Aquellos que hemos defendido la dolarización por años hemos sido enfáticos que es una opción subóptima y que no es la primera para lograr la independencia monetaria de una nación. El eje central de cualquier plan de estabilización serio proviene de la construcción de la credibilidad del Banco Central. Perú, Colombia, Chile y Uruguay construyeron esa institucionalidad a partir del respeto fehaciente a la independencia de su banca central frente a los gobiernos de turno.
Sin este respeto prolongado durante décadas, es inviable avanzar en cualquier programa que estabilice la inflación y dote de credibilidad a la moneda doméstica. La reforma a la carta orgánica diseñada por la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner en 2012 muestra el rol que creen que debería tener el Banco Central los gobiernos kirchneristas, peronistas. Con esta visión, que ha sido reafirmada por la expresidenta en distintos discursos, es complejo pensar en el desarrollo de la institucionalidad de nuestro Banco Central.
En 2017, la exmandataria reflexionaba frente a una audiencia nutrida: “Va a exigir repensar cuál es el rol que los bancos centrales tienen que tener, no sólo en política monetaria, sino en la economía del país. Todo debe volver a repensarse y discutirse. No hay que discutir desde la teoría”, En otros pasajes sostuvo: “La única posibilidad de resguardar el valor de una moneda es a través del crecimiento del Producto Bruto Interno, de la actividad económica, que se hace a partir de la recuperación de puestos de trabajo, de sólido mercado interno y de políticas de exportación”.
El eje central de cualquier plan de estabilización serio proviene de la construcción de la credibilidad del Banco Central
Pero la visión que tiene Fernández de Kirchner respecto del Banco Central también recae en el manejo de las reservas internacionales. En 2010, el gobierno de Kirchner utilizó reservas internacionales para pagar deuda con tenedores internacionales. La visión de la mandataria fue reforzar esta decisión que erosiona cualquier intención por dotar de independencia al Banco Central. “La medida que tomamos en diciembre para hacer frente a los pagos de vencimiento de deuda con reservas se ha revelado como sumamente exitosa, porque apuntó a quebrar un frente de ‘guerra del rumor’ que sostenía que la Argentina no iba a poder hacer frente a sus compromisos externos”, sostuvo Cristina en 2017.
Sin ir más lejos, el gobierno de la expresidenta dejó bajo su gestión en 2015 reservas líquidas negativas por 3.880 millones de dólares, lo que muestra nuevamente que el respeto por la institución central financiera es nula.
En los últimos 23 años, en la Argentina gobernó el kirchnerismo y/o el peronismo casi el 80% del tiempo. Este espacio político es robusto e históricamente ha tenido la capacidad para gobernar la provincia de Buenos Aires, jurisdicción que aglutina casi el 38% del PIB y representa más de 13 millones de personas habilitadas para votar, un 37,04% del total del país en 2023. El actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, fue ministro de Economía de la presidencia de Fernández de Kirchner y tiene una visión particular respecto al respeto del Banco Central: “No hay una conexión directa entre la ampliación de la base monetaria y el crecimiento de los precios”, sostuvo Kicillof en 2014.
En 2010, el gobierno de Kirchner utilizó reservas internacionales para pagar deuda con tenedores internacionales.
En esta línea, la posibilidad de construir la independencia del Banco Central debe venir por un acuerdo amplio por la mayoría de los partidos políticos que tienen un grado de representación elevado de la ciudadanía. Carece de sentido que un gobierno logre independizarlo si no existe un consenso amplio dispuesto a respetar esta independencia hacia la entidad financiera, ya que los gobiernos cambian, pero el Banco Central continuará en el país.
Recientemente, Cristina Kirchner se pronunció nuevamente sobre la inflación y el respeto por el Banco Central de la República Argentina: “A diferencia de lo que se afirma habitualmente, en cuanto a que el principal problema de la economía argentina es el déficit fiscal y la principal causa de la inflación, la emisión monetaria necesaria para cubrirlo; nosotros sostenemos que la inflación en Argentina se dispara ante la escasez de dólares y que el endeudamiento compulsivo en dicha moneda no hace más que agravar dicha escasez al profundizar la ya conocida y estructural restricción externa de nuestra economía bi-monetaria”.
La mirada de la expresidenta, junto a un conjunto de dirigentes políticos relevantes para la economía argentina, solo reafirma la imposibilidad de avanzar en la construcción de una entidad creíble, independiente y respetada por los agentes económicos. Su mirada respecto a un problema central, que es la inflación, solo reafirma un diagnóstico completamente alejado de los modelos de estabilización que llevaron adelante otras economías de la región en los 90′. Es justamente esta mirada la que erosiona la posibilidad de que la Argentina lleve adelante los modelos implementados por las naciones vecinas, con los que lograron domar la inflación.
Por otro lado, la dolarización emerge como una potencial cura para la inconsistencia temporal crónica y la anomia institucional que aqueja a la Argentina. Esta medida, respaldada por estudios teóricos y la experiencia histórica, se presenta como una solución viable frente a la falta de credibilidad en las políticas económicas del país.