Casi al mismo tiempo que el presidente Javier Milei confesaba públicamente que la dolarización no está en los planes para este año porque, según dijo, no “no dan los tiempos”, el principal promotor de la propuesta, Emilio Ocampo, otrora el elegido del mandatario para conducir el Banco Central hacia su destino final -el cierre-, publicó un sugestivo artículo en su blog personal en el que asegura que el actual es “el momento ideal para dolarizar”.
Aunque a priori lució como una respuesta al mandatario, Ocampo hizo hincapié en su texto a las condiciones internacionales que consideró propicias para la iniciativa de dolarizar la economía como alguna vez supuso se llevaría adelante durante el mandato de Milei. De hecho, Ocampo fue el primero de los funcionarios designados por el Presidente apenas ganó el balotaje en noviembre como futuro titular del Banco Central. No llegó a asumir ya que el convocado para gestionar la estabilización de la economía argentina fue Luis Caputo, quien aportó una hoja de ruta diferente y a Santiago Bausili al frente del BCRA.
En su publicación de ayer, el economista que aboga por “el cierre del Banco Central” o al menos de su capacidad de emitir moneda nacional, consideró ayer que “además de todos los argumentos a favor de adoptar el dólar como moneda de curso legal, hay que tener en cuenta dos factores externos que facilitarían su implementación y contribuirían a mejorar el posterior desempeño de la economía argentina”.
Según fundamentó, el primero de esos factores externos es el valor del dólar a nivel internacional. Como se puede ver en el gráfico siguiente, el tipo de cambio real de Estados Unidos está en niveles históricamente elevados. El contraste con los noventa es notable: en diciembre de 2023 el valor real del dólar a nivel internacional era 40% más alto que en marzo de 1991. En ese sentido, consideró además que es más probable que a partir de ahora el dólar se deprecie en vez de apreciarse. Consecuentemente, es más improbable repetir un escenario como el de la Convertibilidad, cuando en un lapso de diez años el dólar se apreció casi 30% (y el peso un porcentaje similar).
El segundo factor al que apuntó Ocampo es un cambio estructural en la economía de Estados Unidos, que gracias a avances en la tecnología de perforación y extracción de gas y petróleo, en 2020 pasó de ser un país importador de petróleo a ser uno de los principales exportadores del mundo.
Citando al economista del Banco de Basilea, Daniel Rees, Ocampo apuntó que la correlación positiva entre dólar y precios de materias primas podría volverse más común en el futuro. “Su conclusión -escribió en alusión a Rees- se basa en dos observaciones. En primer lugar, históricamente el dólar ha exhibido una relación estrecha y estable con los términos de intercambio de Estados Unidos. En segundo lugar, la transición de Estados Unidos a ser un exportador neto de petróleo implica que, en el futuro, un aumento de los precios de las materias primas tenderá a elevar los términos de intercambio norteamericanos, en vez de reducirlos”.
De acuerdo con el economista argentino, las implicancias de este cambio son muy relevantes al debate sobre la dolarización. Esto porque la idea abonada por los detractores de la dolarización que argumentan que no es el régimen monetario más indicado para países exportadores de materias primas como la Argentina y Ecuador debido a la relación inversa entre el valor del dólar y el precio de las materias primas. Según esa mirada, una dolarización tiende a ser pro-cíclica: al caer los precios de las exportaciones se fortalecería la moneda, restándole competitividad al sector exportador en el peor momento.
“Históricamente bajo el populismo, cuando el dólar se aprecia a nivel global el tipo de cambio de real en la Argentina se ha apreciado más que bajo la Convertibilidad”, escribió Ocampo y agregó que “otra ventaja de este cambio estructural es que se atenuaría el riesgo de sudden stops cuando caen los términos del intercambio de la Argentina. Un dólar caro está asociado a tasas de interés más altas, que históricamente llevan a reversiones de los flujos de capitales a economías emergentes”.
El “padre de la dolarización” aún nonata en la Argentina concluyó que a nivel internacional “los planetas están alineados favorablemente” para que la Argentina adopte el dólar como moneda de curso legal.