Los números que reflejó el Indec días atrás de la evolución de la actividad industrial y de la construcción de noviembre, ambos negativos, marcan una tendencia que predominará por los próximos meses y que se explican por la aceleración inflacionaria, la caída de la demanda y las complicaciones productivas generadas ante la imposibilidad de pagar las importaciones. Tampoco se espera que las cifras de diciembre sean buenas, y menos aún las de enero, mes que todavía está corriendo pero en el que muchos sectores adelantaron vacaciones y cerraron sus fábricas, frente al gran desasosiego económico que se plantea para el año. La gran pregunta entonces es qué pasará en febrero. ¿En qué contexto reabren las fábricas el mes próximo? ¿Con qué nivel de actividad?
Los empresarios navegan en la incertidumbre, especialmente los que producen para el mercado interno, en el que las ventas están cayendo fuerte –en algunos sectores, como los bienes durables, más que en otros–, y no tienen una proyección clara de cuánto tendrán que producir para el año. Sumado a eso, la gran mayoría se encuentra aún con la dificultad de que no tiene asegurado el abastecimiento de insumos importados debido a la falta de dólares para pagar la deuda acumulada. “En febrero la actividad no arranca. Va a estar parada por lo menos el primer trimestre, desde el lado de la demanda y de la oferta porque las empresas siguen con el problema de las importaciones. Por otro lado, la recuperación va a ser muy heterogénea y va a venir de la mano de la inversión, no del consumo”, precisó el economista Dante Sica, en diálogo con Infobae.
“En febrero la actividad no arranca. Va a estar parada por lo menos el primer trimestre” (Sica)
En la UIA también prevén un verano muy frío. Según precisó una fuente de la central fabril, “hay caídas en muchos sectores y muchas más paradas de plantas que lo habitual del verano. La mayoría adelantó vacaciones. Enero, a nivel productivo, mostrará números bajísimos. Hay que ver en febrero cuando se empiece a normalizar todo, hay que ver con qué nivel de actividad vuelven las empresas”. La inflación y su impacto sobre los salarios, el bajo consumo y la deuda con el exterior son hoy los tres factores que marcarán lo que será el arranque de este 2024.
“Estamos con falta de insumos, muy complicados y sin poder solucionar nada de la deuda que tenemos con el exterior. Por eso, decidimos cerrar la fábrica por tres semanas y en febrero decidir cómo seguir”, señaló Norberto Fermani, socio gerente de LGI, fabricante de anteojos (tienen la marca Union Pacific, entre otras). Esta firma es una pyme y es un claro ejemplo de lo que le está pasando a muchas empresas industriales que dependen de la demanda interna y que acumulan una deuda por importaciones enorme.
A esta empresa le cayó 43% la venta de anteojos de sol, y al retail se le derrumbó entre 20 y 25%. En anteojos recetados, la contracción fue menor, pero aún así fue del 12% en la temporada (agosto-diciembre). “Enero normalmente es un buen mes y este año viene muy flojo. Apenas se están cubriendo los gastos operativos”, se lamentó Fermani. Con respecto a la deuda que tienen con el exterior, en LGI están a la espera de que el gobierno flexibilice las condiciones de pago para las pymes, una vez que cierre el padrón -prorrogado hasta el 24 de este mes- y sepan cuánto es el monto que deben las pequeñas y medianas empresas. Por eso no acudió al contado con liquidación y por eso tampoco suscribió el bono Bopreal, ideado para darle una solución al stock de deuda. Así se encuentran hoy muchas pymes, a la espera de algún momento favorable por parte de las autoridades que les permita arrancar el año con una mejor perspectiva productiva.
“Las empresas están viendo qué hacen”, dijeron en la UIA respecto del poco atractivo que tuvo hasta el momento el Bopreal. Si bien en los últimos días la brecha cambiaria subió y hoy parece mejor negocio comprar dólares a $800 sin impuesto PAIS, para la empresa que necesita saldar su deuda y vender el título en el mercado secundario, todavía no está claro cuál será su cotización. Según la fuente de la entidad, las firmas tienen miedo a perder demasiado y, por otro lado, están esperando a que “endulcen el título un poco más”, por ejemplo, permitiéndoles un mayor acceso al MULC.
“Enero, a nivel productivo, mostrará números bajísimos. Hay que ver en febrero cuando se empiece a normalizar todo, hay que ver con qué nivel de actividad vuelven las empresas”
En el sector privado admiten que hay empresas que están yendo al CCL para hacerse de divisas y pagar la deuda, a pesar de quedar luego inhabilitadas de operar en el MULC por 90 días. Como igualmente el acceso al mercado oficial no es inmediato (hay plazos de pagos de hasta 120 días, en la mayoría de los casos), la ecuación a muchas les cierra. La reciente suba de este dólar (roza los $1.200) en parte se adjudica a esta demanda de importadores.
“Están todos expectantes para ver de qué manera se puede regularizar la situación de la deuda, ya que sin eso, no se va a poder producir normalmente. Desde fines de noviembre muchos proveedores cortaron el suministro”, señaló una fuente del sector automotriz, al tiempo que agregó que hay muchas empresas con problemas de capital de trabajo debido a la devaluación y la suba del impuesto PAIS, y por no haberse cubierto con distinto tipos de instrumentos financieros. En la gran mayoría, se trata de multinacionales que no pueden hacerlo.
A su vez, en la Asociación de Fábricas de Autocomponentes (AFAC) esperan un 2024 con una producción de vehículos 5% más baja que la de 2023. Su director ejecutivo, Juan Cantarella, sostuvo que “es crucial poder recomponer las relaciones comerciales con los proveedores del exterior (regularizando stock y flujo) ante la situación difícil que viene de arrastre, ya que, de lo contrario, el sector se enfrentará a un gran interrogante”. “También dependerá de la normativa complementaria sobre el impacto del impuesto PAIS sobre la cadena exportadora (directa e indirecta) y la cuestión de las retenciones industriales, ya que la pérdida de competitividad podría afectar más las exportaciones y, por ende, la producción”, agregó.
“Es crucial poder recomponer las relaciones comerciales con los proveedores del exterior (regularizando stock y flujo) ante la situación difícil que viene de arrastre, ya que, de lo contrario, el sector se enfrentará a un gran interrogante” (Cantarella)
“Estamos esperando un diciembre, enero y febrero pobres en materia de actividad económica, cayendo más o menos al ritmo de noviembre; tal vez enero sea el peor mes. Y ya en marzo empieza a correr la cosecha gruesa, por lo que ahí comenzará a recomponerse un poco. Si además se sale del cepo y se empieza a resolver el problema de los importadores, el panorama cambiaría bastante”, enfatizó el economista Fausto Spotorno, de Orlando Ferreres & Asociados.
El sector de la construcción también mostrará cifras poco alentadoras entre diciembre y enero. Si bien la obra privada continúa, la contracción de la obra pública –por falta de fondos y por decisión del Gobierno– generará un impacto fuerte en los números del sector. El titular de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), Gustavo Weiss, señaló a este medio que “las obras que estaban en ejecución, y que habían frenado por las Fiestas, no volvieron a arrancar por falta de dinero, además de que no hay precio en muchos insumos por la incertidumbre respecto de la inflación”.