Aunque se recuperó en la última rueda el volumen operado en el mercado de cambios, lo que indica que los exportadores volvieron a ingresar divisas, lo cierto es que el ritmo de liquidación viene muy por debajo de las expectativas. A tal punto que se encuentra por debajo de los niveles de abril del año pasado, cuando los ingresos por la cosecha fueron brutalmente disminuidos por la sequía.
A esto se suma que la comercialización de soja, el cultivo que mayor divisas por exportaciones aporta a la Argentina, se mantiene en sus niveles más bajos de los últimos siete años. La explicación del retraso se encuentra en el impacto de la última seca, la incertidumbre política y la baja en los precios internacionales.
Las estadísticas indican que, hasta ayer, en abril ingresó un 16,3% menos de divisas que a la misma altura del mes del año pasado. De hecho, los exportadores del sector de cereales y oleaginosas liquidaron anteayer apenas USD 32 millones, en una jornada que, al igual que la anterior, estuvo marcada por un muy bajo volumen de operaciones. El poco nivel de actividad cambiaria se relacionó directamente con el mal clima de los mercados a nivel global, como consecuencia tanto del impacto del ataque de Irán a Israel durante el fin de semana como con un escenario más complejo ante la perspectiva de altas tasas internacionales por más tiempo, dado el dato negativo de inflación en los Estados Unidos.
Ese panorama comenzó a despejarse. Sin embargo, se suman nuevos elementos que frenan el flujo de divisas y que demoran el proceso de acumulación de reservas. La cosecha de soja se mantuvo en lo que va del año atrasada más de un 50% respecto al promedio de las últimas seis campañas. Según datos de la Sociedad Rural, se llevan comercializados a precio fijo 3,1 millones de toneladas que representan un 6% de la producción estimada, un 84% más que el año pasado en volumen (1,7 millones de toneladas). Sin embargo, aún quedan más de 9 millones de toneladas que no tienen precio.
La entidad destacó que actualmente el precio internacional de la oleaginosa se encuentra un 16% por debajo de su valor promedio de los últimos 23 años. El maíz cayó 26% y 22% el trigo.
“En estas condiciones existe una alta probabilidad de que la decisión de comercialización, a estos valores de mercado, ponga al productor en la situación de tener que realizar una pérdida económica. Por eso su decisión hoy pasa por manejar sus necesidades financieras conjugando la mejor combinación de ventas y momentos en función de la composición de su canasta de productos disponibles”, explicaron.
El head of research de Romano Group, Salvador Vitelli, sostuvo ante la consulta de Infobae que la campaña de este año es “bastante atípica”. “Veníamos de años de sequía, por lo que los productores no habían vendido, y cuando comenzaron a llegar las lluvias y se aclaró el panorama político, además de lo que podía suceder con el dólar exportador, cayeron los precios internacionales. Una tormenta perfecta que hace que hoy veamos niveles muy bajos”, detalló.
“Hay menos ventas que en una campaña relativamente normal y compara contra otra con un fuerte retraso de ventas por la sequía. Entonces, en términos comparativos, lo que pasa tiene mayor impacto que el contexto de la campaña de 2018″, dijo Vitelli sobre otro año muy malo para el campo.
Uno de los principales puntos que también señalan desde los sectores productivos y también de los exportadores pasa por las malas condiciones climáticas. Las lluvias no sólo complicaron el levantamiento de la cosecha por la alta humedad de los suelos sino que también generaron dificultades en los caminos con lo cual también la llegada de los camiones a los puertos se vieron obstaculizadas.
Al mismo tiempo, el precio internacional de los granos sigue a la baja, precisamente por el contexto internacional, lo que es un estímulo para los productores a demorar la venta lo máximo posible. Esto último se combina, además, con un escenario doméstico de un tipo de cambio sobre el que se esperan ajustes a pesar de que el Gobierno rechaza sistemáticamente la posibilidad de aplicar una modificación al ritmo de devaluación, hoy del 2% mensual.
“Es un mix de varios temas”, admitieron a Infobae entre los exportadores. “Por un lado, los precios internacionales de soja siguen a la baja y eso induce a esperar una mejora si hay se modifica en algo el escenario global”, admitieron. De todos modos, señalaron otra vez al clima como el principal enemigo del ingreso de dólares, en este caso por motivos contrarios a los del año pasado. “Las lluvias retrasaron las entregas a puertos y también a la molienda”, se explicó.
“Existe una alta probabilidad de que la decisión de comercialización, a estos valores de mercado, ponga al productor en la situación de tener que realizar una pérdida económica” (SRA)
De hecho, en los tres primeros días de esta semana, entraron al puerto de Rosario menos de 3.500 camiones, la mitad de los que entraron en los últimos tres días hábiles de marzo, previo al feriado extra largo.
Pero no todo se explica por el clima. También existe alguna expectativa de, ante los bajos precios internacionales, la mejora pueda producirse por el tipo de cambio oficial. Existen dos posibilidades para que ello ocurra. Por un lado, que finalmente el Banco Central apure el paso con el ritmo de crawling peg. No hay, con todo, ninguna señal de que ello vaya a ocurrir. De hecho, la señal en ese sentido serían las dificultades de la entidad para comprar divisas, algo que en los últimos días pareció asomar ante compras magras. Sin embargo, en las últimas horas volvió a repuntar la acumulación, con reservas brutas que orillan los USD 29.500 millones, tras hacerse en el mercado con USD 198 millones.
Una segunda posibilidad es que esa aceleración se termine produciendo de una manera relativamente forzada. El cambio de expectativas en el mercado internacional respecto de la tasa de interés de Estados Unidos, que no bajaría a la velocidad prevista dado su nivel sostenido de inflación, provocó una salida de capitales de los mercados emergentes que golpeó a sus monedas, entre ellas al real brasileño. Si las presiones devaluatorias persisten, crecerían las dificultades del Gobierno para mantener inalterable el ancla cambiaria lo cual, nuevamente, estimula a los productores a retener granos.
“Existe un mayor nivel de ensilaje a campo que años anteriores”, reconocieron los exportadores, en la jerga de los productores. En términos más coloquiales, este año hay un mayor nivel de retención de granos en silobolsas.