Luis Caputo sugirió ayer que no se acelerará el ritmo de aumento del tipo de cambio oficial, que se mantiene en 2% mensual tras la devaluación de diciembre. Aunque el ministro de Economía reconoció que se trata de “un tema del Banco Central”, al mismo tiempo indicó que no hay riesgo de atraso cambiario, porque el tipo de cambio real se mantiene muy alto en términos históricos.
“Muchos economistas cometen el error de hacer los cálculos tomando en cuenta el tipo de cambio de los últimos cuatro años. Pero fueron los peores años de la Argentina y las expectativas eran muy malas”, explicó. De esta manera, dejó en claro que aún habría bastante margen para mantener el principal ritmo de depreciación, con un dólar oficial minorista de $855, mientras que el dólar libre apenas supera los $1.100.
En el equipo económico creen que en realidad los dólares financieros deberían bajar y confluir con el oficial, a medida que se vaya recuperando la confianza. Sin embargo, no quiso dar fechas para la salida del cepo cambiario: “Es cierto que el FMI piensa que podría hacerse a mediados de año, pero todo va a depender de cómo se vaya dando el proceso de saneamiento del Banco Central”, agregó.
Evitar un nuevo salto cambiario es fundamental para que la inflación continúe el proceso de disminución, tras el 20,6% de enero. El propio Caputo indicó que en febrero el índice “estará más cerca del 10% que del 20%”.
La inflación mayorista, en tanto, mostró una fuerte desaceleración respecto al aumento de 54% registrado en enero, pero todavía sigue en niveles muy altos. El INDEC informó que en enero se ubicó en 18%, aunque en el caso de los productos importados el aumento de costos para las empresas fue de solo fue de sólo 5,1%. En cambio, los productos nacionales que compraron las empresas aumentaron 19,6%.
La noticia es que el traspaso del ajuste de 120% del tipo de cambio oficial de diciembre a precios está mostrando un impacto relativamente limitado tras el “fogonazo” inicial. Este menor aumento de la inflación mayorista significa que de a poco las empresas van teniendo menos presión de costos, preparando el terreno para una desaceleración inflacionaria en los próximos meses.
De hecho, los bienes transables están mostrando una marcada desaceleración de precios. Las últimas mediciones de consultoras privadas, como la realizada por Econométrica, ya muestran que en las últimas cuatro semanas la inflación de alimentos se mueve a tasas de un dígito mensual, más precisamente 9,4% en las últimas cuatro semanas.
Sin embargo, la inflación general se mantendrá en niveles de dos dígitos por varios meses. El motivo es que otros componentes del índice están aumentando a un fuerte ritmo. Los incrementos de servicios dejan un piso alto para febrero y marzo por lo meses. Allí entran los ajustes de medicina prepaga, telefonía móvil o Internet.
Pero además se suman los aumentos de tarifas ante la necesidad de reducir subsidios y bajar el déficit fiscal. Allí aparece la suba del transporte de febrero y además ya se definió el aumento de la electricidad en marzo.
Se estima que el mes próximo será difícil mantener la tendencia a la desaceleración de precios, por un lado por los aumentos de tarifas pero por otro porque se trata de un mes de estacionalidad alta. El inicio de clases provoca suba en las cuotas de los colegios y aumentos de los útiles escolares, además hay un incremento de la indumentaria por el cambio de temporada (otoño-invierno) y además a fin de mes cae Semana Santa, también genera un pico de incremento en hotelería.
En el equipo económico creen que para abril la inflación podría volver a niveles de un dígito, lo cual marcaría con mucha más fuerza que el “apretón monetario” que implementó el Banco Central está teniendo efecto. Claro que al mismo tiempo de ayudar a la desaceleración de precios, también se produjo una fuerte licuación de jubilaciones y de salarios, generando un derrumbe del consumo y del nivel de actividad.