En medio de la disparada de los dólares libres y los niveles de inflación más altos en tres décadas, los ahorristas ratifican su preferencia por tener sus pesos líquidos ante la licuación que lleva adelante el Gobierno con su política económica de tasas reales negativas. Si bien esta tendencia no es nueva, se observó con mayor magnitud desde el último período de elecciones y explica en parte el fuerte salto en la brecha cambiaria.
El head of research de Romano Group, Salvador Vitelli, destacó el fuerte incremento de la participación de las cajas de ahorros de privados como porcentaje de los depósitos totales de privados en el último tiempo. “Promediaba históricamente el 30% y ahora rondan el 40%, en detrimento de los plazos fijos tradicionales”, explicó en diálogo con Infobae.
La información que brinda el Banco Central de la República Argentina (BCRA) va en ese sentido. A finales de noviembre en las cajas de ahorros había $8,761 billones y representaban el 30% de los depósitos en pesos del sector privado. El 11 de enero, último dato disponible, había $14,228 billones, equivalentes al 37% del total.
“El riesgo es que esos pesos dejaron de estar inmovilizados en instrumentos a plazos, ya que hay mayor preferencia por tenerlo a disposición debido a que los plazos fijos no son una opción para preservar poder de compra. Generalmente, por la incertidumbre sobre la posibilidad de alguna devaluación o aceleración de la inflación, se busca una salida hacia bienes o al dólar para proteger el poder adquisitivo de ese dinero”, mencionó Vitelli.
Luego de la asunción de Javier Milei, el 13 de diciembre la autoridad monetaria decidió aplicar una devaluación del 54% y bajar la tasa de interés nominal anual para los plazos fijos tradicionales desde el 133% nominal anual al 110% que dejó una tasa efectiva mensual del 9%, es decir, negativa en términos reales ante una inflación que fue 25% el mes pasado y que apunta a continuar en ese rango.
Ese movimiento, en un contexto de continuidad del cepo cambiario, es parte de la intención de diluir la capacidad de compra de los pesos como mecanismo para frenar la suba de precios. Ni siquiera los depósitos a plazos atados al Índice de Precios al Consumidor (IPC), más un interés del 1% anual, son una buena opción debido a que se extendió su duración mínima de 90 a 180 días, lo cual deja expuesto al ahorrista ante un eventual salto cambiario, y una liberación de la tasa de precancelación que pueden cobrar los bancos.
El economista de la consultora Outlier, Juan Manuel Truffa, llegó a una conclusión similar a partir del análisis de los agregados monetarios, es decir, la suma del dinero en circulación más los depósitos que tienen los bancos. En particular utilizó la relación que existe entre lo que se conoce como M2, que son los pesos en circulación más las cuentas corrientes y las cajas de ahorro, y el M3, que suma los depósitos a plazos.
“A medida que la posibilidad de Milei de ganar las elecciones creció, comenzó a verse una caída más pronunciada del M3 y un crecimiento del M2, en particular desde las generales. Cuando la gente comenzó a alarmarse la plata comenzó a migrar de los depósitos a plazos y a girar más rápido, es decir, se volvió transaccional y dejó de estar estancado”, detalló Truffa.
El economista destacó que esa información va en línea con el salto de la inflación en diciembre, que fue del 25,5% y la más alta desde febrero de 1991, y con la evolución de los dólares libres de las últimas semanas tras el salto cambiario de del mes pasado. De hecho, el tipo de cambio blue saltó a $1.240 y el contado con liquidación a los $1.290, ambos en récord nominales. Es en ese contexto que el dólar oficial se mantiene con un deslizamiento del 2% mensual, por lo que crece su retraso en términos reales.