Desde Bariloche - Una lluvia de palmadas en el hombro, abrazos y apretones de manos esperaba a Javier Milei en la primera fila del salón Bustillo, en el hotel Llao Llao, después de un discurso de una hora y cuarto en que un grupo de CEOs escuchó definiciones que endulzaron sus oídos: que el futuro es con menos impuestos, que los únicos creadores de riqueza son las empresas, que no cambiará el rumbo del plan económico pero también otras menos seductoras, como que descarta una devaluación y que la recuperación económica deberá empezar con un sacrificio de descapitalización.
Los pocos ejecutivos que se dejaron ver tras el discurso presidencial se mostraron exultantes: “Fue impresionante”, dijo uno antes de retirarse al almuerzo de cierre y con las poquísimas palabras que le permitió el estricto protocolo de secretismo que rodeó la cita anual de CEOs en Bariloche, que los memoriosos recuerdan como el más hermético desde la creación de este espacio, primero a manera de retiro de no más de 20 empresarios hace poco más de una década y que creció desde 2015. Marcos Galperin, CEO y fundador de Mercado Libre, es uno de los que más insisten con la idea de “puertas cerradas”.
“Todos se fueron contentos”, juró otro CEO de una empresa exportadora del sector primario. Esa percepción sobrevoló las horas posteriores a las palabras del jefe de Estado, pero a pesar de lo concluyente de esa idea, tampoco resulta sorpresivo: una buena parte de los asistentes a este foro –que tiene especial preponderancia de ejecutivos del sector tecnológico y emprendedores– tienen un entusiasmo marcado, y para algunos una militancia abierta por el gobierno libertario.
Un corte transversal de la concurrencia de CEOs permitiría ver dos espacios diferenciados, según reconstruyó un observador que participó del foro varias veces y que ya conoce el paño: ese primer sector, cuyo modelo de negocios tiene presencia regional o global tienen una espalda mucho mayor para soportar la recesión en comparación con aquellos que dependen más del mercado interno. Una recesión desigual.
“Alguien me puede preguntar: ¿Estamos aguantando? Sí, es que queremos ir a lo que no tuvimos en los últimos 20 años”, dijo un joven emprendedor que participó por segunda vez del foro. “¿Qué necesitamos? Una macro ordenada, un ratito nomás, 3 o 7 años”, se preguntó y se respondió otro CEO treintañero. Es el aguante que la platea empresaria le hace a Milei: “Cuanto más parecido a Elon Musk, más cercano al gobierno”, definió otro observador, al tratar de mirar la escena desde un plano cenital.
“¿Qué necesitamos? Un macro ordenada, un ratito nomás, 3 o 7 años”
Como cada edición, asoma la interpretación de que el Foro Llao Llao se erige, para el círculo rojo, como una Asociación Empresaria Argentina (AEA) con un perfil más joven y que buscan un mirada más fresca a futuro. Este año, además del mencionado cerrojo a extraños que atravesó los tres días a orillas del lago Nahuel Huapi –con especial énfasis en la prensa, que tuvo una restricción de movimiento prácticamente total–, el retiro espiritual de los CEOs intentó escapar del barro local y trató de mirar hacia el futuro y hacia afuera, muy hacia afuera: al espacio exterior. Tanto así que dos de los paneles más celebrados fueron el de Federico Lauría (manager de Bizarrap, que habló sobre la Generación Z) y Emiliano Kargieman (Satellogic), que les dijo a los empresarios que la única forma de preservar la Tierra es vivir fuera de ella.
Pero aunque las altas discusiones ocuparon la mayor parte del foro, la coyuntura tiene suficiente peso para colarse sola en la agenda sin importar la distancia con las grandes ciudades ni el aislamiento. Milei, por caso, habló del dólar, de los impuestos, de la sanción a las empresas de medicina prepaga, del aumento de los salarios de los senadores y hasta de las elecciones de 2025. Un empresario en el salón Bustillo contó cuatro o cinco interrupciones con aplausos, aunque ninguna tuvo lugar cuando hizo referencias políticas.
Milei defendió la medida de sanción a las empresas de medicina prepaga, que las forzó a retrotraer tarifas a diciembre. “Puede ser que en algún momento haya algunas correcciones vía defensa de la competencia. Todos tendrán entendido de lo que les estoy hablando. Digo, pero salvo cosas así puntuales y que son propias de la transición, esas cosas no van a existir nunca más”, prometió.
También preguntó a la audiencia “¿para qué quieren un dólar más alto?”. El Presidente abundó que la competitividad cambiaria deberá llegar, en lo sucesivo, más por desregulaciones y baja de impuestos que por subas periódicas del tipo de cambio, que tienen riesgo de acelerar la inflación y que, con el tiempo, pueden volver a propiciar un atraso nuevo que realimente el ciclo.
El jefe de Estado no se privó de hacer algunas referencias políticas y miró más allá: aseguró que “arrasamos en 2025″ por episodios como el del aumento de salarios que decidieron los senadores este jueves. Un ejecutivo detectó cómo Milei hizo un gesto como el de Martín Lousteau para levantar la mano en la votación sin demasiada estridencia.
En una arenga final, el presidente les dijo a los empresarios que “tienen que poner las pelotas, van a tener que invertir y se van a tener que jugar para que se abran las aguas”, en referencia al apertura del Mar Rojo, una más de las habituales referencias bíblicas de Milei. El Gobierno sabe que tendrá que convencer al sector privado para que retome la inversión, la única forma en que puede sacudir la fuerte recesión y poder mostrar alguna señal de recuperación económica.