El video en YouTube del ex precandidato presidencial norteamericano Steve Forbes, editor de la revista Forbes, aleccionando a Javier Milei a dolarizar inmediatamente la economía argentina, diciéndole que tiene los recursos para hacerlo y que si no lo hace “no tendrá éxito y ese fracaso desacreditará la filosofía del libre mercado”, más las palabras del propio presidente argentino de que la posibilidad de dolarizar “está cada vez más cerca” reinstalaron el debate sobre lo que había sido el eje de la propuesta económica del entonces candidato de “La Libertad Avanza”.
“Su revolución de la libertad va camino al fracaso a menos que lleve a cabo de inmediato la parte más importante de su plataforma electoral, reemplazando el peso por el dólar estadounidense. Desde su victoria electoral, lo han inundado con una avalancha de advertencias de que no es posible dolarizar la economía; este coro chillón de detractores está totalmente equivocado”, dijo Forbes.
“Puede hacerlo ahora mismo (…) su gobierno ya tiene a mano más que suficientes dólares para comprar cada billete y moneda en peso y mucho dinero sobrante”, machacó el multimillonario norteamericano, citando a los economistas Steve Hanke y Francisco Zalles.
A continuación, los diez puntos en torno de la factibilidad, ventajas y costos.
1 - ¿Se puede dolarizar la economía argentina?
En un paper y en un artículo en la revista conservadora The National Review, Hanke y Zalles, los economistas que cita Forbes, dicen que quienes afirman que el BCRA no tiene suficientes reservas para dolarizar están “simplemente equivocados”.
“Para dolarizar, lo único que debe ser físicamente convertido a dólares son los pesos y monedas en circulación. Para esa conversión, las reservas brutas deben exceder ese valor al tipo de cambio al momento de dolarizar. Todos los demás pesos y pasivos son demandas nominales, promesas de pago que pueden expresarse o redenominarse en cualquier momento, en cualquier unidad o divisa”, dicen Hanke y Zalles.
Y hacen la siguiente cuenta: “al 31 de diciembre (el paper se publicó en enero) y al tipo de cambio oficial las reservas internacionales del BCRA son de $18,65 billones (o USD 23.100 millones), significativamente más que el stock de $7,44 billones (USD 9.200 millones) en billetes y monedas en circulación. Por lo tanto, el stock de reservas líquidas es más que adecuado para convertir el circulante de billetes y monedas a dólares”.
Al 31 de diciembre y al tipo de cambio oficial las reservas internacionales del BCRA son de $18,65 billones (o USD 23.100 millones), significativamente más que el stock de $7,44 billones (USD 9.200 millones) en billetes y monedas en circulación (Hanke y Zalles)
Según los autores, quienes niegan esa posibilidad invocando pasivos en exceso de esa cifra “no se dan cuenta de que, con la excepción del stock de billetes y monedas (que sí deberían canjearse por dólares físicos), un lápiz (figurativamente, una medida) es todo lo que se requiere para redenominar los activos y pasivos de pesos a dólares, por eso exageran el monto de reservas necesario para dolarizar”.
Además, prosiguen, los supuestos expertos creen que se puede dolarizar solo si las reservas netas de divisas son adecuadas. Pero para dolarizar el valor de las reservas netas es -afirman- “irrelevante”, pues lo que importa son las reservas líquidas brutas.
El artículo en The National Review recuerda que Zalles asesoró al expresidente ecuatoriano, Gustavo Noboa, bajo cuyo gobierno se dolarizó Ecuador. Y que Zalles y Hanke asesoraron a Carlos Julio Emanuel, el ministro de Economía ecuatoriano que implementó la dolarización. Cuando Ecuador dolarizó, precisan los autores, sus reservas brutas líquidas eran de solo USD 872 millones, suficientes para cubrir el stock de billetes y monedas en sucres (la entonces moneda ecuatoriana), y las reservas netas eran negativas en USD 619 millones.
Por todo eso, machacan, la dolarización oficial en la Argentina es “deseable y factible”. Y concluyen: “Para tener éxito, una reforma monetaria para matar la inflación debe ser al principio, no al final”.
Para Nicolás Cachanosky, autor, junto a Emilio Ocampo, del libro “Dolarización, una solución para la Argentina”, la dolarización corre el riesgo de convertirse en una “oportunidad perdida”, porque el gobierno equivocó la secuencia de política económica. Al intentar primero un paquete grande de reformas Milei se enfrentó a “una formidable oposición y resistencia por parte del Congreso, los sindicatos y las provincias” y perdió la oportunidad de eliminar rápidamente la alta inflación y mitigar los riesgos de crisis monetarias, devaluaciones y fuga de capitales.
De haber empezado por dolarizar, escribió Cachanosky, el gobierno hubiera contado con capital político para aplicar otras reformas necesarias: fiscal, previsional, laboral, judicial.
Otro partidario de la propuesta dolarizadora, Alfredo Romano, autor del libro “Dolarizar”, calificó a la dolarización como “una opción sub-óptima”. Para bajar consistentemente la inflación, señaló, es necesario un consenso político y sostenido en el tiempo “que hoy no está”. Milei, dijo, está más cerca de poder aplicar su plan, pero incluso hacia fin de año no estarían totalmente dadas las condiciones.
Menos entusiasta de la propuesta es Andrés Borenstein, autor del libro “Puede fallar”, sobre la comunicación de la política económica, dijo que gracias a la acumulación de reservas en lo que lleva de gestión, Javier Milei está más cerca que antes de poder dolarizar “porque el déficit de dólares es más chico y las reservas son menos negativas que antes”. Pero, remarcó, sigue lejos, “porque todavía faltan muchos dólares; hoy no se puede o se necesitaría un tipo de cambio muy, muy alto”.
2 - Sin BCRA, ¿qué pasaría en caso de corrida bancaria?
El economista Carlos Rodríguez, en su momento señalado por el propio Milei como su “jefe de asesores”, aunque ahora distanciado del presidente, señaló que simplemente no hay dólares suficientes para dolarizar la economía. La única opción para hacerlo a corto plazo, explicó sería “con cepo”, algo contrario a la afirmación del Presidente de que en junio se levantarán las restricciones de acceso al mercado de cambios.
El argumento de Hanke-Zalles -dijo Rodríguez a Infobae- de que para dolarizar alcanza con que las reservas brutas cubran el stock de billetes y monedas en circulación, es defectuoso. Como contraejemplo fáctico recordó el fin de la convertibilidad: “ante una corrida, los bancos no tenían dólares suficientes y el BCRA tampoco podía proveérselos”.
“El BCRA está para garantizar la estabilidad del sistema bancario. Redondeando -dijo- la Base Monetaria es de $10 billones, pero los depósitos totales del sistema financiero $50 billones. Si todo funcionara bien, no hay problema. La gente renueva y pide un poquito (de dólares), pero si hay problema, no alcanzan. A menos -aclaró- que se trate de una suerte de ‘tarjeta de débito’ en dólares, contra depósitos en los bancos y que no serviría a quienes viajen al exterior (de ahí la necesidad de ‘cepo’)”.
Jorge Vasconcelos, economista del Ieral que trabajó en el caso ecuatoriano, advirtió que el diseño de la dolarización “no puede hacerse sin considerar un factor clave que es el funcionamiento del sistema bancario”.
En línea con Rodríguez, destacó: “la convertibilidad se derrumbó por la crisis bancaria, el retiro de depósitos en dólares para los que no había contrapartida (créditos) tan líquidos y realizables como son los depósitos que la gente realiza en las entidades financieras. No había prestamista de última instancia para cubrir la masa de depósitos en dólares”.
Y contó: “En Ecuador fue clave que por la crisis bancaria, en marzo de 1999 (9 meses antes de la dolarización) los depósitos bancarios habían sido reprogramados, previa dolarización de los depósitos en sucres. No se necesitaba incluir en los cálculos de las reservas necesarias en enero de 2000 esa masa de depósitos reprogramados, porque vencían a los 5 años. Además, una vez lanzada la dolarización, los precios del petróleo se cuadruplicaron en 10 años. No tener en cuenta todas esas peculiaridades es temerario a la hora de hacer propuestas concretas para la Argentina”.
Del mismo modo, Eduardo Levy Yeyati y Marina dal Poggetto advirtieron en un artículo en el influyente Financial Times que amén de cubrir la base monetaria, dolarizar requeriría disponer de un “colchón de liquidez” equivalente, por caso, a 20% de los depósitos bancarios, para afrontar una eventual corrida. Y como el BCRA tiene aún reservas negativas, no sería factible dolarizar.
Un partidario de la dolarización, como Nicolás Cachanosky, reconoció que la dolarización debía tener en cuenta los pasivos del BCRA, que consideraba “la parte más compleja” de la propuesta desarrollada junto a Ocampo, de recapitalizar el BCRA mediante una gestión extraterritorial de activos financieros “para canjear las Leliq sin implementar un Plan Bonex (1989) ni recurrir a confiscaciones o licuaciones”. Esa parte, señaló en su momento, “podría llevar más tiempo, pero protege los depósitos y los contratos y posibilita concluir el proceso reduciendo la deuda pública, sin incurrir en default”.
También Miguel Kiguel, director de EconViews, había advertido que al perder su rol de “prestamista de última instancia”, el BCRA sería solo un supervisor de bancos, en cuyo caso “una corrida afectaría la cadena de pagos, y eso es más recesión”.
Suena bárbaro en teoría y podía haber funcionado en los años ‘30, pero ahora el mercado de capitales es muy sofisticado y la liquidez la manejan los fondos de inversión, no los bancos (Kiguel)
Dolarizar en esas condiciones, subrayó, significaría implementar el modelo de “banca Simon”, en que los bancos no prestan, sino que el crédito lo provee el mercado de capitales.
“Suena bárbaro en teoría y podía haber funcionado en los años ‘30, pero ahora el mercado de capitales es muy sofisticado y la liquidez la manejan los fondos de inversión, no los bancos. Se necesitaría un prestamista de última instancia para bancos y mercado de capitales. Si Argentina no tiene un BCRA que pueda actuar con ese rol sobre la moneda, se exagera el ciclo en caso de caída de las propias materias primas y el pánico financiero, como ocurrió en el pasado”, dijo Kiguel.
3 - Velocidad para generar credibilidad y bajar la inflación
Los partidarios de la dolarización también marcan que sería una forma mucho más rápida de bajar la inflación. Las transacciones en la Argentina se realizan cada vez más con dólares o se denominan en dólares y los argentinos, dijo en su video Forbes, poseen “decenas de miles de millones de dólares escondidos tanto en el extranjero como en los colchones”.
Por eso, afirmó en su mensaje a Milei, “dolarizar pondría fin a la enorme inflación casi de la noche a la mañana y permitirá que su país vuelva a experimentar rápidamente un crecimiento real. Ahora la gente sólo ve dolor, la dolarización pondría fin a la mayor fuente de sufrimiento”. Y agregó un consejo: “paralelamente al desechar el peso con el dólar, el presidente debe reducir drásticamente las tasas impositivas”.--
El mensaje de Forbes fue compartido por el ministro de Economía, Luis Caputo, quien subrayó: “ya lo dije antes y lo repito, nuestro presidente es hoy una de las 5 personas más influyentes del mundo. Mucha gente en nuestro país no tiene idea la dimensión que ha cobrado su prédica”. Sin embargo, en el reciente Foro de Davos, al que concurrió junto a Milei, cuando le preguntaron sobre la dolarización Caputo respondió que el contexto actual “no es el ideal” y que “no hay apuro” para llevarla a cabo.
Agustín Etchebarne dijo en su momento en Infobae que la dolarización es “un paso necesario, urgente y vital. Sus beneficios serían una eliminación rápida de la inflación, descenso vertiginoso de las tasas de interés, remonetización y reaparición del crédito, expansión de la economía, reducción de la pobreza”.
Pero añadió: “por sí sola, la dolarización no soluciona todos los problemas del país: necesitamos reformas profundas, liberar todos los precios, eliminar los subsidios y los impuestos distorsivos, reformar el Estado y reforma previsional, para bajar el gasto público y restablecer el equilibrio, desregular, flexibilizar el mercado de trabajo, abrir la economía. Son todas tareas profundas y de largo aliento. La dolarización es la herramienta que facilitará hacerlas.
La dolarización no soluciona todos los problemas del país: necesitamos reformas profundas, liberar todos los precios, eliminar los subsidios y los impuestos distorsivos (Etchebarne)
Otro partidario de la dolarización, Iván Carrino, investigador del Centro Faro de la Universidad del Desarrollo, Chile, explicó la ventaja de la rapidez. “Un país que dolariza reduce drásticamente su inflación. En los 20 años previos a la dolarización oficial, Ecuador tuvo una inflación promedio superior al 35%; después la bajó a menos del 10%. La tasa de inflación en El Salvador, cayó de 14% a 2% promedio”.
Aunque consideró importante “no generar la expectativa de que la única forma de dolarizar es con un tipo de cambio que sea cualquier cosa. A corto plazo, tras dolarizar el sueldo seguirá siendo el mismo, pero en dólares. Si la dolarización se acompaña con reformas que den previsibilidad y estabilidad, el crecimiento económico hará que los salarios en dólares (y su poder adquisitivo), aumenten. Al tipo de cambio de mercado la dolarización en sí misma y a corto plazo traería beneficios, por la estabilización monetaria, aunque comparada con esquemas cambiarios más flexibles, puede generar costos en materia de empleo si el país se ve afectado por un shock externo negativo”. Lo que lleva a otro aspecto controvertido de la dolarización.
4 - Flexibilidad vs rigidez, ¿es el dólar la moneda apropiada?
¿Es el dólar es la moneda óptima para una economía como la Argentina. De hecho, es la moneda de referencia y en la que ahorra gran parte de la población que puede hacerlo. En teoría económica, sin embargo, existe el concepto de “área monetaria óptima”, en función de variables como la vinculación comercial y la sincronicidad o no de los ciclos económicos entre países que comparten moneda.
Al respecto, Ricardo Hausmann, exministro de Planeamiento de la Venezuela pre chavista, execonomista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, director del “Laboratorio de Crecimiento” (Growth Lab) del Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, dijo respecto de la dolarización que le preocupa que la Argentina es una economía “increíblemente cerrada” y mientras más cerrada es “más se tiene que mover el tipo de cambio real”, ante un shock externo.
“Aun dolarizando, el tipo de cambio real se tiene que mover. El tipo de cambio real es cuánto cuestan las cosas en Argentina en dólares respecto de cuánto costarían en el resto del mundo. Si el país recibe un shock adverso y tiene que depreciar el tipo de cambio real, en la Argentina tendría que haber deflación. Esa deflación se facilita si los salarios caen en dólares”, dijo Hausmann.
Aun dolarizando, el tipo de cambio real se tiene que mover. El tipo de cambio real es cuánto cuestan las cosas en Argentina en dólares respecto de cuánto costarían en el resto del mundo (Hausmann)
Además, destacó: “la economía argentina está muy poco conectada con la de EEUU. Argentina es más un competidor de EEUU -en el mercado de la soja, por ejemplo- que un complemento. La política monetaria americana no va a estar respondiendo, no va a estar en sincronía con eventos en Argentina. Eso ya lo vimos cuando en 1998 ó 1999 el dólar se fortaleció mucho y el Real brasileño se depreció. Argentina en ese momento le estaba exportando a Brasil y a Europa. Con la convertibilidad perdió muchísima competitividad en esos mercados”.
También un premio Nobel como Paul Krugman apuntó a esa cuestión cuando en agosto pasado, tras el triunfo de Milei en las PASO, consideró que si la Argentina quiere atarse a una moneda fuerte, no debería ser al dólar. “La Argentina comercia casi el doble con la Unión Europea que con EEUU”, afirmó en un posteo en la red X.
Tanto Krugman como otros académicos advierten por la falta de “estabilizadores automáticos” ante una crisis económica. Se trata de mecanismos que formando parte del sistema fiscal, contribuyen a morigerar los efectos inmediatos, de una recesión.
Por caso, cuando cae el PBI, cae la recaudación y aumentan los gastos sociales, y no debería alterarse el gasto previsional, en salud y enseñanza. Mediante compensaciones, los “estabilizadores” son una línea de defensa y suavizan la recesión, pero al no tener autonomía monetaria, no manejar las tasas de interés ni poder proveer liquidez, una economía dolarizada no tendría reacción posible.
“En ausencia de Banco Central, el sistema financiero carecería de prestamista de última instancia, sería más frágil y propenso a crisis y la economía menos flexible ante shocks externos, al no poder depreciar su moneda si su producción se encarece en relación a la de sus socios comerciales”, escribió al respecto Martín Rapetti, de la consultora Equilibra.
En el mismo sentido, Emiliano Libman del centro Fundar, consideró que dolarizar “es una mala idea porque resta flexibilidad a las autoridades para manejar la política macroeconómica, fiscal, monetaria y cambiaria. Todos los países serios de la región que manejan bien sus macroeconomías y tienen mayor estabilidad, como Chile, Perú, Brasil, México y Colombia, aprovechan lo que la dolarización nos quitaría. Si copiamos a nuestros vecinos, podemos aprovechar la ventaja de tener moneda propia. La dolarización se promociona como una medida extrema para evitar que el BCRA financie al Tesoro y, así, eliminar rápidamente la inflación”.
Puede funcionar, pero debería previamente reformarse el mercado de cambios, ordenar las cuentas públicas, mejorar la política monetaria y corregir los precios relativos (Libman)
Y agregó: “Puede funcionar, pero debería previamente reformarse el mercado de cambios, ordenar las cuentas públicas, mejorar la política monetaria y corregir los precios relativos. Todo esto es tarea urgente e independiente de dolarizar o no. El riesgo más grande es que la dolarización funcione, se estabilice la macroeconomía y aparezca lo que se llama inflación residual: como los salarios y algunos precios están atrasados, adoptar el dólar podría arrancar con inflación en dólares. En caso de shock externo -una sequía, una devaluación en Brasil, una crisis internacional- la economía quedaría en la misma situación que a fines de los ‘90s. Es la principal razón por la que no es conveniente una dolarización. En una economía dolarizada los precios pueden subir, pero es muy difícil que bajen”.
El mismo Carrino -partidario de la dolarización- dijo que la misma requiere dotar de mayor flexibilidad a la economía, para responder mejor a los shocks, sean climáticos, políticos o económicos.
“La dolarización es un remedio efectivo y rápido contra la inflación, pero no la única salida posible. Muchos países tienen moneda propia e inflación baja y estable. Es importante que el Banco Central sea totalmente independiente y no financie los déficits fiscales. La dolarización es una versión extrema de la independencia del Banco Central. Al desaparecer éste, se consigue una moneda totalmente independiente del gobierno de turno”, aseguró
5 - Crecimiento económico y situación social
Si bien Ecuador, en una situación de extrema crisis, adoptó el dólar como moneda y redujo rápidamente la inflación, la actividad económica y la situación social del país desde entonces dista de ser la mejor.
En agosto último, Robin Brooks, entonces economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales, apuntó al mal desempeño de la dolarizada economía ecuatoriana, comparó el caso argentino con los de Egipto, Pakistán, Turquía y Sri Lanka y mostró en un gráfico que entre 2000 y 2022 Ecuador tuvo el menor crecimiento del PBI per cápita de un grupo de 6 economías latinoamericanas, incluida la Argentina.
Y un paper de Jake Johnston e Ivana Vasic-Lalovic, investigadores del Center for Economic & Policy Research, de Washington, en base a datos del FMI, señaló los muy malos resultados recientes de la economía ecuatoriana en todos los órdenes: sanitarios durante la pandemia, y económicos, sociales y de seguridad, al punto de ser –sobre 9 economías latinoamericanas- la que tuvo una peor evolución del PBI por habitante entre 2019 y 2022.
“Dolarizar bajaría rápido la inflación, pero dejaría una economía mucho más endeble. Mejor hacer un esfuerzo, como otros países de la región. Luego se podría tener un sistema bimonetario que permita contratos en dólares, como en Uruguay. Si tenemos un país enfermo, es mejor curarlo con flexibilidad en los precios”, observó sobre este aspecto Kiguel, director de EconViews, en tanto Rapetti recordó que la depresión económica de Grecia (que tiene como moneda al euro) duró más de una década.
6 - ¿Con o sin acuerdo de EEUU? ¿Es una medida irreversible?
La irreversibilidad o no de una eventual dolarización es un aspecto paradójico del debate: algunos lo creen una ventaja y otros una desventaja. Según Martín Lagos, exvicepresidente del BCRA, en 1999, último año del gobierno de Menem, cuando se discutió se discutió la posibilidad de dolarizar, se buscó un acuerdo político con EEUU. “Se pensaba que el riesgo argentino y el costo del financiamiento bajaría y se daría mayor garantía institucional a la estabilidad de la moneda. Volver a las andadas requeriría no solo repudiar una ley, sino violar un tratado internacional. No se nos ocurrió hacer algo unilateral”.
El BCRA debería contar con reservas libres para importar los dólares necesarios y canjearlos por el stock de pesos en circulación. El país debería tener sus cuentas fiscales en equilibrio y los precios y salarios ser flexibles (Lagos)
¿Cuáles son las condiciones para una dolarización exitosa?, se preguntó Lagos. Y respondió. “En primer lugar, el BCRA debería contar con reservas libres para importar los dólares necesarios y canjearlos por el stock de pesos en circulación. El país debería tener sus cuentas fiscales en equilibrio y los precios y salarios ser flexibles, sobre todo en sentido descendente. Si se pasa por una coyuntura de confianza, con ingreso de capitales desde el exterior, el precio relativo de los bienes exportables caerá porque el salario nominal (en dólares) estará subiendo”.
Y, agregó: “si viene una malaria y salen capitales, la apreciación de los bienes exportables requerirá que los salarios nominales bajen. Una dolarización unilateral no asegura, por sí sola, ninguna de las condiciones mencionadas. Al no ser la contraparte de un tratado o acuerdo internacional estará tan a tiro de un capricho político como en 2002 lo estuvo la ley de Convertibilidad”.
Según Lagos, si las condiciones de equilibrio fiscal y precios y salarios flexibles se cumplen, una moneda nacional podría ser tan estable como el dólar, el euro, el yen o el franco suizo. “La dolarización unilateral puede ser un camino hacia ello, pero ciertamente no es el único ni creo yo que sea el mejor”.
Pablo Tigani, director de Fundación Esperanza y profesor de Posgrado de la UBA también planteó que antes de dolarizar “deberíamos saber si EEUU está de acuerdo”, pues “es la clave política de tamaña decisión”.
Además, destacó, “deberíamos conversar la estrategia con el Mercosur y con Brasil, el principal destino de nuestras exportaciones. Desde enero de 2018 la Argentina no tiene fuentes de financiamiento externas, salvo los entes multilaterales de crédito. A ellos también habría que consultarlos. Lo más grave de la dolarización es su irreversibilidad. Es como cerrar una puerta y tirar la llave, renunciar a todos los instrumentos de política económica para hacer políticas contra-cíclicas”.
7 - ¿Es posible un BCRA independiente y creíble?
Según Alfredo Romano, “el eje central de cualquier plan de estabilización serio proviene de la construcción de la credibilidad del Banco Central”. Perú, Colombia, Chile y Uruguay, listó, construyeron esa institucionalidad, “a partir del respeto fehaciente a la independencia de su banca central frente a los gobiernos de turno”. Ese respeto, subrayó, debe mantenerse durante “décadas” para dar credibilidad a la moneda, pero la historia política argentina lo hace imposible.
Al respecto, Romano recordó la decisión de Cristina Fernández de Kirchner en 2010 de disponer por decreto de las reservas del BCRA, que produjo una crisis y llevó a la renuncia del entonces titular, Martín Redrado, la reforma de 2012, que asignó a la entidad una multiplicidad de funciones y diluyó su misión de preservar el valor de la moneda, un discurso de CFK 2017 pidiendo “repensar” el rol de los bancos centrales. Todos ejemplos, señaló el economista, que erosionan cualquier intención de dotar de independencia al BCRA.
Romano recordó que en 2015 CFK dejó un BCRA con reservas negativas por USD 3.880 millones, que en los últimos 23 años el kirchnerismo y/o el peronismo gobernaron casi 80% del tiempo y que siendo ministro de Economía, el actual gobernador bonaerense, Axel Kicillof, hasta negó que haya una conexión directa entre la ampliación de la base monetaria y la inflación.
En ese contexto, abundó, dotar de independencia al BCRA requiere un acuerdo amplio de los partidos políticos con alta representación. “Carece de sentido que un gobierno logre independizarlo si no existe un consenso amplio dispuesto a respetar esta independencia hacia la entidad financiera, ya que los gobiernos cambian, pero el Banco Central continuará en el país”, escribió Romano.
El último documento de CFK, negando que el déficit y la emisión sean la principal causa de la inflación y apuntando en cambio a “la escasez de dólares” y “el endeudamiento compulsivo en dicha moneda”, remachó el economista, tornan imposible la independencia del BCRA.
“La mirada de la expresidente, junto a un conjunto de dirigentes políticos relevantes para la economía argentina, solo reafirma la imposibilidad de avanzar en la construcción de una entidad creíble, independiente y respetada por los agentes económicos”.
En igual sentido, Adrián Ravier, doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, señaló a Infobae que no cree posible que los argentinos “abandonen la demanda de dólares y elijan el peso”.
Según Romano, la imposibilidad de lograr un BCRA independiente y una moneda creíble impide que la Argentina pueda emular los modelos de naciones vecinas que lograron domar la inflación.
“La dolarización emerge como una potencial cura para la inconsistencia temporal crónica y la anomia institucional que aqueja a la Argentina (…) Respaldada por estudios teóricos y la experiencia histórica, se presenta como una solución viable frente a la falta de credibilidad en las políticas económicas del país”, concluyó.
8 - Antecedentes
Cuando en campaña se le decía que muy pocos países dolarizaron sus economías y cerraron el Banco Central, el entonces candidato Javier Milei solía responder con el concepto de “falacia ad populum”. Esto es, partir de la idea de que lo que hace la mayoría está bien y que si algo lo hacen pocos o nadie está mal. Milei repitió más de una vez ese concepto, desarrollado también por Alberto Benegas Lynch. “Con este criterio no hubiéramos pasado del taparrabos y el garrote pues el primero que empleó el arco y la flecha habría que condenarlo y así con todos los inventos de la humanidad”, escribió el economista a quien Milei considera el “prócer” del liberalismo argentino.
Cuando en campaña se le decía que muy pocos países dolarizaron sus economías y cerraron el Banco Central, el entonces candidato Javier Milei solía responder con el concepto de “falacia ad populum”
Hanke, verdadero “halcón” de la dolarización, difundió en octubre pasado, una investigación de Cathy Wang, una estudiante de la Universidad Johns Hopkins, que enumeró casi 100 casos de dolarización y aseguró que casi la mitad siguen vigentes.
El trabajo de Wang define como dolarización situaciones históricas en las que una población usó alguna divisa extranjera (dólar u otras) como unidad de cuenta, usualmente en forma de billetes y en algunos casos incluso monedas; no había emisión de moneda local; existían bancos comerciales durante al menos parte del experimento (lo cual excluye algunos casos previos al siglo XX); el uso de la moneda extranjera “fue más que un paso transitorio destinado a durar poco tiempo” (lo cual excluye los casos en que repúblicas exsoviéticas siguieron usando el rublo por un tiempo más después de la disolución de la URSS) y el uso de la moneda extranjera se dio a nivel nacional (lo cual excluye casos subnacionales o provinciales).
“La dolarización ha existido en muchos países. Hay mucha experiencias históricas. Que algunas sean de hace un siglo o más no las invalidan, a menos que se considere que evidencia histórica aún más antigua, usada por ejemplo para instituir el Banco de Inglaterra o la Reserva Federal de EEUU sea del mismo modo invalidada”, escribió Hanke.
Tigani, sin embargo, señaló que la cantidad de países que dolarizó es irrelevante y que las pocas experiencias son de economías de menor tamaño que la Argentina, como Panamá, Ecuador y El Salvador.
Ravier, sin embargo, señaló a Infobae que esos 3 países están lejos de ser economías sólidas y que en las últimas décadas sufrieron menos shocks que la Argentina. “Lo que nos enseña Ecuador es que la dolarización es exitosa en bajar la inflación, pero que no es suficiente para tener crecimiento económico. Si sólo dolarizas, no alcanza. Por eso insisto mucho en los otros frentes. Argentina tiene que cambiar sus reglas de juego. Por otro lado, Ecuador también nos enseña que la dolarización puede ser un límite al populismo. Rafael Correa no pudo des-dolarizar. Tenía mucho poder político, pero no pudo contra la gente que rechazó el Sucre, y se aferró al dólar. Eso hizo la diferencia entre el “populismo limitado” de Ecuador con estabilidad de precios, y el “popuismo ilimitado” de Venezuela con hiperinflación”, fundamentó Ravier.
9 - Constitucionalidad y estructura contractual de la economía
Según Martín Rapetti, de Equilibra, la dolarización tendría además serios problemas de implementación.
“La eliminación del BCRA y de la moneda nacional tiene altas chances de ser considerada inconstitucional. La Constitución Nacional establece en el artículo 75 como atribución del Congreso la institución de un BC y de una moneda, cuyo valor debe protegerse. El propio presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, expresó que la CN prohíbe un cambio de monedas.
Por otra parte, si bien gran parte de los activos de ahorro está en dólares y las transacciones inmobiliarias se hacen en esa moneda, el grueso de la estructura contractual, salarios y alquileres, está pactada en pesos. En síntesis, un intento dolarizador chocaría con la Constitución Nacional y correría el riesgo de llevar a la economía a una hiperinflación, un nuevo default soberano, una crisis bancaria, un quiebre contractual y una explosión de litigios.
En ese contexto, sería muy probable que la economía colapsara y la situación social y política se agravara a niveles que ni queremos imaginar”, advirtió el economista, que en septiembre pasado fue uno de los 200 economistas que suscribieron un texto que calificó a la dolarización de “espejismo”.
En esa ocasión, Milei respondió tratando de “fracasados” y “cómplices de la estafa de loa políticos a los economistas firmantes del texto e invocó un pasaje del viejo testamento, del que derivan sus referencias a “las fuerzas del cielo”
Según Emilio Ocampo, que durante gran parte de la campaña mileísta fue una suerte de “dolarizador en jefe” y a quien el hoy presidente de la Nación había señalado como futuro presidente del BCRA, con la misión de “cerrarlo”, las críticas a la legalidad y constitucionalidad de la dolarizción son objeciones superables. La Constitución, dijo en su momento a Infobae, habla de atribuciones no de “mandato”, que podría incluso superarse manteniendo un stock mínimo, cuasi simbólico, de pesos en circulación.
10 - Lavado de dinero
El 9 de enero último, el masivo ataque del narcotráfico a la institucionalidad política ecuatoriana puso sobre el tapete otra cuestión: ¿hasta qué punto la dolarización de la economía, al borrar la “trazabilidad” cambiaria, facilita el narcotráfico y el lavado de dinero. .
Según el economista Juan Pablo Jaramillo, la “guerra al narcotráfico” iniciada en Colombia y Perú, dos de los mayores productores de coca del mundo, que flanquean a Ecuador, hizo que algunas bandas se relocalizaran en este país, atraídas en parte porque la dolarización les facilitó el lavado de dólares.
En cambio, Vicente Albornoz, economista de la Universidad de las Américas, de Quito, minimizó el peso de ese factor. Es cierto, dijo, que la dolarización “está conectada a que el pago por las drogas se hace en dólares y no hay que hacer un cambio, pero en Colombia, un gran productor de cocaína, se lavan más dólares que en Ecuador y no están dolarizados”.
En Infobae, Francisco Endara, trazó la escalada del narcotráfico y el narcolavado no a la dolarización, sino a decisiones del expresidente Rafael Correa, que primero declaró que las FARC (la guerrilla colombiana) no eran una organización terrorista, desarticuló la Unidad de Investigaciones Especiales (UIES) de la policía, luego de que esta informara sobre actividades de las FARC, logró la sanción de una nueva Constitución que contempla el libre ingreso de cualquier ciudadano del mundo a territorio ecuatoriano sin necesidad de requerir algún tipo de visa o pasado judicial, y forzó la salida de la Base de EEUU en Manta, que era un centro de monitoreo del narcotráfico en la costa ecuatoriana.
“Las consecuencias de esto eran previsibles. Grupos de criminales entraban, cometían delitos y salían del país”, escribió Endara.