El fuerte ingreso de divisas en pleno inicio de la cosecha gruesa de ayer alimentó las expectativas respecto de lo que será a partir de los próximos días el nivel de liquidación de exportaciones del campo. Aunque ya no hay pronósticos de cifras récord como las registradas en 2022, se sostiene la idea de que será alto el volumen de dólares que ingrese en las próximas semanas. Los USD 654 millones operados ayer en el mercado de cambios, de los que el Banco Central retuvo USD 468 millones, contribuyen a despejar las dudas sobre la decisión de los productores del campo respecto de vender sus granos, aún con la posibilidad de una unificación cambiaria en el mediano plazo, incluso en el próximo trimestre.
Pero vale destacar un dato: en el primer día hábil de la semana, los exportadores del complejo cerealero y de oleaginosas ingresaron sólo USD 142 millones mientras que el salto en el ingreso de divisas de ayer no se atribuyó en el mercado exclusivamente al sector agropecuario. El dato concreto se conocerá en las próximas horas, pero los operadores presumían anoche un voluminoso aporte también de otros rubros, principalmente de la energía.
En cualquier caso, la fuerte compra del Banco Central constituye un estímulo a los productores agropecuarios en sentido inverso a la idea de retener la cosecha a la espera de un mejor tipo de cambio. En la medida que el sostenido ingreso de divisas se mantenga, las cotizaciones del dólar tenderán a la estabilidad y eventualmente a la baja más que a sufrir presiones a la suba. Sin ir más lejos, no sólo retrocedieron ayer las cotizaciones financieras del dólar sino que también los contratos a futuro pactados a fin de mayo y junio anotaron ayer un leve retroceso, tendencia que se registró en los precios pactados hasta septiembre. No hay, en ese sentido, una expectativa de un salto discreto del dólar oficial aun cuando los precios indican una tasa de devaluación algo mayor al 2% mensual que sostiene actualmente, contra todo pronóstico, el Banco Central.
Desde las entidades del campo, aseguran que aun cuando fuera la intención de los productores esperar lo máximo posible antes de ingresar sus divisas, la necesidad de afrontar pagos pendientes, particularmente tras un año duro como lo fue 2023 para el sector por el impacto de la sequía, se impondrá y el nivel de retención será relativamente acotado. Desde las grandes cerealeras, en tanto, persisten mayores dudas, lo concreto es que durante la semana pasada, de sólo tres días, ingresaron al puerto de Rosario unos 10.000 camiones a los que se sumaron entre el miércoles y ayer otros 8.000 de acuerdo al recuento de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Se trata de un indicio claro de que el típico proceso de la cosecha gruesa que culmina -o al menos debería- con la acumulación de reservas en el Banco Central se encuentra claramente en marcha.
No sólo por la imperiosa necesidad de dólares, y también de pesos en términos de recaudación impositiva por los derechos de exportación para cerrar las cuentas fiscales, es que el Gobierno deposita fuertes expectativas en el período que se acaba de iniciar. En el equipo económico también anida la esperanza de que la reactivación del campo, tras haber experimentado el fuerte golpe de la seca el año pasado, sea uno de los motores que impulse prematuramente la recuperación de la economía. Existe, en ese sentido, clara conciencia de que ese repunte no será homogéneo y que no sólo en este trimestre sino también hasta fin de año, el proceso estará más apuntalado por el sector externo más que por la demanda doméstica.
Impactado por el ajuste de precios relativos y un nivel de inflación que, aunque cede más rápido que lo previsto se mantiene en altos niveles, el mercado interno tendrá mayores dificultades para mostrar signos positivos por lo que el dinamismo que pueda inyectar la actividad del campo en las próximas semanas resulta vital para sostener la viabilidad del plan de recuperar los superávits gemelos. Es decir, resultado positivo tanto de las cuentas fiscales como también de la balanza comercial. Se descuenta que ese objetivo será, al menos hasta junio, más fácil de alcanzar que en el segundo semestre, cuando merme el ingreso de dólares y crezcan, en contrapartida, las necesidades de moneda dura.