Aunque en términos muy moderados, el mundo crecerá el año que viene. Algunas económicos avanzarán a ritmo mucho más lento, particularmente las economías desarrolladas de Europa y también Estados Unidos mientras que otras mostrarán tasas algo más contundentes, mayores al 5% anual, en Asia. Pero hay cuatro países que no crecerán este año según refleja el extenso relevamiento en el que el Fondo Monetario Internacional vuelca sus proyecciones anuales. El selecto y poco feliz grupo cuenta con la presencia, previsiblemente, de la Argentina.
Las proyecciones del FMI, que a pesar de la fuerte recesión experimentada en el primer trimestre no modificó sus últimas estimaciones publicadas en enero, indican que la economía argentina retrocederá 2,8%, guarismo que es más optimista que el que manejan una gran parte de los economistas y consultores privados, además del propio equipo económico. La Argentina no está sola, aunque casi. Tres países con economías recesivas más la acompañan: Puerto Rico, cuya caída se prevé de apenas 0,4%, Kuwait y Sudán, con caídas de 1,4% y 4,2% respectivamente. Es decir que la Argentina competirá con Sudán por el primer puesto de la economía con mayor retracción. El país africano, cuya economía anotó el año pasado la catastrófica caída de 18%, se encuentra desde hace más de un año en guerra civil y atraviesa en estos momentos una hambruna producto del enfrentamiento armado.
Ninguna de esas desgracias extremas ha ocurrido en la Argentina pero si fuera por sus estadísticas, no podría descartarse. De hecho, los índices de inflación reflejan lo delicado de la crisis local: como promedio anual, el FMI prevé que la Argentina tendrá la inflación más alta del mundo, con una estimación de 249,8%, por encima incluso de Venezuela (prevista en 100%) y también de Sudán, calculada en 140% para este año.
En términos anuales, hacia el fin del período, en cambio, los cálculos del FMI producen el enroque entre las dos peores economías del mundo en materia de precios: Venezuela cerrará el año con una inflación de 160% mientras que, según el Fondo, la Argentina lo hará un con indicador de 149,4 por ciento.
Es decir que el FMI proyecta que el Gobierno logrará reducir, en su primer año de gestión, 60 puntos porcentuales la inflación anual. Para que ello ocurra, el índice de precios no sólo deberá sostener la tendencia a la desaceleración que se registró hasta el momento sino que hacia fin de año debería anotar un avance de un dígito bajo. Es decir, no sólo menos de 10% mensual sino menos de 4% por mes.
Por caso, en la consultora EcoGo, calcularon que para que se cumpla la estimación del Fondo, la suba de precios promedio a partir de julio debería situarse en torno a 2,1% mensual. “Es una proyección optimista”, consideró Rocío Bisang, economista de la consultora quien ponderó la baja más pronunciada en los primeros meses de este año pero que inevitablemente se empezarán a moderar en el corto plazo.
De hecho, es una de las preocupaciones de los analistas: qué tan difícil será, en el marco de una economía que se espera entre durante el segundo semestre en un proceso de recuperación, mantener a la baja sostenida los índices de inflación.
En ese plano, el FMI parece más que optimista. El economista jefe del organismo, Pierre Olivier Gourinchas, afirmó en una conferencia de prensa en la que se difundió el informe Perspectivas Económicas Globales (WEO, por sus iniciales en inglés) que, “en la Argentina las autoridades están implementando un plan de estabilización muy ambicioso para restaurar la estabilidad macroeconómica” y consideró que “el progreso hasta ahora ha sido realmente impresionante. Las autoridades han podido registrar un superávit fiscal por primera vez en más de una década. Y, por supuesto, esto llevará algún tiempo y requerirá una implementación política firme. Es necesario hacer mucho más, y es necesario hacer mucho más en una escala más amplia”.