Aunque no hace mella en el dólar, la preocupación por la escalada política con los gobernadores empieza a reflejarse en la cotización de los bonos soberanos. La reacción no es exagerada pero sí contundente: los bonos que cotizan en Wall Street retrocedieron más de 3% ayer, lo que abre el primer interrogante sobre la confianza de los inversores en la viabilidad del nivel de ajuste fiscal que intenta el gobierno de Javier Milei. El riesgo país subió 4% a 1753 puntos básicos.
Aun así, la crisis política con los gobernadores o las dificultades para avanzar en las reformas con el apoyo del Congreso no es el principal riesgo que advierten inversores y quienes los asesoran. Desde esa perspectiva, el principal temor se centra en la tolerancia social al ajuste más que a la reacción “de la casta”, tal como define Milei a la clase dirigente.
Eso es, por caso, lo que transmite el último informe del influyente banco norteamericano Bank of America, que mantiene ante sus clientes una mirada relativa optimista respecto del avance de las políticas económicas de disciplina fiscal pero menciona no sólo “los obstáculos” que enfrentan las reformas estructurales en el Congreso, los gobernados (y hasta la Justicia) sino que también advierte que “el principal riesgo es la reacción popular al ajuste.
“El nuevo gobierno está implementando un plan de estabilización decisivo que incluye un gran ajuste fiscal y una corrección de precios relativos. Esto permitió llegar a un acuerdo con el FMI. La eliminación de los controles de capital es muy gradual. Las propuestas de reformas estructurales a favor del crecimiento son ambiciosas y enfrentan obstáculos en el Congreso y los tribunales dado el insuficiente apoyo”, es la introducción del capítulo del informe referido a la Argentina, en el que la entidad agrega que la inflación está declinando pero desde un pico muy alto. “El gran riesgo es la reacción popular al ajuste”, afirma.
Hecha la advertencia, el analista del banco Sebastian Rondeau analiza las diferentes “patas” del plan de estabilización y arriesga que la inflación llegará a un dígito en junio y que este año habrá superávit fiscal primario de 0,8% del PBI, lo que contrasta con la meta oficial de 2%. Sin embargo, el BofA aclara que ese resultado puede ser mejor si se alcanza un nuevo pacto fiscal con las provincias, iniciativa a la que todavía le otorgan chances.
“El Gobierno anunció un objetivo presupuestario equilibrado que implica un ajuste del 5% del PIB para 2024, un 3% del PIB mediante recortes de gastos y medidas de ingresos del 2%. Ya están en vigor aumentos de los impuestos a las importaciones y a los combustibles (1,1% del PIB). Todavía vemos espacio para un pacto fiscal con los gobernadores para aumentar los impuestos sobre la renta (y una amnistía fiscal)”, puntualizó el autor.
Según Rondeau, la profunda recesión del primer trimestre con el fuerte descenso observado en los primeros indicadores de consumo, afectará a los ingresos fiscales pero una mejor cosecha fortalecerá la recaudación en el segundo trimestre. “Prevemos un superávit primario del 0,8% del PIB en 2024 en un escenario conservador (podría ser mayor con un pacto fiscal)”, escribió.
Es en ese contexto de marcada recesión, con una proyección que empeora del 3% al 3,5% del PBI, que en el banco anticipan la desaceleración de la inflación hasta llegar a un dígito a mitad de año.
“Hay progresos con la inflación y la corrección relativa de los precios”, advirtió. “Vemos una caída a un dígito en junio en medio de una profunda recesión. En 2024, pronosticamos una inflación del 205%, frente al 211% del año pasado. El salto de la inflación es en parte una corrección excepcional de los precios relativos tras la devaluación y la desregulación, y en parte un componente persistente de las políticas y la indexación anteriores.”, se explicó.