La paradoja de desacelerar la inflación: cuanto más rápido baje, más difícil será licuar el gasto

La evolución de los precios mejora, según mediciones privadas, mejor que lo esperado y alimenta el buen ánimo del mercado. Pero representa un riesgo para el equilibrio de las cuentas

Adrián Escandar

Una reducción de la inflación más baja que la esperada es, sin lugar a dudas, el escenario ideal para los inversores que, en un contexto global favorable, siguen alimentando la suba de los bonos argentinos, muchos de los cuales ya superan 55% de paridad. Sin embargo, en una macroeconomía tan distorsionada como la argentina, incluso el objetivo más deseado por todos los agentes económicos, incluido el propio Gobierno, puede tener efectos colaterales. El principal de ellos, en el frente fiscal.

Es que una baja de la inflación a un ritmo superior al que se esperaba inicialmente -escenario que parece estar configurándose con la información preliminar disponible entre privados para marzo- limita el alcance del proceso de licuación de gastos que el ministro de Economía, Luis Caputo, puso en marcha al asumir. Vale aclarar que, aún con esta “contraindicación”, el Gobierno apuesta a apuntalar el proceso de desinflación. Eso es, al menos, lo que se interpreta de la decisión oficial de postergar correcciones de precios relativos para evitar el impacto “en una sola vez” y, en cambio, ir graduando esos impactos en el tiempo. El punto central es sostener la expectativa de inflación a la baja, lo que eventualmente contribuye a la calma cambiaria y, al mismo tiempo, estimulará el ingreso de divisas. Todo ese cuadro derivaría, desde una perspectiva virtuosa, en el levantamiento del cepo y la unificación cambiaria. Otra vez, esa instancia presentará el desafío del impacto inflacionario.

Admiten en el Gobierno que no habrá una nueva devaluación mientras el Banco Central siga comprando divisas en el mercado oficial pero reconocen también que una nueva corrección cambiaria tendrá lugar, en todo caso, cuando se produzca la unificación del tipo de cambio. Es esperable entonces, para ese momento, un rebrote en la suba de precios. Claro que ese impacto sería más acotado si, para ese momento, el “ancla fiscal”, es decir la consolidación del resultado positivo en las cuentas públicas, hizo su trabajo.

En ese sentido, el economista Amílcar Collante advirtió la nueva encerrona que podría enfrentar el equipo económico al momento de levantar el cepo. “El sendero de desinflación (cada mes menos al anterior) es música para las expectativas y mercados. Pero no subestimar que aún falta alcanzar la convergencia cambiaria si el objetivo es salir del cepo”, apuntó el economista quien advirtió que sin licuación de gastos -para lo cual es imprescindible cierto un nivel relativamente alto de inflación-, cerrar el agujero fiscal se convierte en un desafío más complejo. “En el lado fiscal, tenés que cerrar la brecha por otra vía (menos gastos o más impuestos) y requiere acuerdo con Congreso”, señaló.

Por eso, para Collante es importante que incluso muy enfocado en bajar la inflación, el equipo económico evite “forzar” ese proceso ya que si se “desinflaciona” rápidamente la economía, se frena también la licuación. El ajuste fiscal, en definitiva, podría encontrar en ese punto un límite incluso más difícil de superar que los obstáculos políticos.

En cualquier caso, en el mercado donde fue precisamente el sendero claro de ajuste fiscal que encendió el optimismo de los inversores, esas consideraciones están en un segundo plano. Ahora son los indicadores de inflación a la baja los que despiertan el optimismo inversor.

Por caso, un informe reciente de Morgan Stanley ya proyecta una inflación de 31,6% para 2025, lo que equivale a poner en cifras la metáfora que usa el Presidente para anticipar la evolución de los precios: “se va a caer como un piano”. También el banco de inversión Jefferies, en un breve reporte tras su visita a la Argentina en los últimos días, celebró lo que consideró una caída de la inflación “más rápida que lo esperada”.

“La inflación está bajando más rápido de lo se esperaba y las expectativas son que la economía local empiece a recuperarse en el segundo semestre de 2024″, apuntó en el informe en el que expuso detalladamente una visión optimista sobre el país tras sus reuniones con el management de una decena de compañías de primera línea y también funcionarios de distintas áreas del Gobierno.