Incluso 24 horas antes del sorpresivo anuncio de la decisión del Gobierno de retirar el capítulo fiscal de la ley ómnibus, el ministro de Economía, Luis Caputo, se había anticipado a lo que se asoma, como mínimo, a unas jornadas inciertas en el mercado. Si bien en cada una de sus últimas intervenciones públicas, incluidos sus polémicos posteos en redes sociales, el funcionario se ocupó en resaltar que el ajuste fiscal no corre peligro, la incertidumbre amenaza con instalarse ahora sobre la real capacidad del Gobierno de hacer avanzar su agenda de reformas radicales.
El mercado le cree a Caputo. Los primeros análisis y cálculos sencillos que proliferaron entre analistas y operadores minutos después de conocida la nueva estrategia oficial, indican que el ministró tendrá las manos bastante liberadas para avanzar en un profundo recorte de gastos sin necesidad de la colaboración del Congreso. La voluntad política del Gobierno en ese sentido, que baja del propio presidente Javier Milei, es indubitable. Incluso el retiro de la modificación a la fórmula jubilatoria, sobre la que la oposición dialoguista puso reparos, ampliará ese margen de maniobra. A costa, claro está, de los ingresos de los jubilados.
Sin embargo, la reacción de los inversores a partir de mañana no es tan fácil de predecir. La marcha atrás del oficialismo puede ser leída en clave de derrota política, lo que podría sumar grandes dosis de nerviosismo y alterar el optimismo que reflejan los activos financieros desde que asumió el nuevo Gobierno.
El mercado le cree a Caputo. Los primeros análisis y cálculos arrojan que analistas y operadores piensan que tendrá las manos bastante liberadas para avanzar en un profundo recorte de gastos
Es que, hasta ahora, los mercados pusieron mucha más atención al avance de la resolución de la trágica herencia económica que al devenir de la discusión política. El rebote de la brecha cambiaria, una de las principales preocupaciones del equipo económico y, en particular, del presidente del Banco Central, Santiago Bausili, respondió claramente a la inquietud por la tasa negativa y la encerrona de los pesos de los importadores.
Descomprimir la tensión cambiaria
De ahí que una de las principales medidas de la semana apuntó a descomprimir la tensión sobre el dólar financiero. que hoy coquetea con una brecha de 60%. un nivel por encima del equilibrio esperaba el mercado y, ciertamente, incómodo para la dupla Caputo-Bausili. Ante eso, la Secretaría de Comercio y el BCRA acordaron la flexibilización del acceso a divisas oficiales para que pequeñas y medianas empresas puedan resolver sus deudas comerciales en un calendario entre febrero y abril.
Esa medida, se explicó, apunta a despejar la demanda de los importadores más chicos que habían comenzado a operar en el segmento de contado con liquidación (CCL) para cancelar sus pasivos con proveedores del exterior. La decisión se complementó con una exitosa colocación por USD 2.450 millones del bono destinado a los grandes importadores, el Bopreal, que dejó al Banco Central a un paso de completar el próximo jueves la emisión de USD 5.000 millones prevista para este mes.
“La señal es mala: desde el punto de vista político marca una debilidad, o una fortaleza que querían mostrar pero que no existía” (Martín Polo, jefe de Estrategia de Cohen)
La menor demanda que se espera ahora en el CCL puede aportar algo de oxígeno pero el escenario cambió. La política vuelve a instalarse en el centro de todas las inquietudes.” La señal es mala -dice el jefe de Estrategia del grupo financiero Cohen, Martín Polo -. desde el punto de vista político marca una debilidad, o una fortaleza que querían mostrar pero que no existía. Ahora hay que recalcular, ver de dónde van a recortar, se ve más voluntarismo”.
Otras voces
Otras voces del mercado, sin embargo, ponen el foco en el corazón de la Ley de Bases, identificado en las facultades delegadas. Si eso se aprueba, aseguran, el ajuste fiscal no corre peligro. Incluso si no pasa el Congreso, probablemente tampoco. “El ajuste fiscal no corre riesgo por las modificaciones de esta semana a la Ley Ómnibus. ¿Y qué pasa si la ley no se aprueba? Menos de 2 puntos de los poco más de 5 puntos de ajuste necesitan la aprobación del Congreso: los vinculados con los ingresos (retenciones, IIGG, BBPP, blanqueo) y la partida del gasto en jubilaciones. Es decir, incluso si el Gobierno no logra que se apruebe la Ley Ómnibus, aun así podría llevar adelante un ajuste de casi 3,5% del PBI; suficiente para que el país vuelva a tener equilibrio primario por primera vez desde 2019″, escribió en su panorama semanal el economista Fernando Marull.
Sin embargo, un traspié en la sesión del martes en Diputados, incluso sin el capítulo fiscal, echará un manto de dudas sobre la capacidad del Gobierno de realizar sus planes. Tal vez con matices, esa duda queda ahora igualmente instalada.