Aunque gran parte de los analistas del mercado descree de las posibilidades del Gobierno de evitar un nuevo salto cambiario hacia fin del verano, las expectativas de devaluación que reflejaron las cotizaciones de dólar futuro en la primera rueda del año indican que, al menos por ahora, los operadores mantienen un alto nivel de apego a las pautas fijadas por el ministro de Economía Luis Caputo. Aunque todos advierten sobre una nueva corrección cambiaria más temprano que tarde -algunos pronostican incluso “una última devaluación” antes de unificar el mercado de cambios- a la hora de operar el mercado parece creer en el crawling peg (microdevaluación) de 2% mensual anunciado por el funcionario hasta marzo. Y descartar la unificación del dólar en el corto plazo.
Tras una jornada algo más tensa el último viernes de 2023, cuando las cotizaciones financieras de la divisa se acercaron a los $1.000 y el dólar libre cerró en $1.025, la presión cedió ayer levemente y sólo el billete informal marcó un retroceso más marcado, de $20. Esa retracción fue acompañada por los contratos del dólar para fin de mes y también para los próximos meses. Todos experimentaron una caída mayor a 2% y los cierres indicaron un valor de $874 para el dólar oficial a fin de mes y $973 para fin de febrero. Significa un salto de apenas 20% que se compara con una inflación acumulada que para esa fecha, se asume superaría 70%, desde diciembre.
“La primera rueda del año golpea los futuros de dólar al mantener el ritmo de crawling peg del 2% mensual. Esto lleva a seguir desplomando las expectativas del tipo de cambio a futuro, cada vez más por debajo de lo proyectado a comienzos de diciembre”, sostuvieron en Aurum Valores.
Lo curioso es que, en sintonía con un amplio sector de analistas, el área de Research de la financiera a cargo del economista Pablo Repetto no parece compartir el supuesto que ese desempeño indica. Dicho de otro modo, cree que es insostenible mantener la evolución del tipo de cambio tan por debajo de la suba del resto de los precios de la economía. “No pensamos igual que el mercado al mantener la credibilidad en un ritmo devaluatorio tan bajo comparativamente con la inflación que se avecina, considerando la magnitud del atraso cambiario que eso efectuaría (y la espiralización de entrar en este ciclo nuevamente)”, apuntó.
Precisamente por ese motivo es que, prácticamente desde el anuncio de la devaluación el mes pasado, varios de sus colegas analistas vienen advirtiendo sobre lo ineludible que podría llegar a resultar hacia fines del verano aplicar un nuevo salto discreto. Y, con ello, correr el riesgo de desanclar por completo el precario programa de ajuste fiscal que hoy se complementa con la señal de un dólar estable.
Sin embargo, habrá señales. En principio, incluso en el propio equipo económico admiten que el mes próximo podría producirse un rebote del dólar financiero, lo que profundizará la brecha cambiaria hoy en mínimos. Cómo se gestionará esa suba y el eventual impacto en las expectativas y cifras de inflación será determinante.
Pero esa presión podría comenzar a insinuarse antes. Ya a partir de la segunda quincena de este mes, aseguró por caso la consultora PPI, la brecha cambiaria tendería a ensancharse tanto por que la suba del tipo de cambio oficial se mantiene muy por debajo de la inflación como por la mayor presión sobre el contado con liquidación, que sí acompañaría algo más de cerca al resto de los precios. “Este escenario sería riesgoso para un BCRA que siga enfocado en licuar. Más allá de la particularidad de febrero, creemos que va conformándose el escenario para una ‘última devaluación’ para salir del cepo cambiario en algún momento del primer semestre (tal vez en abril, en consonancia con la entrada de la cosecha gruesa”, vaticinó la consultora.