El Gobierno va consolidando mes a mes su política de ordenar las cuentas públicas, más rápido que lo esperado en el plano fiscal y más lento en el monetario, mientras que, frutos de los primeros logros va liberando restricciones arancelarias y recomponiendo ingresos de jubilados, pensionados y perceptores de planes sociales focalizados en los beneficiarios.
Eso lo ven los mercados financieros que siempre, por su característica, se anticipan al mercado real donde persiste una brutal recesión, pero también con claras señales de desaceleración en la tasa de caída de la actividad que lleva a pensar en un pronto punto de giro.
Con ese escenario Infobae entrevistó a Iván Carrino, economista, Investigador Asociado del centro FARO de la Universidad del Desarrollo, en Chile, profesor universitario y consultor de empresas, para conocer su mirada sobre la solidez del plan de gobierno para ordenar las finanzas públicas y comenzar a liberar las ataduras que pesan sobre la actividad privada en su conjunto.
— En los primeros 4 meses de Gobierno se han logrado notables progresos en los planos fiscal, monetario y cambiario, pero se agravó la economía real ¿Le falta un “service” al plan económico?
— Es positivo que el Gobierno haya empezado desde el día cero atacando los problemas centrales de la macroeconomía, como el déficit fiscal y la enorme parafernalia de controles de precios que las administraciones anteriores habían utilizado para intentar “barrer los problemas debajo de la alfombra”. Ahora bien, dicha estrategia, tan ensayada en el país (de generar inflación con políticas y después controlar precios para quitarse la responsabilidad de encima), genera costos importantes.
- El primero es que la economía deja de crecer e igualmente genera inflación. Esa fue la realidad de los últimos 14 años: economía sin crecimiento real y una inflación acumulada de alrededor de 5.000 por ciento.
- El segundo problema es que estas políticas te llevan necesariamente al ajuste.
“Esta mala situación que atravesamos hoy es lo que inevitablemente iba a pasar después de la gestión Fernández-Fernández-Massa”
El día que alguien intenta sincerar la realidad, salta la tasa de inflación, caen los salarios reales, y la economía atraviesa una recesión. Así que yo no le haría un “service” al plan actual, sino que diría que esta mala situación que atravesamos hoy es lo que inevitablemente iba a pasar después de la gestión Fernández-Fernández-Massa.
— A la luz de los innegables avances en la macroeconomía cada vez más economistas independientes piden que se levante el cepo, que se eliminen impuestos y que se libere más de la economía ¿Ya están dadas las condiciones para avanzar en esas direcciones sin que deriven en retrocesos irreversibles y más costosos para la sociedad?
— Siempre están dadas las condiciones para eliminar precios máximos y restricciones de acceso al mercado. En el caso del cepo, además, me parece que el momento es ideal por lo bajo de la brecha, que está entre 10% y 13%, dependiendo si se mira el oficial minorista o mayorista. O sea que, si se eliminan las restricciones de acceso al dólar, el salto cambiario va a ser mínimo. Frente a esta idea se plantea el miedo a una corrida, como si los controles del gobierno pudieran evitar corridas.
Lo que veo es que, si hay corrida y hay cepo, probablemente no haya “problemas” en el dólar oficial, pero la corrida se manifestará en un salto de la brecha, como ya ocurrió tantas veces en la Argentina. Pero, si el Gobierno mantiene el rumbo de ajuste fiscal y monetario, y encima abre las puertas a la compra de dólares en el mercado oficial, el riesgo de la corrida es mínimo también.
“Seguimos en medio de una situación fiscal crítica, y creo que bajar presión tributaria ahora puede ser leído como una mala señal, que derive en suba el riesgo país y atente contra la baja de la inflación”
Finalmente, en el caso de los impuestos sí creo que hay que ser muy cauto para reducirlos. Seguimos en medio de una situación fiscal crítica, y creo que bajar presión tributaria ahora puede ser leído como una mala señal, que derive en suba el riesgo país y atente contra la baja de la inflación.
— ¿Déficit fiscal cero y emisión cero constituyen un plan de estabilización?
— Bueno, habría que preguntarles a los académicos que estudiaron y definieron qué elementos tiene un plan. Ellos, por ahí, van a encontrar que faltan algunas cosas. Pero lo importante acá es que las causas fundamentales de la inflación se están atacando directamente. No hay mucha discusión en la profesión acerca de la naturaleza monetaria y fiscal de la inflación.
Así que si se cierra la canilla del déficit fiscal, al mismo tiempo que se está cerrando la de la emisión monetaria descontrolada, los resultados no van a ser inmediatos, pero al final del día la inflación también desaparecerá.
— El Banco Central va saneando sus cuentas, pero aún mantiene reservas netas propias muy negativas ¿Cuánto tiempo habrá que esperar para que vuelvan a ser positivas?
— Bueno, la verdad es que la cantidad de nuevas reservas compradas por el BCRA ha sido muy importante. Las reservas netas crecieron en más de USD 8.000 millones desde el inicio de la nueva gestión y de acuerdo con los datos más actuales del Banco Central hoy tendría un saldo negativo de solamente USD 1.200 millones.
Creo que si siguen a este ritmo en dos o tres semanas ya va a haber reservas netas positivas, algo que los inversores también ven con buenos ojos porque, en última instancia, son una garantía de pago de deuda. En este sentido, esta acumulación de dólares también ayuda a que baje el Riesgo País.
— El presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, no abandonan la idea de una reforma monetaria con libre circulación de monedas, la cual por la característica de quienes ahorran, puede leerse como sinónimo de “dolarización” ¿Cree necesario que haya reservas positivas o acudir a un crédito internacional para llevarlo a cabo?
— La acumulación de reservas, además de ayudar a bajar el Riesgo País, también parece estar persiguiendo el objetivo de avanzar hacia la dolarización. Para aclarar un poco, lo que el Gobierno tiene en mente, especulo, es que la cosa hay que hacerla en dos pasos:
- El primer paso es cerrar el Banco Central, para lo cual hay que cancelar todos los pasivos en pesos entregando dólares a cambio.
- El segundo paso es generalizar la ley que dice que los contratos son válidos en cualquier moneda que se firme.
Una vez hecho todo esto, la Argentina podrá tener libre competencia de monedas (se podrá usar la moneda que se quiera) y no tiene más Banco Central que emita, lo que hará que no haya más inflación. Salvo que a la Reserva Federal de los EEUU llegue un kirchnerista, claro (risas).
Ahora bien, para llevar adelante el primer paso entiendo que al menos algún nivel de reservas positivo hay que acumular, para mostrar que el canje de pesos a dólares se puede realizar. Sin embargo, no creo que sea necesario contar con aproximadamente USD 40.000 millones que serían necesarios para poder convertir toda la base monetaria y los pases pasivos del BCRA en dólares el día uno.
“No creo que sea necesario contar con aproximadamente USD 40.000 millones que serían necesarios para poder convertir toda la base monetaria y los pases pasivos del BCRA en dólares”
— ¿Le sorprendió la notable apreciación del peso en los primeros 4 meses de gobierno?
— Por un lado, no. Por otro lado, sí. No me sorprendió porque mi expectativa nunca fue un dólar que se disparara con las nuevas medidas del gobierno ni mucho menos. El dólar en el mercado paralelo, además de un precio como cualquier otro, es un indicador de incertidumbre y miedo y si el Gobierno avanzaba en un plan de austeridad fiscal creíble, la incertidumbre y el miedo iban a caer, y esto es lo que ha pasado.
Sin embargo, sí me sorprende en la medida que el dólar no ha seguido en ningún caso a la inflación… ¡ni de cerca! Esto me sorprende, porque a lo sumo esperaba un dólar “calmo”, pero no un dólar completamente quieto.
— ¿Es un fenómeno transitorio forzado por la falta de pesos, o la apreciación de la moneda vino para quedarse y puede consolidarse?
— Si las cosas se hacen bien, nos vamos a tener que acostumbrar a un dólar que sube menos que la inflación. Pero eso será el reflejo de una mejora de la economía y de un crecimiento del poder de compra internacional de la gente que -acaso por primera vez en décadas- esté sustentado en políticas sostenibles.
Este cuadro no cambia mucho si se dolariza la economía. En una economía dolarizada, la estabilidad macro y las reformas estructurales (siempre que se lleven a cabo, supuesto no menor) van a mejorar la productividad de la economía, y eso va a hacer que los argentinos ganemos poder de compra internacional, algo que se destruyó a partir de la crisis de 2018 que llevó a acudir al auxilio del FMI.
— Pese al rápido cierre de la brecha cambiaria a menos de 20% y el recupero del superávit comercial, cada vez más economistas alertan sobre la necesidad de acelerar el ritmo de devaluación para no afectar la competitividad cambiaria ¿Cuál es su posición?
— Bueno, me parece que no hay que alarmarse tanto por el tema atraso cambiario. En primer lugar, porque, en general, los procesos de desinflación siempre vienen con un tipo de cambio que cae en términos reales. El mismísimo Paul Volker, que bajó la inflación a principios de los ‘80 en Estados Unidos, cuenta en su biografía que lo criticaban por lo mismo (Silber, William (2013): “Volker: The Triumph of Persistence”).
“Los procesos de desinflación siempre vienen con un tipo de cambio que cae en términos reales”
Pero, por otro lado, porque gracias a las pésimas políticas del pasado, el tipo de cambio en Argentina había quedado “re contra adelantado”. Si hago un análisis del tipo de cambio real desde 2015 hasta hoy veo que en Argentina éste está 48% más alto que en diciembre de 2015, mientras en Chile está 24% arriba, en Uruguay solo 8% y en Brasil cae 8%. O sea, en comparación con los vecinos estamos súper competitivos, a pesar de la caída de los últimos meses.
Para finalizar, el tipo de cambio real, siempre y cuando sea un precio libre, es un precio relativo más de la economía. Y yo creo que el Gobierno no debe intervenir ad-hoc en los precios relativos de la economía, así que no veo ninguna herramienta del Estado destinada a “corregir” el tipo de cambio real que pueda ser útil o siquiera exitosa desde ningún punto de vista.
— El superávit fiscal del primer trimestre se alcanzó a partir de aumento de impuestos a las importaciones, licuación del gasto con inflación, algo de recortes drásticos “motosierra” y algunos economistas agregan “bicicleta” en los pagos, y por tanto no es sostenible si no se pasa al “bisturí” ¿Qué piensa?
— Si ordeno los gastos del gobierno por su volumen en 2023 y miro cuánto cayeron en términos reales en 2024 veo que el primer lugar lo ocupa “Jubilaciones y Pensiones” (30% en términos reales), seguido de “Otros programas sociales” (20% en términos reales), y después vienen “Salarios” (20%) y “Subsidios Económicos” (54 por ciento).
¿Son sostenibles estos descensos? Bueno, en cuanto a jubilaciones el Gobierno ahora las va a actualizar por inflación mes a mes, o sea que van a dejar de caer, pero no van a crecer, lo que es clave. En el caso de salarios veo que la política del gobierno va a seguir siendo actualizar por debajo de la inflación, y lo mismo con los subsidios económicos, donde ahora se están actualizando las tarifas. Entonces, para concluir, creo que hay algunas preguntas sobre la sostenibilidad, pero no creo que eso vaya a abortar un proceso de ajuste fiscal inédito. Tal vez el año no termina con equilibrio financiero, pero el déficit, si existe- va a ser sustancialmente menor que el heredado.
— ¿La actividad económica tocó piso y a partir de abril cabe esperar un proceso de recuperación moderado?
— Creo que cuando se conozcan datos oficiales de marzo o abril vamos a poder constatar que la actividad tocó un piso (a excepción de la construcción), después de lo cual es esperable una recuperación de la economía. Esto es algo que puede ocurrir incluso sin que el gobierno haga nada.
“Creo que cuando se conozcan datos oficiales de marzo o abril vamos a poder constatar que la actividad tocó un piso (a excepción de la construcción)”
En los últimos años hemos visto eso muchas veces: devaluación de la moneda, salto de la inflación, caída de la actividad y posterior rebote. Pasó en 2014, en 2016, y en 2018, solo que en 2018-2019 el rebote se vio interrumpido por las PASO de agosto, y ahí vino otra devaluación con salto de la inflación y una nueva caída de la economía, cuyo rebote, a su vez, se vio coartado por la cuarentena de 2020, con la crisis sanitaria.
Así que no me caben dudas de que rebote va a haber, el tema es ver si por primera vez empezamos un proceso que, incluyendo el rebote, nos dé un crecimiento sostenido hacia adelante.
— ¿Cuáles serían los motores de la reactivación y con qué habría que alimentarlos?
— Los motores son la baja de la inflación y -para esta gestión- el descenso del Riesgo País. Un país con mayor estabilidad macroeconómica es un país con mejores perspectivas para la inversión. Y a eso hay que sumarle que -como explicaba más arriba- estamos baratos en dólares, con lo cual resulta rentable invertir aprovechando estos bajos precios y salarios que sigue teniendo hoy la economía.
Ahora bien, este proceso se puede, no sé si acelerar, pero sin dudas hacer sostenible y robusto, si se lo acompaña con leyes de desregulación de la economía, que la doten de mayor competencia, y que la integren al mundo. Creo que el DNU 70 y el nuevo proyecto de Ley Bases contienen algo de esto, con lo cual si se aprobaran sería una buena señal en este sentido.
—¿Una reflexión final?
— Solo quiero decir que me mantengo optimista sobre el futuro de la economía. Después de tantos años de rechazo a las políticas ortodoxas, creo que se observa un mayor consenso respecto de que el orden macroeconómico, la austeridad fiscal y los precios de mercado son necesarios para tener una economía que funcione mejor.
Así que, si se mantiene este rumbo, creo que podemos pensar en un país que, al menos, ya deje de ser el hazmerreír del mundo.
Fotos: Adrián Escandar