Los inmuebles más caros de Brasil no se encuentran en las playas de Río de Janeiro ni en las lujosas torres de departamentos en San Pablo sino que están Camboriú, una pequeña ciudad de playa, muy frecuentada por los argentinos, sobre todo en los 90, a la que en el vecino país no dudan en llamada el “Dubai de Brasil”.
De acuerdo a Bloomberg, la ciudad, con alrededor de 150.000 habitantes, experimentó una transformación importante en las últimas cinco décadas, pasando de ser un pequeño pueblo pesquero a un experimento sobre lo que sucede cuando se da rienda suelta a los desarrolladores privados.
Siete de los diez edificios más altos de Brasil se encuentran en esa ciudad, incluida la torre residencial más alta de América Latina. Entre los compradores se encuentran futbolista como Neymar y familias multimillonarias vinculadas a la industria y la agricultura.
El resultado es una ciudad que se ha convertido en un destino turístico favorito para muchos, atraídos por sus vistas panorámicas, calles seguras y relativa prosperidad en un país que enfrenta problemas de crimen y pobreza.
Pero según la agencia de noticias, la ciudad no está preparada para el crecimiento descontrolado, lo que llevó a la contaminación del agua del mar, cuellos de botella en la infraestructura y la exclusión de la clase media.
Mientras que para muchos lugareños que se benefician del auge, es común escuchar eslóganes como “O Brasil que deu certo” (Brasil que funcionó), junto con “O céu é o limite” (El cielo es el límite); para otros no hay hoteles de cinco estrellas sino que escasez de viviendas asequibles y un transporte público inadecuado. Además, muchos de los departamentos, utilizados como propiedades de inversión o segundas residencias, permanecen vacíos.
Los principales desarrolladores inmobiliarios
FG Emprendimentos es la empresa inmobiliaria responsable de gran parte del crecimiento vertical de la ciudad. La compañía familiar posee casi el 50% del mercado y ha estado construyendo allí desde la década de 1990. Fundada por Francisco Graciola, un empresario local, ahora está dirigida por su hijo Jean Graciola.
Luciano Hang, multimillonario propietario de la tienda Havan y gran partidario de Jair Bolsonaro, también es de la cercana Brusque y posee múltiples propiedades en balneario. Después de invertir conjuntamente en varios terrenos en el pasado, ahora está desarrollando nuevos proyectos con FG.
Familias industriales adineradas, en su mayoría de origen alemán e italiano del estado de Santa Catarina, fueron los primeros impulsores importantes de la inversión en la ciudad costera, junto con compradores de los estados cercanos de Rio Grande do Sul y Paraná.
En los últimos años, millonarios del agro también comenzaron a comprar propiedades en Camboriú, al punto de que las inmobiliarias crearon planes de pago especializados que coinciden con la temporada de cosecha.
Consecuencias para los locales
Con 12.624 reales (aproximadamente USD 2.580) por metro cuadrado, Camboriu tiene las propiedades más caras de Brasil, según FipeZAP, que realiza un seguimiento de los precios. La pandemia aceleró el impulso en el mercado y los valores aumentaron un 11% en el último año.
Mientras tanto, algunas propiedades frente a la playa vieron aumentos de precios de más del 30% después de que se extendiera la costa. Fue el sector privado, no el gobierno local, el que financió ese proyecto, una señal de la influencia que tienen los desarrolladores.
En este contexto, resulta muy difícil el acceso a la vivienda para las clases medias y bajas. Para los trabajadores de la construcción y servicios, es casi imposible vivir cerca del trabajo. La ciudad de Camboriú, que se encuentra al otro lado de la autopista BR-101, es mucho más pobre y parte de la contaminación que termina en la playa proviene de la falta de agua tratada allí.
Con información de Bloomberg