Cuando los precios locales suben, se resiente la competitividad; cuando son los precios internacionales los que suben, mejora nuestra competitividad”, destacaron los economistas de la consultora de marras.
¿Qué pasó en Argentina desde diciembre? Después de la devaluación, se estableció un crawling del 2% sobre el tipo de cambio oficial que convivió con una inflación en dos dígitos al mes.
“¿Qué decimos todos frente a esto? Que la inflación se comió más de la mitad de la ganancia de competitividad generada en diciembre. El Tipo de cambio real multilateral (TCRM) hoy resulta más bajo que el que había en octubre 2011 cuando se impuso el primer cepo cambiario (cayó 13%), ubicándose en niveles similares a los que prevalecían en la previa a la devaluación de agosto de Sergio Massa”, explicaron, dando a entender que el escenario económico que se presenta en el corto plazo no presenta grandes cambios respecto al que dejó a más de 500 pymes fuera del mercado.
Al respecto, Gustavo Reyes aseguró que la ventaja competitiva que se gana con una devaluación es muy limitada en el tiempo. “Desde Ieral hemos evaluado que, en cada salto cambiario importante, con algún tipo de plan, la ganancia del tipo de cambio real neto de inflación dura cerca de un año. Han habido excepciones, como la convertibilidad, porque partieron de tipos de cambio muy bajos o muy altos, pero en el promedio, a los once meses ya tenés el mismo tipo de cambio real que tenías antes de devaluar”, comentó el experto.
La inflación se comió más de la mitad de la ganancia de competitividad generada en diciembre
Para Reyes, la pérdida competitividad de las empresas exportadoras hoy va mucho más allá del tipo de cambio. Según sus cálculos, aún con los ajustes de salarios y parcialmente de tarifas, Argentina puede llegar a noviembre o diciembre con una inflación mensual de entre 2% y 3 por ciento.
“Con esa tasa de inflación y suponiendo que el BCRA puede mantener la devaluación del 2%, se obtiene que el tipo de cambio real terminará el año por arriba del que tenía Federico Sturzenegger (presidente del Banco Central) cuando el presidente Mauricio Macri decidió liberar el cepo, en marzo de 2016. En ese momento, nadie hablaba de atraso cambiario”, comentó.
Por eso, para que se recupere la cantidad de empresas exportadoras, sostuvo el economista, no se debe centrar la atención únicamente en el tipo de cambio. “Van a exportar más empresas sólo si hay una mejora en la economía. El tipo de cambio real va a bajar con los meses. Para ganar competitividad, hay que trabajar sobre factores que sean duraderos, como la baja de la presión impositiva y la reducción de los costos laborales y de logística”, apuntó.
Daniel Garro agregó: “Normalmente las devaluaciones no generan competitividad, así como tampoco traen productividad ni eficiencia. Para que vuelvan a haber más pymes exportadoras se necesitan reformas estructurales. Deben bajar los costos de producir en Argentina y se debe permitir que las empresas puedan competir con firmas de afuera, en términos de eficiencia y productividad, no del tipo de cambio”.
Se necesitan medidas estructurales para que lleguen inversiones y bajen los costos de producir (Garro)
“La ley ómnibus inicial era muy importante, porque eliminaba una infinidad de estructuras ineficientes. En el único lugar en el cual no pudo entrar la Justicia, que es mercado de alquileres, ahora está funcionando muy bien. Se necesitan medidas estructurales para que lleguen inversiones y bajen los costos de producir en la Argentina. Es necesario que el Congreso se apure y que lo que salga de ahí no sea una reforma atenuada”, consideró Garro.