Cuando todo hacía prever que, con cotizaciones por encima de los USD 40, los títulos argentinos en dólares tendrían algo más de dificultad para encontrar nuevos incentivos para seguir subiendo, sobre el cierre del mercado la semana pasada, el ministro de Economía, Luis Caputo, les ofreció nuevos motivos y desató ayer una nueva ola de entusiasmo. Al cierre del primer día de la semana, títulos de referencia como es el caso del AL30 ya operaron por encima de 45% de paridad -una suba de 15% en las últimas dos semanas- y se acercaron a USD 50 en el caso del GD30, con un rally similar.
Detrás de ese optimismo inversor se encuentran dos estrategias clave: la primera, el drástico ajuste fiscal durante enero, del que ayer se ufanó Caputo. “No hay antecedente mundial de una reducción de 5 puntos de déficit en un mes”, afirmó el ministro, quien el viernes había anticipado un superávit financiero de $518.000 millones a fuerza de recortes de gastos pero también de una implacable licuación, esencialmente de jubilaciones. “La motosierra y la licuadora no se negocian”, confesó la semana pasada en una entrevista televisiva el Presidente, lo que a pesar de generar algunas dudas respecto de hasta cuándo se sostiene esa estrategia, alentó aún más a los mercados.
“Entre lo políticamente incorrecto y lo económicamente correcto, el mercado prefiere destacar lo segundo” (Martín Polo)
“El Gobierno arrancó a puro shock. Al cambiario le siguió un shock fiscal. Pese a la dura derrota en el Congreso por la Ley Ómnibus, el Gobierno insiste en que el déficit no se negocia y en pos de ello no teme a una feroz licuación del gasto”, analizó ayer el jefe de Estrategia del grupo Cohen, Martín Polo, quien señaló que el efecto de corto plazo es una notable mejora en el frente externo y fiscal para anclar expectativas y quitar presión a la inflación pero que también tiene un lado negativo en la fuerte caída del nivel de actividad, la licuación del ahorro y la suba de la tasa de pobreza.
“Entre lo políticamente incorrecto y lo económicamente correcto, el mercado prefiere destacar lo segundo”, opinó Polo. Esto aún cuando en el mercado nadie se engaña: la licuadora de Milei tiene un enorme impacto que será transitorio. Cómo se sostendrá en el tiempo la disciplina fiscal es una incógnita que, por el momento, los inversores prefieren dejar de lado.
“Se mantendrían firmes durante febrero la licuación mediante tasas de interés persistentemente negativas y la apreciación cambiaria producto del crawling peg al 2%. Las preguntas sobre la sostenibilidad de la apreciación comenzarán a crecer a medida que se acerque el segundo trimestre y la liquidación de la cosecha gruesa”, apuntó, en ese sentido, la consultora Delphos Investments.
La decisión de Economía de comprar títulos de deuda con un excedente de $3 billones en la última licitación disparó el precio de ese bono, con subas de 8,6% al cierre
El buen resultado de las cuentas públicas, si bien es el motivo central, no fue el único dato que incorporaron hoy los operadores. El viernes a última hora, Economía anunció los resultados de la licitación de deuda del Tesoro para renovar vencimientos por $1,9 billones, operación en la que recaudó un excedente de $3 billones que destinó a recomprar títulos de deuda en dólar al Banco Central. Caputo eligió el AL35, cuyo precio “voló” ayer en el mercado con subas de 8,6% al cierre. La medida resultó en un nuevo anabólico para la plaza financiera cuando, por el momento, parecen anestesiadas las preocupaciones más punzantes respecto del rumbo económico elegido y, sobre todo, la velocidad con que se encaró.
“El mercado le ha dado un primer gesto de esperanza al esquema financiero oficial, pero sujeto a que pueda sortear las tormentas políticas y sociales”, estimó el análisis de VatNet Financial Research que, un poco a contramano de la casi euforia dominante, advirtió que “lo que permanece constante en esta coyuntura es la falta de constancia. La situación es muy cambiante y el humor de los operadores lo es más todavía”.