Cuando el mundo toma un rumbo basado en ideas loables como las de cuidar el medioambiente, levantar la mano y decir que ese no es el camino requiere de sólidos argumentos y una importante dosis de coraje. Los científicos tienen fama de ser personas muy especiales, así como los ingenieros también, que pasan su mirada de todas las cosas por el filtro de su conocimiento. Detrás de sus opiniones suele haber datos, resultados de ensayos, de experiencias y sobre todas las cosas una objetividad que los diferencia del común de la gente, que pasa todo por el tamiz de las emociones.
Cuando en junio de 2021, el doctor en física Juan Carlos Bolcich dijo que “la electricidad no debería llegar a ser más del 50% de la energía que se puede generar directamente, porque el problema es la red eléctrica”, no estaba hablando solamente de autos eléctricos, sino poniéndolos en contexto de un mundo que estaba buscando combatir el calentamiento global en el que promovía la movilidad eléctrica como único camino posible con el horizonte puesto en 2035.
¿Quién es Juan Carlos Bolcich?
Este científico argentino nació el 27 de agosto de 1947 en Necochea, y aunque estudió inicialmente ingeniería mecánica en la Universidad Nacional de La Plata entre los años 1967 y 1969, su pasión por la física lo llevó a tomar la decisión de mudarse a San Carlos de Bariloche, para estudiar la Licenciatura en Física en el Instituto Balseiro, dentro del Centro Atómico Bariloche donde se recibió en 1972. Una década después, obtuvo el Doctorado en Física.
Si bien su aplicación inicial estuvo en la Física de Metales y Materiales Nucleares, su inquietud por las energías renovables lo llevó a empezar a explorar e investigar el uso del hidrógeno. Hoy, luego de 40 años de especialización, es el Vicepresidente para Latinoamérica de la International Association for Hydrogen Energy (IAHE) desde 2012, y el Presidente de la Asociación Argentina del Hidrógeno (AAH) desde 1996.
Su gran obra, que le valió reconocimiento internacional y le permitió mostrar los beneficios de la aplicación del hidrógeno, fue justamente ese año de mitad de la década del 90, al hacer que el motor de un Renault 9 funcionara con hidrógeno inyectado directamente a la cámara de combustión en reemplazo del combustible derivado del petróleo, la nafta común de ese tiempo.
“El hidrógeno a inyección directa permite mantener los motores a explosión, sólo que el gas que combustiona es hidrógeno y lo que sale por el caño de escape, es vapor de agua y no gases de efecto invernadero”, describió técnicamente la raíz misma de aquel proyecto.
Pero todo fue hecho con recursos mínimos y muy poco apoyo. “En aquel momento creo que no nos acompañaron por celos. Algunos colegas vieron el potencial del proyecto, pero yo era el loco Bolcich. Prefiero dejarlo ahí. Pero siempre creí en este recurso y por eso me hice enseguida parte del ambiente mundial de hidrógeno”, dijo Bolcich cuando se le consultó por la interrupción de ese proyecto pocos años después.
¿Qué fue lo que había dicho Juan Carlos Bolcich?
Desde hace 40 años, el slogan que repite este físico argentino es “Miremos al cielo, apostemos al hidrógeno”, y basándose en su experiencia e investigación, cuando la Unión Europea tomó la decisión de prohibir la venta de automóviles nuevo con motores de combustión interna a partir de 2035 como medida para mitigar el calentamiento global, su reflexión fue contundente.
“Es tanta la energía que proviene del sol, el viento y los ríos, que por más que se pierda mucha y la eficiencia no sea ideal, es un bien infinito. El tema es recolectar esa energía para poder usar de acuerdo a demanda, porque es energía dispersa, no está concentrada en un pozo como el petróleo. La electricidad no debería llegar a ser más del 50% de la energía que se puede generar directamente, porque el problema es la red eléctrica. Por más que tengamos grandes tendidos eléctricos de alta tensión, estos son como una avenida. Cuando el tránsito es mayor a la cantidad de autos que pueden circular, la avenida queda angosta y el tránsito se frena. Con la electricidad pasa lo mismo. Por eso los autos eléctricos enchufables no son el futuro, sino los eléctricos a través del hidrógeno. Podrán ser de pila de hidrógeno o de hidrógeno por inyección directa, pero no serán todos eléctricos”.
Pero Bolcich no presentaba únicamente el problema que ahora se hace más visible por las declaraciones recientes de Elon Musk. El científico argentino proponía caminos posibles para no colapsar las redes de energía eléctrica en pocos años ante tanta demanda.
“Lo que hay que hacer es usar esos recursos naturales infinitos pero variables, de manera inteligente. Porque el sol de noche no está, el viento no siempre sopla y los ríos no siempre tienen caudal. Y además, la demanda también es variable y estacional. Si la demanda es directa y la energía eléctrica que se genera, así como nace se consume, habrá momentos en los que no alcance y momentos en los que haya exceso de producción. Lo que hay que hacer es un colchón. Transformar esa energía de los recursos naturales en hidrógeno a través de electrólisis y almacenarlo para poder transformarlo en energía eléctrica nuevamente al momento que sean necesaria. Por esa razón los autos eléctricos no reemplazarán completamente a los autos a combustión, porque las autopistas por las que viaja la electricidad no darán suficiente respuesta”.
¿Qué fue lo que dijo Elon Musk sobre la energía eléctrica?
Durante su intervención en la conferencia del Bosch Connected World (BCW), el magnate sudafricano creador de Tesla, dejó varios conceptos que generaron inmediata repercusión en el mundo de la tecnología.
Según Musk, “estamos en el umbral de la mayor revolución tecnológica que jamás haya existido gracias a la Inteligencia Artificial (IA), pero no habrá suficiente energía para 2025″, argumentando sus dichos al señalar que “la programación de sistemas de IA está multiplicándose por 10 cada seis meses. Obviamente, esto no puede seguir así para siempre, pero la demanda de chips actual es mayor que cualquier fiebre del oro que se haya producido anteriormente”.
Pero lo que ha generado más revuelo son las predicciones del CEO de Tesla sobre el futuro en relación a la energía eléctrica. “Esta sucesión de acontecimientos me lleva a pensar que el próximo problema será la falta de electricidad. No será posible producir suficiente electricidad como para hacer funcionar todos esos chips. Creo que es algo que sucederá el año que viene”, dijo, para luego concluir que “el crecimiento simultáneo de la movilidad eléctrica y de la IA está creando una demanda excesiva de generación de energía eléctrica”.
La conclusión de la disertación de Musk fue que la única solución para estos problemas está en una apuesta sin reservas por las energías renovables y limpias procedentes de la mayor variedad de fuentes posibles. Y entre ellas está claramente el hidrógeno, tal como señaló Juan Carlos Bolcich en 2021.
¿Cómo podría afectar esta situación a los autos eléctricos?
Lo que está sucediendo es que el mundo necesita crear más rápidamente nuevas fuentes de energía eléctrica para sostener el sistema y abastecer una demanda que crece constantemente, no solo a causa del desarrollo de la Inteligencia Artificial como dice Musk, y del crecimiento del parque de autos eléctricos, sino del calentamiento global en sí mismo.
Los extremos de temperaturas, tanto frío como calor, generan necesidad de mayor consumo eléctrico en los grandes centros urbanos, en los que los ciudadanos, además de utilizar más tiempo el aire acondicionado, han sido impulsados a dejar el gas natural por la electricidad para la tener calefacción y agua caliente por las mismas razones medioambientales.
Sin embargo, hay dos puntos a favor de los autos eléctricos. Uno es que en general se recargan durante las noches, que es cuando la energía eléctrica tiene menor demanda y menor costo, lo que permite que no colapse la red en horas de uso masivo. El otro punto positivo es que gracias al desarrollo de la tecnología de sus baterías, cada vez más autos eléctricos pueden devolver energía a la red, lo que eventualmente podría resultar un beneficio parcial si se los carga cuando la energía no es tan costosa y se inyecta como compensación en los horarios pico de uso.
Pero una vez más, hay una mirada objetividad para aplicar en este caso. Si un auto carga su batería de noche y devuelve la electricidad durante las horas de mayor consumo, estará perdiendo autonomía para ser usado como medio de transporte. En ese caso, quizás sería más conveniente reemplazar el auto eléctrico por una batería estacionaria que se cargue por las noches y provea de energía eléctrica entre las 17 y las 20 horas, cuando hay picos de demanda, y que seguramente tendría un costo menor al de un automóvil con esta tecnología.